Decisión política

Así funcionan los indultos en otros países del mundo

La medida de gracia es aplicada en muchas naciones, aunque con matices y en base a criterios no siempre iguales

El expresidente de EEUU, Richard Nixon, en una foto de archivo durante un viaje a París.

El expresidente de EEUU, Richard Nixon, en una foto de archivo durante un viaje a París. / JEAN-CLAUDE DESSART / REUTERS

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Indultos secretos en Alemania

En Alemania, la figura legal que permite indultar a un preso recibe el nombre de 'Begnadigungsrecht' (“derecho de indulto”). Sólo puede aplicarlo el presidente federal del país – actualmente, Frank-Walter Steinmeier – o, en determinado casos de ámbito regional, cada uno de los primeros ministros de los 16 estados federados. Así lo establece el artículo 60 de la ley fundamental alemana.

 Las peticiones de indulto son analizadas cuidadosamente desde un punto de vista jurídico antes de aterrizar en las mesas del presidente federal o de un primer ministro regional. También se tiene en cuenta la edad, el estado de salud y la biografía personal del peticionario de indulto. Si este es rechazado, el preso no tiene derecho a apelar. Igualmente, si el presidente federal o el jefe de gobierno regional da luz verde al indulto, ningún tribunal del país puede anularlo.

En la mayoría de ocasiones no trasciende quién ha sido indultado ni tampoco las razones. Las autoridades alemanas argumentan este secreto por la protección de datos personales. La estadística oficial sólo registra el número total de indultos aceptados y rechazados. 

El secretismo sobre la identidad de los presos indultados ha tenido excepciones en la historia de la República Federal. A lo largo las décadas de los 80 y los 90, y también a inicios del presente siglo, cuatro presidentes federales diferentes decidieron indultar a un total de siete miembros del grupo armado de extrema izquierda Fracción del Ejército Rojo (RAF), ya desaparecido. Algunos de ellos habían sido condenados a penas de cadena perpetua. La decisión generó un fuerte debate público. (ANDREU JEREZ)

Amplia generosidad en EEUU

En Estados Unidos el poder presidencial para indultos, que se deriva de la Constitución, es amplio, solo no aplicable a casos de ‘impeachment’ o de delitos estatales, y se ha aplicado generosamente a lo largo de toda la historia, a menudo no exento de controversias. El más polémico de la historia reciente del país fue el indulto “total, libre y absoluto” que concedió de forma preventiva Gerald Ford a Richard Nixon incluso antes de que el expresidente, que se vio forzado a dimitir por el escándalo del Watergate, fuera imputado con ningún cargo.

La posibilidad de otro indulto preventivo, en este caso para sí mismo, planeó hasta el final de mandato de Donald Trump pero el republicano finalmente no dio ese paso ni para él ni para sus tres hijos mayores o para su abogado, Rudolph Giuliani. Lo que sí hizo Trump fue extender la clemencia a muchos de sus aliados condenados a raíz de las investigaciones vinculadas al Rusiagate: desde el exasesor de seguridad nacional Michael Flynn hasta Paul Manafort y Roger Stone. Entre los 237 beneficiarios de indultos o conmutaciones de pena también figuran su exestratega jefe, Steve Bannon; Charles Kushner, padre de su yerno Jared y el sheriff xenófobo Joe Arpaio.

Su predecesor, Barack Obama, firmó 1.927 órdenes de clemencia, volviendo a números que no se veían desde la presidencia de Harry Truman. La inmensa mayoría fueron conmutaciones de penas en casos de drogas, coincidiendo con su impulso a la reforma del sistema de justicia penal, pero también en el de Chelsea Manning, la soldado condenada por filtraciones a Wikileaks.

Otros muchos perdones han estado marcados por la polémica. El más sonado de George W. Bush, por ejemplo, fue el de Lewis ‘Scooter’ Libby, que fue jefe de personal del vicepresidente Dick Cheney, condenado por haber revelado la identidad de la agente de la CIA Valerie Plame para vengarse de las críticas a la guerra de Irak de su marido, el embajador Joseph Wilson. Entre los cuestionados de Bill Clinton está el de su hermanastro Roger Clinton, condenado por posesión de cocaína y tráfico de drogas, y el del megadonante demócrata Marc Rich, condenado por fraude fiscal. (IDOYA NOAIN)

Un recurso cada vez más raro en Francia

 "La gracia presidencial no es un regalo para que el jefe de Estado pueda ejercer sus caprichos. Es una responsabilidad a veces aterradora que se le impone y que asume solo, con su conciencia”. Así definió, en 1972, Georges Pompidou un derecho reservado a los presidentes franceses: la concesión del indulto.  

