Represión en Bielorrusia

Minsk muestra de nuevo al periodista Protasevich, mientras la oposición acusa al régimen bielorruso de usarlo como "trofeo"

El disidente aparece en una rueda de prensa rodeado de uniformados y asegura encontrarse "bien" y recibir buen trato

Algunos medios de comunicación abandonan la sala de prensa en protesta por presentar a una persona "bajo coacción"

El periodista bielorruso Roman Protasevich (izquierda), durante la comparecencia junto a uniformados que ha ofrecido este lunes.

El periodista bielorruso Roman Protasevich (izquierda), durante la comparecencia junto a uniformados que ha ofrecido este lunes. / RAMIL NASIBULIN

Marc Marginedas

Marc Marginedas

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Nueva y controvertida aparición pública de Roman Protasevich, el periodista opositor arrestado en Bielorrusia tras ser desviado el avión en el que viajaba. En esta ocasión, durante un encuentro con periodistas que tuvo lugar este lunes en el Centro Nacional de Prensa en Minsk, la capital. Mientras algunos medios, como la BBC, abandonaban la sala asegurando no querer hacerse eco de una declaración que "claramente" había sido obtenida "bajo coacción", en el exterior del país, la oposición acusaba al régimen de Aleksándr Lukashenko de utilizar al disidente y mostrarlo como si de "un trofeo" se tratara.

Durante su intervención, el informador ha intentado por todos los medios disipar cualquier especulación acerca de su salud o las condiciones de su encierro. "Me siento perfectamente bien, mi estado de ánimo es estupendo y no tengo ninguna queja, nadie me ha golpeado ni me ha roto los dedos", ha insistido, intentando aparecer como relajado y distendido. Nada que ver con la inquietud y la preocupación que expresó, poco antes de ser detenido, a varios de los pasajeros que le acompañaban en el avión, a quienes explicó que temía que lo mataran si finalmente aterrizaba en territorio bielorruso.

Protasevich, a quien no se ha permitido comunicarse con sus padres desde su encarcelamiento, ha aprovechado la ocasión para dirigirse precisamente a ellos, inmersos en una intensa campaña internacional para lograr la liberación de su hijo: "Pido por favor difundir menos rumores y especulaciones acerca de mi salud; papá, mamá, no os preocupéis, de verdad ¡estoy genial!". La semana pasada, durante una entrevista emitida por la televisión estatal, el periodista mostraba un ánimo muy diferente, parecía superado por los acontecimientos e incluso rompió a llorar.

Autoinculpación pública

El activista ha asegurado, una vez más, actuar de forma libre y no estar siendo extorsionado por los poderes públicos de su país. "Es mi decisión personal, reconozco qué daño yo le he causado al Gobierno", ha llegado a afirmar, a modo de autoinculpación pública. Ha declarado también que nunca será un partidario de Lukashenko, pero que lo "respeta como persona".

Protasevich ha sido formalmente acusado de tres delitos -incitación a la enemistad social y a la discordia, organización de desórdenes multitudinarios, y organización de actividades que destruyen el orden social- mientras que a Sofia Sapega, su novia también detenida durante el incidente aéreo, lo ha sido de dos: incitación a la enemistad social y participación en desórdenes públicos. Al tratarse de una ciudadana rusa, es posible que una vez juzgada y condenada, sea enviada a su país de origen a cumplir la condena. Sus padres habían apelado al presidente Vladímir Putin para que se interesara por ella durante el reciente encuentro que mantuvo con el autócrata Lukashenko en Sochi.

La oposición en el exilio no ha tardado en condenar la nueva aparición pública del periodista. "No importa lo que diga, no nos olvidemos; es un rehén y el régimen lo está utilizando como un trofeo", ha denunciado en Twitter Franak Viacorka, consejero de la líder opositora Svetlana Tikhanóvskaya. "Esto no es una rueda de prensa, sino una escena de Kafka o Orwell; esta gente en uniforme está justificando el secuestro de un avión con argumentos de lucha contra el terrorismo", ha continuado.

Otra entidad que ha expresado su protesta ha sido Jonah Fisher, corresponsal de la BBC en Ucrania y Bielorrusia, quien prefirió ausentarse de la 'rueda de prensa'. "Nos hemos ido; no vamos a tomar parte en ello cuando está claramente bajo coacción", ha escrito también en Twitter.