Yihadismo global

Al Qaeda no murió con Bin Laden hace 10 años, solo se transformó

Desde la muerte del terrorista saudí, el grupo yihadista se ha subdividido en varias organizaciones que funcionan semi-independientemente

Durante todos estos años ha habido escisiones en el movimiento islamista armado de las que han surgido grupos como el Estado Islámico

Bin Laden

Bin Laden / BANARAS KHAN / AFP

Adrià Rocha Cutiller

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El sol empezaba a desaparecer detrás de las montañas de la región de Abyan, en Yemen, cuando un grupo de hombres asaltó por sorpresa un control policial de una carretera. Armados con lanzagranadas y fusiles, los asaltantes empezaron a disparar contra todo y todos: murieron 12 personas. Los atacantes escaparon todos con vida. El ataque ocurrió el pasado 18 de marzo y es de los últimos llevado a cabo por miembros de Al Qaeda, casi exactamente diez años después de la muerte de Osama Bin Laden, fundador de la red terrorista, a manos de un comando estadouindense en una remota localidad de Pakistán, donde se había refugiado. 

Bin Laden, hijo de una de las familias más ricas de Arabia Saudí, creó la organización en 1988 en Afganistán para luchar contra la invasión de los soviéticos del país centroasiático. Al cabo de pocos años, sin embargo, ordenó llevar a cabo atentados más allá de la frontera afgana. El primero fue en el Yemen, en 1992.

La época dorada de la organización fue durante la primera década de los 2000, cuando su nombre era conocido por todos los ciudadanos del mundo por sus atentados de gran impacto casi anuales. Pero el 2 de mayo de 2011, Estados Unidos acabó con Bin Laden, considerado el terrorista más buscado del planeta. Al Qaeda quedó tocada, pero sigue viva.

“Al Qaeda es ahora una sombra de lo que fue. La campaña global contra lo que creó Osama Bin Laden ha cosechado un éxito notable y las ideas que inspiraron a Bin Laden y a sus seguidores han perdido buena parte de su atractivo. Pero no hay espacio para la complacencia y el riesgo sigue ahí, aunque es distinto”, explica Bruce Riedel, del Instituto Brookings de los EEUU.

Un nuevo líder

Ayman al Zawahiri, un cirujano egipio que, junto con Bin Laden orquestó y preparó los atentados contra las torres gemelas de setiembre de 2001, se hizo con el mando de Al Qaeda. Zawahiri, sin embargo, es considerado un dirigente mucho menos carismático que su antecesor y, además, se rumorea que está gravemente enfermo, si es que aún está vivo. En octubre del 2020, varias agencias de inteligencia occidentales especularon con que había muerto ese mes en alguna zona entre la frontera de Afganistán y Pakistán, por problemas de corazón o respiratorios. La noticia no ha sido confirmada ni desmentida. Sea como sea, se cree que hace algunos años que ha dejado de comandar activamente el grupo que estaría ahora bajo las órdenes de Saif Al Adel, también egipcio.

Imagen de archivo tomada el 8 de noviembre de 2001 que muestra al fallecido líder de Al-Qaeda, Osama Bin Laden, (i), y a su número dos, Ayman Al-Zawahiri, en un lugar sin identificar de Afganistán.

Imagen de archivo tomada el 8 de noviembre de 2001 que muestra al fallecido líder de Al-Qaeda, Osama Bin Laden, (i), y a su número dos, Ayman Al-Zawahiri, en un lugar sin identificar de Afganistán. / EFE

“Bajo el mando de Al Zawahiri, Al Qaeda se ha convertido en una organización cada vez más descentralizada, con la autoridad y el poder básicamente en manos de los líderes de las organizaciones regionales”, asegura un informe reciente de un 'think tank' estadounidense especializado en terrorismo yihadista.

Desde la muerte de Bin Laden, el número de atentados reivindicados por Al Qaeda se ha disparado en comparación a cuando el terrorista saudí estaba con vida. La diferencia radica en que los actuales, aunque mayores en número, son menores en mortalidad y ocurren sobre todo lejos de Occidente. No los vemos tanto.

Yihadismo federal

En la actualidad, durante los últimos años bajo el mando de Al Zawahiri, Al Qaeda se ha convertido en una especie de organización federal, en la que hay un mando central, bajo las órdenes del líder, pero quien manda sobre el terreno son las organizaciones locales que rinden pleitesía a los jefes, situados entre Pakistán y Afganistán. 

Estas filiales son las que cometen ataques y atentados. Son cuatro: Al Qaeda en el Magreb Islámico, que actúa sobre todo en la región del Sahel, al sur del desierto del Sáhara; Al Qaeda en la Península Arábica, radicada en Yemen; Al Shabab, entre Somalia y Kenya y Al Qaeda en el Subcontinente Islámico, en India.

Hace algunos años, Al Qaeda contaba con dos filiales más, una en Irak y otra en Siria, pero ambas, por motivos distintos, se escindieron. La iraquí se separó en 2013 y estaba liderada por Abu Bakr Al Bagdadi, líder del Estado Islámico (EI). El Estado Islámico se escindió de Al Qaeda en 2014, pocos meses antes de la declaración del califato en la ciudad de iraquí Mosul. Al Bagdadi consideraba que Al Qaeda, que estaba en contra del asesinato de musulmanes chiís, “demasiado blanda”.

La otra escisión fue la de la filial de Al Qaeda en Siria, Jabhat al Nusra. Liderada por Abu Mohammed Al Golani, se rebautizó en 2017 como Hayat Tahrir al Sham (HTS) y rompió con Al Zawahiri. Desde entonces, HTS lucha por la implementación de la ley islámica, pero para que se implante en Siria y no en todo el mundo. Y sus líderes rechazan hacer atentados para conseguirlo.

“[Después de Zawahiri], el nuevo líder del Al Qaeda probablemente dirigirá la organización en un punto clave del movimiento yihadista mundial. Nuevos escenarios están apareciendo en África y Asia. El nuevo líder de Al Qaeda, durante el tiempo que sobreviva, tendrá su tiempo ocupado”, escribe el experto Daniel Byman.

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