Entre los mandatarios galos, es justamente Pompidou quien más recurrió a la gracia presidencial durante su mandato con más de 8.000 indultos, superando así las 6.000 venias dictadas por François Mitterrand o Valéry Giscard d'Estaing. Entre los indultos más célebres, aparece la gracia del presidente Émile Loubet al capitán Alfred Dreyfus, condenado por traición en un proceso judicial de tintes antisemitas y plagado de irregularidades.  

Con el paso de los años, el recurso a la gracia presidencial se ha convertido en un evento raro, por ende, mediático y, a veces, polémico. En 2008, Nicolas Sarkozy acordó la gracia parcial al exprefecto del departamento de Var, Jean-Charles Marchiani, condenado por tráfico de influencias. Una decisión que indignó a la oposición. Benoît Hamon, entonces portavoz del Partido Socialista, consideró el arbitraje como “un ejemplo de la deriva en el funcionamiento de las instituciones y de la práctica de la presidencia”, pues, a su parecer, la “proximidad partidista” habría guiado la decisión del entonces presidente. 

En 2016, François Hollande decretó una de las gracias más mediáticas y aplaudidas: el indulto total de Jacqueline Sauvage, condenada a diez años de prisión por asesinar a su marido maltratador tras más de cuatro décadas de vejaciones. En 2018, Emmanuel Macron concedió su primera gracia parcial a una exprostituta condenada en 1988 a cadena perpetua por doble asesinato. La venia remplaza la pena inicial por veinte años de prisión y permitirá a Marie-Claire F, septuagenaria, beneficiarse de unas condiciones penitenciarias más flexibles. (IRENE CASADO)

Una herramioenta para vaciar las cárceles en Italia

En Italia la herramienta jurídica del indulto ha sido utilizada en las últimas décadas sobre todo para reducir la población carcelaria, en virtud del endémico problema de hacinamiento de las prisiones italianas. Por ello, los últimos grandes indultos han sido masivos. En concreto, en 2006, cuando había cerca de 70.000 personas recluidas en prisiones del país, fueron liberados más de 25.000 detenidos. Mientras que, en 2013, cuando la población carcelaria rondaba los 60.000 individuos, otros 10.000 también se beneficiaron de esta figura jurídica, según datos de la policía penitenciaria. 

También se han favorecido de indultos, gracias o amnistías, personas afiliadas a grupos políticos acusados de actos violentos o de terrorismo, lo que a menudo ha provocado polémicas y divisiones en la sociedad. Un ejemplo es el caso de Ovidio Bompressi, antiguo integrante del grupo de extrema izquierda Lotta Continua, y Silvia Baraldini, una activista italiana cercana al movimiento estadounidense de las Panteras Negras. Ambos fueron excarcelados en 2006. 

En lo que concierne a las gracias, es el presidente de la República quien concede este perdón en Italia. Y entre los que se han beneficiado hay políticos, banqueros acusados de fraudes financieros, periodistas con condenas por difamación, e incluso una antigua agente de la CIA estadounidense, Sabrina De Sousa, condenada por haber secuestrado ilegalmente un imán en Milán en 2003 y quien recibió la gracia en 2017. No obstante, la cantidad de solicitudes de gracias e indultos es mucho mayor a las que finalmente son concedidas. (IRENE SAVIO)

Una Prerrogativa real de gracia en el Reino Unido

En el Reino Unido los indultos reciben el nombre de Prerrogativa real de gracia (“Royal prerogative of mercy”), un poder para indultar a cualquiera condenado por un delito, que históricamente estaba en manos de los monarcas absolutos. En la actualidad, en el régimen de monarquía parlamentaria, esos poderes reales son simbólicos y están delegados en el ministro de Justicia, quien propone a la soberana la aplicación de indultos o reducción de penas de cárcel de acuerdo con la ley de 1974 de Rehabilitación de Delincuentes.  

 El caso más famoso tuvo lugar en el 2013 cuando la reina Isabel II concedió Alan Turing un indulto a título póstumo. El matemático (1912-1954), héroe nacional por su papel en la victoria aliada durante la Segunda Guerra Mundial, fue condenado 1952 por atentado contra la moral pública dada su condición de homosexual. Turing terminó suicidándose. Tres años después del perdón, el Gobierno anunció el indulto de 65.000 condenados en su día por ser homosexuales, la mayoría ya fallecidos.

A veces los perdones reales son tan controvertidos que se han mantenido en secreto. En el 2014, la entonces ministra británica conservadora para Irlanda del Norte, Theresa Villiers, reconoció que el Gobierno británico había concedido indultos especiales en los años ochenta, con Margaret Thatcher, y tras la firma de los acuerdos de paz de Viernes Santo en 1998, a miembros de grupos paramilitares. Villiers afirmó entonces que no era adecuado identificar a los beneficiarios.

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