Plan para EEUU

La ambiciosa agenda social y económica de Biden cobra forma en una propuesta de presupuestos de seis billones de dólares

El proyecto debe contar con la aprobación de las dos Cámaras legislativas

El presidente de EEUU, Joe Biden, durante un acto en Alexandria, Virginia, este viernes.

El presidente de EEUU, Joe Biden, durante un acto en Alexandria, Virginia, este viernes. / MANDEL NGAN

Idoya Noain

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Toda propuesta de presupuesto es una hoja de ruta, un documento político que se lee como un ejercicio de aspiraciones. La que ha presentado este viernes el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se marca como destino un país social y económicamente más justo y menos desigual, puesto al día en infraestructuras, comprometido en la lucha contra el cambio climático y dispuesto a mantener su pujanza y competitividad ante otras naciones

Las cuentas para el año fiscal 2022 que arranca el 1 de octubre y que el demócrata ha enviado al Congreso contemplan un gasto de seis billones de dólares, una inversión federal sostenida sin parangón en EEUU desde la Segunda Guerra Mundial y que se elevaría hasta 8,2 billones de dólares en 2031. Ponen en marcha ahora un complejo y largo proceso de negociaciones en las Cámaras, donde se puede dar por garantizado que se transformarán, reducirán o incluso desaparecerán las partidas planteadas.

Lo harán especialmente ante los retos y la resistencia de los republicanos, preocupados ahora por la inflación y opuestos a la gran expansión de gasto por el  aumento del déficit (hasta 1,3 billones anuales la próxima década) y la deuda (que alcanzaría un 117% del valor de la economía para 2031). Pero el demócrata también tendrá que hilar fino para negociar y convencer a moderados de su propio partido.

De momento, en cualquier caso, la propuesta presupuestaria sirve para subrayar la ambiciosa agenda y las prioridades de Biden, que propone aprovechar el momento en que EEUU sale de la crisis provocada por la pandemia para expandir el tamaño y el alcance del Gobierno federal. Y se construye sobre dos cimientos: la propuesta de su plan de infraestructuras y el destinado a familias y trabajadores con el que propone ampliar el Estado del bienestar con programas sociales, educativos, sanitarios y económicos, incluyendo inversiones para las bajas por maternidad o paternidad o para cuidado preescolar.

"Es una declaración de valores que define lo mejor de nuestra nación", ha escrito Biden en el documento enviado al Congreso. "Refleja el hecho de que la idea de "trickle-down economics" nunca ha funcionado y que la mejor forma de hacer crecer nuestra economía no es de arriba abajo sino de abajo arriba y del centro hacia fuera".

Programas sociales e impuestos

Más de la mitad de la mastodóntica propuesta presupuestaria va a parar a cubrir gastos obligatorios a los que el Gobierno, esté quien esté en la Casa Blanca, debe hacer frente, incluyendo los de la Seguridad Social y Medicare y Medicaid, los dos programas de asistencia sanitaria pública. Del resto, la mayoría, 1,52 billones exactamente, se destinan a defensa (cuyo presupuesto se elevaría un 1,7% pero también representaría un porcentaje menor en la economía) y a programas nacionales de, por ejemplo, educación, salud, investigación y energías renovables.

Para financiar el gasto propuesto Biden se apoya en un proyecto de subidas de impuestos a corporaciones, a bienes de capital y a las rentas más altas, uno de los terrenos donde además de la oposición republicana va a tener que enfrentar reticencias de demócratas moderados. Y las primeras críticas empezaron a llegar el jueves mismo, cuando 'The New York Times' adelantó el contenido de la propuesta de presupuestos y se supo que asume que los recortes de impuestos que Donald Trump aprobó para las rentas medias y bajas expirarán, como está previsto, en 2026. Los republicanos acusaron inmediatamente al mandatario de romper su promesa de que no subiría los impuestos a las rentas más discretas.

Las cuentas de Biden también incluyen un análisis de la situación económica y perspectivas sobre inflación, empleo y crecimiento y en los números late la convicción de su Administración de que la situación fiscal es manejable. Frente a las voces que advierten sobre la subida de precios (que en abril crecieron un 3,6%, al ritmo más rápido en 13 años), la Administración Biden cree que la presión de la inflación es un problema transitorio y calcula que no subirá más rápido del 2,3%. Estima también que el paro caerá a un 4,1% en 2022 y se mantendrá por debajo del 4% durante la próxima década. Incluye, además, una estimación de crecimiento del 5,2% este año, el 4,3% en 2022 y entre un 1,8 y un 2% el resto de la década.