Bloqueo político

Netanyahu sigue sin formar gobierno a pocas horas de que finalice el plazo

El primer ministro de Israel ha sido incapaz de crear una coalición de gobierno con los resultados obtenidos tras las elecciones del pasado 23 de marzo

Aumenta la tensión en Cisjordania mientras las culpas por la tragedia de Lag Baomer planean sobre Netanyahu, que hace frente además a un juicio por corrupción

Netanyahu Israel

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Andrea López-Tomàs

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Corre el tiempo y Binyamin Netanyahu sigue igual: incompleto. Tras las elecciones del pasado 23 de marzo, el primer ministro de Israel no ha logrado formar gobierno y este martes a medianoche se acaba el plazo para alcanzar un acuerdo. Por eso, el mandatario más longevo de la historia del país ha ofrecido al partido ultraderechista Yamina dirigir el Ejecutivo durante un año. Un intento desesperado por comprar su apoyo. Mientras, su juicio por corrupción ahonda en la fase probatoria, la violencia se extiende en Cisjordania y las culpas por la desgracia del Lag Baomer planean sobre su cabeza.

El poder se escurre entre las manos de Netanyahu a medida que pasan las horas. Por ello, el primer ministro ha sacado toda la artillería a su disposición para seguir en el cargo. Además de ofrecer un gobierno de rotación a Naftali Bennett, líder de Yamina, también el Likud se apresura en aprobar una legislación que permita celebrar elecciones directas para primer ministro sin más parlamentarias. Hay muy pocas posibilidades de que esta iniciativa prospere.

A las 00:00 horas del miércoles, el presidente Reuven Rivlin será quien decida el futuro del país. Netanyahu puede seguir en el cargo, ya que el presidente aún puede darle una extensión de dos semanas. Lo más probable es encargue formar gobierno a otro candidato. Todos los rumores apuntan a Yair Lapid, que lidera el centrista Yesh Atid, segunda fuerza en las elecciones de marzo. O si no, también puede recurrir al Knéset, el Parlamento israelí, para que en menos de 21 días elija a un primer ministro. Esta es la opción más remota, ya que prácticamente equivaldría a abocar al país a unas quintas elecciones en dos años. 

Apoyo de los islamistas

Nunca le pedí a Netanyahu ser primer ministro, le pedí un gobierno pero desafortunadamente no tiene eso”, ha reconocido Bennett como respuesta al ofrecimiento de encabezar el Ejecutivo durante un año. Precisamente por un gobierno de rotación que nunca rotó, Israel se instaló en el estancamiento político y encadena elecciones. El país lleva dos años sin presupuesto estatal en plena pandemia y va retrasando los nombramientos para puestos administrativos y judiciales clave.

Pero el apoyo de Yamina no equivale a la coalición. Los 30 escaños obtenidos por el Likud en marzo no son suficientes junto a los apoyos de los ultraortodoxos y ultraderechistas para formar gobierno. Con Bennett a bordo, Netanyahu se queda a dos escaños de los 61 necesarios. Para sumar, el primer ministro ha propuesto la posibilidad de incluir al partido islamista Raam en la coalición. El líder de Sionismo Religioso, el homófobo y racista Bezalel Smotrich, ha rechazado cualquier unión con el partido del árabe Mansour Abbas. 

Desalojos a la fuerza

El centrista Lapid , por su lado, tampoco cuenta con la aritmética adecuada. Los demás partidos solo tienen en común la oposición a Netanyahu, factor muy frágil para compensar las diferencias ideológicas. Mientras, el país sigue recomponiéndose de la tragedia del Lag Baomer en la que murieron 45 israelís en una avalancha humana durante la madrugada del pasado viernes. Los primeros resultados apuntan a la permisividad de Netanyahu con sus socios ultraortodoxos como primera semilla de la catástrofe. 

Además, al otro lado de la Línea Verde, aumenta la tensión de forma alarmante. Hombres armados que conducían un vehículo con matrícula palestina abrieron fuego contra un grupo de estudiantes israelís, hiriendo a tres. En un puesto de control, soldados israelís dispararon a una mujer palestina que sacó un cuchillo. Los colonos también protagonizan la escalada de violencia con el impune desalojo por la fuerza de familias palestinas en Jerusalén Este. Grupos de manifestantes palestinos han intentado combatirlos pero el Estado israelí es más fuerte.