Enfrentamientos entre Israel y Palestina
La escalada en Oriente Próximo desnuda la falta de estrategia de Biden en la región
Biden envía a un subsecretario a la región para buscar la "desescalada" y reunirse con las partes
La Casa Blanca bloquea una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU para pedir el cese de la violencia
El Departamento de Estado pide calma y lamenta las pérdidas de vida en los dos bandos
Ricardo Mir de Francia
Periodista
Especialista en política internacional y reportero. Fue corresponsal en Washington durante una década, donde cubrió las presidencias de Obama, Trump y los inicios de Biden. Antes estuvo otros seis años en Oriente Medio. Licenciado en Periodismo por la Pompeu Fabra y con estudios de posgrado en Derecho Internacional, se ocupa actualmente de la guerra en Ucrania. Interesado también en temas de investigación, geopolítica de la energía, cambio climático y economía.
El conflicto entre israelís y palestinos no estaba entre las prioridades de Joe Biden en política exterior. Desde que aterrizara en la Casa Blanca, el demócrata ha demostrado no tener ninguna prisa en gastar parte de su capital político en tratar de restaurar el papel de Estados Unidos como mediador creíble en el conflicto o revertir las políticas proisraelís con las que Donald Trump quiso alterar los parámetros de su solución política. El problema de esa actitud de manos libres es que apuesta implícitamente por la estabilidad en una región donde la estabilidad siempre es pasajera. Y eso es lo que le está pasando a Biden. Su Administración ha pedido “calma”, “contención” y el cese de la violencia a las partes, pero sus llamamientos están sido concienzudamente ignorados.
Las limitaciones estadounidenses las reconoció el lunes un portavoz del Departamento de Estado. “Nuestra prioridad es restaurar la calma y, a medio plazo, recuperar de algún modo la función de mediadores entre israelís y palestinos”, dijo Ned Price. “Pero dadas las circunstancias actuales sobre el terreno, incluso antes de este último estallido, no estamos en posición de ver progresos significativos”. Su país no solo ha perdido influencia, también está muy debilitado diplomáticamente en la región. Cuatro meses después de llegar al poder, Biden todavía no ha nombrado a su embajador en Israel ni ha reabierto el consulado en Jerusalén Este que se encargaba de lidiar con los palestinos. Tampoco ha designado un enviado especial a la región para tratar de reactivar el proceso de paz como hicieron algunos de sus predecesores.
Postura equilibrada
Y aunque desde el Departamento de Estado se ha buscado una postura más equilibrada a la hora de condenar la violencia y las provocaciones israelís en Jerusalén que la desencadenaron, la Casa Blanca ha bloqueado por el momento una respuesta del Consejo de Seguridad de la ONU. Esgrime que podría dañar los esfuerzos soterrados de la diplomacia para tratar de frenar la escalada de violencia, aunque nadie se le escapa que Washington trata de prevenir también una resolución que ponga el peso de la culpa en el bando israelí.
Y, entre tanto, el presidente ha decidido enviar a la región al subsecretario adjunto de Asuntos Palestinos e Israelís, Hady Amr, para buscar una “desescalada”. Amr viajará en las próximas horas y tiene previsto reunirse con los líderes de las dos partes, a pesar de que el liderazgo palestino en Ramala pinta poco en esta conflagración, dirigida desde Gaza por Hamas.
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