Oposición a Putin

El movimiento anticorrupción en Rusia intentará mantener su actividad sin el nombre de Navalni

Los activistas y aliados del bloguero en las regiones cierran las oficinas de representación y cortan vínculos financieros o formales con el opositor, pero prometen seguir denunciando los abusos y presentarse a elecciones

Dan por sentado que crecerá la presión policial y que se avecinan tiempos difíciles, pero confían en mantener la penetración entre la ciudadanía lograda durante los últimos años

Navalni y opositores

Navalni y opositores

Marc Marginedas

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"Putin ha transformado a un enemigo grande en 20 o 30 pequeños". Estas palabras, pronunciadas por Danil Markélov, ayudante de un concejal en Novosibirsk y aliado de Alekséi Navalni en las últimas elecciones locales, reflejan las intenciones de buena parte de quienes un día integraron la vasta red de oficinas abiertas por el bloguero en toda Rusia. Ahora que la justicia ha incluido al movimiento en la lista de "organizaciones extremistas", numerosos activistas intentarán mantener vigentes, a nivel local, los dos puntales de su actividad, es decir las investigaciones sobre corrupción y la presentación de candidatos en las convocatorias electorales, aunque cortando todo vínculo nominal o formal con el opositor. Dan por sentado, eso sí, que los márgenes de actuación se estrecharán enormemente, y auguran que la presión policial sobre ellos alcanzará nuevas cotas.

Las consecuencias legales de la inclusión del Fondo contra la Corrupción (FBK, por sus siglas en ruso) en el inventario de organizaciones radicales "son enormes", explica telefónicamente Yevgueni Smírnov, abogado del 'Grupo 29', el colectivo de juristas rusos que ha asumido la defensa de FBK. A partir de ahora, "la organización no puede existir; cualquier contacto con ella es peligroso y puede acarrear desde una sanción administrativa a un caso criminal", especifica. "Si uno se atiene a lo que está sucediendo con los Testigos de Jehová", organización declarada "extremista" en 2017, el futuro para los opositores es poco halagüeño, sostiene el letrado: "Contra esa gente se abren constantemente casos criminales, son convocados por la policía a declarar, al menos como testigos".

Mantenerse a nivel local

Semyon Kochkin, profesor de secundaria en la república de Chuvaisa, en el centro de Rusia, se hallaba hasta hace unas semanas al frente de la oficina local del movimiento de Navalni. Hombre previsor, desde hacía tiempo se preparaba para los nuevos tiempos, ante la evidencia de que la tolerancia hacia FBK se había agotado. "Existe el peligro de que me acusen de seguir trabajando para Navalni; por eso he cerrado todos los vínculos, no puedo recibir financiación de Leónid Volkov (el líder exiliado de FBK ) he clausurado la oficina y también he dejado de publicar contenidos en redes sociales", explica.

Pese a que pintan bastos en el futuro inmediato de Kochkin, éste mantiene el espíritu combativo. "Deberemos empezar desde cero, recaudaremos dinero de forma local a través de campañas de mecenazgo; en estos cinco años he adquirido una gran experiencia y sé como hacer investigaciones y como difundirlas", subraya. Cuenta con la gran popularidad de la que gozaba el movimiento antes de la ilegalización, con buenos resultados obtenidos en los últimos comicios regionales, y con el conflicto existente entre las autoridades de la república y Moscú, una circunstancia que aligera las presiones políticas de la capital.

Vicisitudes judiciales

Idénticas intenciones expresan desde Novosibirsk los miembros de la coalición 2020 apoyada por Navalni, que el pasado verano logró que cuatro de sus candidatos fueran elegidos concejales en la asamblea municipal de la tercera ciudad rusa. "El trabajo de la coalición se mantendrá y su agenda será ampliada del nivel municipal a nivel regional", explica Markélov. Como prueba de que sus actividades aún no se han visto mermadas por las vicisitudes judiciales, acaban de publicar un vídeo de Serguéi Boiko, concejal y líder de la coalición bajo el título 'Siesta Española', en el que denuncia, con el mismo estilo directo y socarrón de Navalni, la supuesta corrupción de Irina Dedenko, una diputada local de Rusia Unida, que incluso cuenta con propiedades en Valencia.

Novosibirsk es una ciudad grande, del tamaño de Barcelona, y "la presión policial no es muy grande", explica Markélov, aunque cree que la vigilancia "se mantiene". Hace poco, al salir de Rusia para unas vacaciones en Egipto, él y su esposa fueron retenidos en la frontera durante un tiempo.

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