En el banquillo de los acusados

Sarkozy niega su responsabilidad en la financiación ilegal de su campaña de 2012

Quien fuera jefe de Estado es acusado de haber financiado ilegalmente su frustrada campaña presidencial de 2012, un delito penado con hasta un año de prisión y 3.750 euros de multa

Sarkozy llega al juzgado para declarar.

Sarkozy llega al juzgado para declarar. / AFP

Irene Casado Sánchez

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“Una vez dentro de la melodía de la campaña, mi prioridad organizativa era reunir a mi familia política […] No puedo describir un sistema que no conocía”. Con estas declaraciones, el expresidente francés, Nicolas Sarkozy, negó este martes cualquier responsabilidad en el affaire Bygmalion, juzgado por el Tribunal Judicial de París. Quien fuera jefe de Estado es acusado de haber financiado ilegalmente su frustrada campaña presidencial de 2012, un delito penado con hasta un año de prisión y 3.750 euros de multa.

“No elegí ningún proveedor, pequeño, mediano o grande, ni en 2007 ni en 2012. No recomendé a ningún proveedor”, insistió Sarkozy durante su audición ante el tribunal parisino, “jamás, jamás, nadie me citó el nombre de Bygmalion”, reiteró tratando de convencer al tribunal de que ignoraba por completo el sistema de facturas falsas que le permitió duplicar el tope de gasto impuesto por la ley. Detrás de tal montaje aparece la agencia de comunicación Bygmalion y su filial Event & Cie, responsable de la organización de los mítines y eventos electorales, que habrían aceptado poner en marcha un sistema de doble facturación para disimular los colosales excesos: los gastos de la campaña ascendieron a 42,8 millones de euros, frente a los 22,5 millones autorizados.

"¿Dónde está mi campaña de oro macizo?"

“La investigación no [ha podido establecer] que Nicolas Sarkozy hubiera ordenado [la malversación], ni que hubiera participado en ella, ni siquiera que hubiera sido informado de ella”, reconoce el ministerio público que, sin embargo, estima que el expresidente “se benefició de los fraudes revelados por la investigación”. El objetivo del tribunal es decretar hasta qué punto Sarkozy estaba al corriente del montaje y si le dio o no su visto bueno.

“¿Dónde está mi campaña de oro macizo? Me gustaría saber cómo mi campaña fue más prestigiosa que la del [François] Hollande o la de [Marine] Le Pen”, lanzó con cierta irritación y un toque de sarcasmo Sarzkoy a la presidenta del tribunal Caroline Viguier. Preguntado sobre las consignas que habría dado a su equipo de campaña, el exmandatario recurrió de nuevo a la ironía: “En 2012, no necesitaba un proveedor, mi preocupación era [tener] un buen sonido. Yo les dije: no hagáis que me rompa la voz, no soy Patrick Bruel. [Esto] es todo lo que daba como consiga”. 

"Hay que darlo todo"

En resumen, Nicolas Sarkozy desconocería los entresijos de su propia campaña. Una posibilidad descartada por la acusación que estima que apostó, junto con su equipo, por “reuniones espectaculares y costosas” dando lugar a una campaña “de una rara densidad”, con casi una reunión o mitin diario, y de una “improvisación total”. Una valoración confirmada por Franck Attal, entonces director adjunto de Event & Cie y actualmente acusado, junto a otras doce personas, de "falsificación y uso de falsificaciones”, “complicidad en la financiación ilegal de una campaña electoral” y “complicidad en el fraude”. Ante el tribunal, Attal aseguró que, a mediados de febrero, el propio equipo del expresidente le dio instrucciones muy claras: “Hay que darlo todo”.

Interrogado sobre la aceleración de su campaña y los numerosos mítines inscritos en su agenda, quien fuera presidente entre 2007 y 2012, descartó cualquier irregularidad: “Tienen ante ustedes a alguien para quien la política ha sido su vida durante 40 años. Nunca he visto que una campaña no se acelere”. “¿Fui negligente e imprudente? No. A partir del momento en que todo el mundo me decía que todo estaba bien no tenía motivos para preocuparme. Tendríamos que haber sido más exigentes, pero ¿hubo intención de fraude? No. ¿Cómo llegó el sistema Bygmalion a la campaña? No estoy aquí para acusar a nadie”, continuó.

Para Sarkozy, condenado el pasado mes de marzo a tres años de prisión, uno de ellos firme, por corrupción y tráfico de influencias, no solo se trata de defender su inocencia sino de defender[su] honor”, algo que, como explicó al tribunal tras darle en varias ocasiones la espalda, hace “con pasión”.