Reflexión social

La crisis de Gaza reabre el debate sobre el antisemitismo en Alemania

Dónde acaba la crítica legítima a Israel y dónde empieza el antisemitismo vuelve a plantearse tras la última ofensiva de Israel en Gaza

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bedrlin / Reuters

Andreu Jerez

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No es un debate nuevo en Alemania, pero la actual espiral de violencia en Oriente Próximo ha vuelto a encenderlo: la discusión sobre dónde acaba la crítica legítima a Israel y dónde empieza el antisemitismo es compleja en un país en el que la responsabilidad respecto a la comunidad judía y al derecho de existencia del Estado de Israel es un consenso que traspasa partidos por evidentes razones históricas. Recientes manifestaciones propalestinas en ciudades alemanas han reactivado a las instituciones frente a unas acusaciones de antisemitismo que, entretanto, incluso recaen sobre judíos israelíes y alemanes que participan en las marchas. 

En la llamada telefónica que mantuvieron el pasado lunes Angela Merkel y Benjamin Netanyahu, la canciller federal le garantizó al primer ministro israelí el apoyo incondicional de Alemania en su “derecho a defensa propia” frente a los ataques de Hamás. Más allá de una breve mención a los “muchos” muertos civiles “en ambos lados”, la nota emitida por la cancillería no hacía referencia alguna a la situación humanitaria en Gaza ni a las acusaciones contra las fuerzas armadas israelís de crímenes de guerra en la Franja. Merkel le expresó a Netanyahu su esperanza en un “rápido fin” de los combates.

Preguntado por la muerte de menores en la ofensiva israelí contra el enclave palestino, el portavoz de la cancillería, Steffen Seibert, añadió en rueda de prensa: “El mundo sabe de la estrategia consciente de Hamás de instalar sus túneles cerca de escuelas y de realizar sus operaciones en zonas densamente pobladas. De esta forma, toma a la población palestina como rehén. Es un proceder cínico”.

“Antisemitismo importado”

Un reciente informe del Ministerio del Interior alemán apunta que las agresiones antisemitas han aumentado en los últimos tiempos en el país. El ataque de un lobo solitario ultraderechista contra la sinagoga de la ciudad de Halle es sólo un ejemplo más que demuestra que el antisemitismo ya estaba allí antes del actual recrudecimiento del conflicto en Oriente Próximo. Según datos del Ministerio federal del Interior, más del 93% de las agresiones contra la comunidad judía alemana son obra de la ultraderecha.

Pese a esta última estadística, la guerra en Oriente Próximo se ve actualmente acompañada en Alemania por un debate sobre el “antisemitismo importado” desde países árabes y musulmanes, una narrativa especialmente utilizada por la ultraderecha de Alternativa para Alemania (AfD), pero también por integrantes de otros partidos como la unión conservadora CDU-CSU de Merkel. “Si la lucha contra el antisemitismo es realmente seria, entonces hay que impedir la inmigración islámica masiva”, dijo esta semana Alexander Gauland, jefe de la fracción parlamentaria de AfD.

Marchas propalestinas

Las marchas propalestinas de los últimos días, en las que han participado miles de personas y que en Berlín transcurrieron por Neukölln -un distrito con una importante población de origen árabe- se han convertido en especial objetivo de las críticas al “antisemitismo importado”. Algunos medios incluso califican directamente las marchas de “antisemitas” tras la quema de banderas de Israel y por expresiones antiisraelís.

“Personalmente, yo no vi con mis propios ojos incidentes antisemitas. Por una amiga sé que en una de las manifestaciones se gritó "bombas sobre Tel Aviv". Pero en marchas con miles de personas lamentablemente siempre ocurren cosas así", dice a EL PERIÓDICO Lili Sommerfeld, integrante de la oenegé Voz Judía para una paz justa en Oriente Próximo, que coorganizó las manifestaciones.

“Lo más importante es que los tres grupos convocantes se distanciaron claramente de cualquier antisemitismo y también de ataques contra sinagogas o de la quema de banderas de Israel. Aquí no se trata de antisemitismo, sino de resistencia contra un estado que aplica una política de apartheid”, dice Sommerfeld, ciudadana alemana de raíces judías.

Boicot a Israel

Uno de los debates más encendidos sobre los límites entre antisemitismo y antisionismo afecta al Movimiento Boicot , Desinversiones y Sanciones contra Israel (BDS, por sus siglas en inglés), una campaña global que apuesta por boicotear cualquier producto procedente de Israel para forzar a su gobierno a cambiar sus políticas respecto a los palestinos y en los territorios ocupados. El BDS genera especial controversia en Alemania por asociaciones históricas con la campaña nazi en la década de los 30 del siglo pasado contra comercios judíos.

Activistas judíos israelíes como Ronnie Barkan y Stavit Sinai llegaron a afrontar un juicio en Alemania por su participación en acciones del BDS contra actos organizados por la embajada de Israel en Berlín. “No voy a dar legitimidad alguna a las acusaciones de antisemitismo contra personas que participan en acciones contra crímenes de guerra”, dice desde el Reino Unido Stavit Sinai, que acaba de salir de prisión por una acción directa contra Elbit System, empresa armamentística israelí a la que acusa de fabricar drones que sirven para bombardear la Franja de Gaza.

“Yo no apoyo la campaña del BDS, pero defiendo el derecho a defender un boicot pacífico a Israel. BDS no es antisemita”, dice Lili Sommerfeld desde Berlín. “El gobierno alemán utiliza esa estrategia porque le permita calificar de antisemita a cualquier persona que tenga relación con el BDS. Y eso le ha facilitado enormemente acallar las críticas a Israel”.

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