Cita con las urnas

Perú pone fin a la campaña electoral más sangrienta

El sindicalista Pedro Castillo y Keiko Fujimori, hija del autócrata encarcelado, están en empate técnico, según los sondeos, de cara a la segunda vuelta

Pedro Castillo y Keiko Fujimori

Pedro Castillo y Keiko Fujimori / REUTERS / S. CASTANEDA / EFE / J. REYES

Abel Gilbert

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Pedro Castillo y Keiko Fujimori tienen este jueves la última oportunidad de convencer a millones de indecisos que son la mejor alternativa para gobernar Perú a partir del 28 de julio. La segunda vuelta del próximo domingo entre un sindicalista de izquierdas y la hija de Alberto Fujimori, el autócrata encarcelado, reviste de un dramatismo singular en un país que se ha acostumbrado a elegir "entre el abismo y el precipicio". Los candidatos llegaron al final de esta carrera en una situación de virtual empate técnico, según consultoras cuyas predicciones en las últimas contiendas estuvieron lejos de ajustarse a la realidad.

La campaña ha tenido el sesgo de la altisonancia, la difamación y las fake news, consumidas por una sociedad inerme. La pandemia ha relegado la pobreza a un tercio de un país que registra la mayor tasa de mortalidad del mundo por covid por cada 100.000 habitantes: más de 180.000 decesos. Si algo han comprobado buena parte de los peruanos es que ninguno de los contendientes está a la altura de las circunstancias.

"No más pobres en un país rico", repite Castillo, un maestro del Perú profundo que en la primera vuelta tuvo el 18,2% de los votos. Su popularidad crece a medida que se aleja de la capital y los principales centros urbanos. "El feminicidio es producto de la ociosidad que genera el mismo Estado, la desocupación, la delincuencia", dijo días atrás. Los colectivos feministas se indignaron. En 2020 fueron asesinadas 138 mujeres. El candidato de Perú libre aseguró que sacaron sus palabras de contexto. Sus mensajes oscilan entre la radicalidad y la complacencia. A su alrededor hay personajes de dudosas credenciales democráticas.

'Libertad o comunismo'

Keiko tiene su principal sostén electoral en Lima y las clases altas y medias. Libertad o comunismo, es su lema. Apenas un 13,4% de los votos la llevó al segundo turno. En estas horas de polarización, la líder de Fuerza Popular, ha provocado un verdadero milagro óptico. Los grandes medios de comunicación dejaron de verla como una política tan inescrupulosa como su padre.

Días atrás, Mario Vargas Llosa, enconado enemigo del fujimorismo desde 1990, volvió a pedir el voto por Keiko. El autor de Conversaciones en la catedral fue "testigo" desde Madrid del "juramento democrático" de la aspirante. "La señora Fujimori", dijo, se ha comprometido "a abandonar el poder a los cinco años" de gestión, así como "respetar sistemáticamente el derecho de crítica en la prensa" y la independencia del Poder Judicial. Nada dijo de la causa pendiente por la cual la fiscalía ha reclamado 30 años de prisión para la candidata por lavado de activos. La aceptación de Fujimori como "mal menor" por parte de la elite económica pone en escena el temor a que los esfuerzos peruanos por seguir el modelo económico chileno, de orientación neoliberal, se desvanezcan en el aire, como promete suceder en el vecino país después de las recientes elecciones constituyentes.

La irrupción de Sendero Luminoso

Pero no es el único miedo que se apodera de los peruanos: hay pánico a contagiarse de covid y a perder el trabajo, así como una acendrada aprensión del retorno de los días donde la vida no valía un sol, la moneda nacional. El asesinato de 16 personas en un apartado poblado de montañas a unos 400 kilómetros de Lima convocó a los peores fantasmas del pasado. La matanza en una zona ocupada por el narcotráfico fue atribuida a remanentes de Sendero Luminoso, el grupo armado que asoló Perú en los años 80. La irrupción de los terrucos (por terroristas)" en plena campaña ha provocado tanta inquietud como sorpresa y hasta sospecha. El principal defensor de la hipótesis senderista es el general César Astudillo Calcedo, jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas del Perú. Su vivienda, así como la de 11 colaboradores, acaba de ser allanada por le justicia, que investiga episodios de sustracción y venta de combustible asignado al Ejército.

El día después

En pocos días se sabrá si los crímenes favorecieron a Fujimori en las urnas. Varios analistas ya comienzan a imaginar el "día después" de la contienda. Si ganara Castillo, tendrá muy poco margen de maniobra: el Congreso no le responderá y deberá convivir con la amenaza permanente de una moción de censura. La pregunta que algunos se formulan es si Castillo se atrevería a emular a Alberto Fujimori, quien, para sortear un obstáculo similar, clausuró el Parlamento en 1992. En caso de que su hija acceda al Palacio Pizarro, contará con una alianza parlamentaria capaz de bloquear cualquier intento de vacante.

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