Giro ante un problema demográfico

China permitirá tener hasta 3 hijos para estimular la natalidad

El giro en la política familiar responde a la dramática caída de la natalidad y al progresivo envejecimiento de la población

China permite a sus familias tener un tercer hijo

China permite a sus familias tener un tercer hijo. En la foto, una familia en una calle de Shanghái. /

Adrián Foncillas

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Las parejas chinas podrán tener tres hijos, ha anunciado esta mañana Pekín. La medida se daba por descontada y solo faltaba ponerle fecha. Su eficacia plantea más dudas porque los chinos han mostrado un terco desinterés por el segundo hijo: a la natalidad no la embridaba la ley sino un contexto económico-social similar al de Occidente. 

 El penúltimo clavo en el ataúd de la política familiar que durante décadas imperó en China ha sido martilleado tras una reunión del Politburó del Partido Comunista presidida por su líder, Xi Jinping. El escueto comunicado adelanta más novedades: el retraso de la edad de jubilación (establecida en 55 años para las mujeres y 60 para los hombres), campañas de educación para jóvenes sobre el matrimonio y la familia, mejoras en los servicios de atención a los niños, bajas de maternidad y seguros de nacimiento. En esas medidas reside el meollo del problema porque su gravedad y la voluntad por resolverlo han integrado el discurso político de los últimos años y están subrayados en el Plan Quinquenal.  

El censo

La reforma llega un par de semanas después de que el censo, elaborado cada diez años por siete millones de funcionarios que peinan el territorio casa por casa, subrayara la magnitud del reto. China evitó la contracción de su población que habían pronosticado los agoreros pero se apuntó el crecimiento más lento desde que la campaña del Gran Salto Adelante (1958-1960) diezmara al país. El 5,34 % anual está medio punto por debajo de la década previa y muy lejos de los habituales dobles dígitos del pasado siglo. Es sólo una cuestión de tiempo que aparezcan los números rojos.  

 La noticia generó respuestas opuestas. La prensa nacional la saludó con la pompa que merecen los hitos históricos, sazonada con portadas y fotografías de risueñas familias numerosas. Las redes sociales matizaron el optimismo. La etiqueta #aquíllegaeltercerhijo concentró la atención en Weibo, algo parecido al Twitter chino, con una idea motriz: ¿quién va a ir a por el trío cuándo no puede permitirse la parejita? Falta energía, tiempo y, sobre todo, dinero.  

 “No funcionará, sólo tienes que leer las mofas en Weibo”, anticipa Xiong Jing, célebre activista del feminismo en China. “Todo lo relacionado con los hijos es muy caro, China tiene que invertir mucho en servicios sociales para animar a los jóvenes. Muchas mujeres no quieren tener hijos porque frenan su carrera profesional y sufren una pérdida económica enorme. También persisten políticas discriminatorias como el hukou (el registro administrativo), que dificulta la obtención de la residencia a los niños de madres solteras”, añade.  

El precedente de Heilongiang

 La medida ha sido adoptada a escala nacional después de que ser instaurada en la fría y norteña provincia de Heilongjiang. El aluvión de hijos fue tan escaso como indicaban los precedentes. La jubilación en 2015 de la política del hijo único, el mayor experimento demográfico de la Historia, fue la tardía constatación de una certeza: China ya no necesitaba embridar la natalidad sino estimularla.

 Los nacimientos crecieron el siguiente año en dos millones, una cifra muy alejada del anhelado baby boom, y al siguiente retomaron la caída. El pasado año fueron 12 millones, un retroceso del 18 % respecto a los 14,6 millones del anterior. La fertilidad (ratio de niños por mujer) sigue en el 1,3, muy lejos del 2,1 que necesita la población para mantenerse a largo plazo. 

 El país vive una paradoja: el gobierno se esfuerza en que los chinos tengan los hijos que les prohibieron en el pasado. Hoy es un contexto socio-económico similar al de España el que frena la natalidad. Los jóvenes rehúyen las familias numerosas por las extenuantes jornadas laborales, la carestía de la vida, el deseo de disfrutar del tiempo libre y la incertidumbre que ha acentuado el coronavirus. La competitiva sociedad china, que aconseja concentrar todos los recursos económicos en un hijo antes que dividirlos, agrava el cuadro.  

 Unidos, Europa Occidental, Japón o Corea del Sur han antecedido a China pero ningún otro país había envejecido antes de alcanzar el pleno desarrollo. Muchos expertos habían anticipado que Pekín volaría todas las limitaciones numéricas pero no hay diferencia práctica entre permitir tres o 14 hijos. Los expertos opinan que sólo una política fiscal generosa mitigará el problema.