Medio Ambiente

El mundo da una nueva oportunidad a EEUU en la cumbre del clima de Biden

El presidente se compromete a reducir a la mitad la emisiones de efecto invernadero durante la próxima década

Los grandes líderes mundiales se sientan en la mesa virtual para celebrar el regreso estadounidense

El presidente de EEUU, Joe Biden, durante su anuncio de las nuevas medidas ejecutivas para mejorar el control de las armas.

El presidente de EEUU, Joe Biden, durante su anuncio de las nuevas medidas ejecutivas para mejorar el control de las armas. / BRENDAN SMIALOWSKI

Ricardo Mir de Francia

Ricardo Mir de Francia

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El mundo necesita a Estados Unidos si quiere prevenir los efectos más catastróficos del cambio climático. No se explica de otra manera que los pesos pesados mundiales sin excepción se hayan puesto ordenadamente en la fila para hacer realidad una de las promesas de campaña del hoy presidente Joe Biden. La primera jornada de su cumbre virtual de líderes sobre el clima ha servido para constatar que el mundo está dispuesto a dar una nueva oportunidad al país que más ha contribuido históricamente al calentamiento global, a pesar de su oscilante compromiso con la salud del planeta, caprichosamente sujeto a sus ciclos políticos. La Casa Blanca ha querido remarcar que está de vuelta anunciando nuevos objetivos en la reducción de emisiones, como han hecho también Canadá, Japón o Corea siguiendo la estela de la Unión Europea y el Reino Unido

La renovada disposición de Washington a recuperar el liderazgo mundial en la materia, dilapidado tras los años de negacionismo climático de Donald Trump, ha sido ampliamente celebrada por sus aliados. El primer ministro británico Boris Johnson ha agradecido a Biden que “devuelva a EE UU a la primera línea de la lucha contra el cambio climático”, mientras que la canciller Ángela Merkel recalcó que “no hay ninguna duda de que el mundo necesita la contribución” estadounidense. Sus rivales geopolíticos han preferido ahorrarse los parabienes, en algunos casos, para lanzar críticas veladas al valor de la palabra de la primera potencia mundial, que no llegó a ratificar los Acuerdos de Kyoto firmados por Clinton en 1998 cuando su sucesor republicano se instaló en la Casa Blanca y que rompió con el pacto de París impulsado por Obama cuando Trump tomó el relevo. 

Voluntad de cooperación entre rivales

Rusia trata sus compromisos internacionales con el mayor respeto”, dijo el presidente ruso Vladimir Putin. Lo cierto, pese a todo, es que hay voluntad de cooperación ante una emergencia climática que solo se atreven a negar la derecha estadounidense y sus rocambolescos clones foráneos, como puso de manifiesto también el acuerdo de la semana pasada de los diplomáticos estadounidenses con China. Los datos científicos no dejan espacio a la duda. La pasada década registró las mayores temperaturas nunca registradas. La concentración de gases de efecto invernadero siguió aumentando en 2019 y 2020, incluso con el mundo parado por la pandemia. Y el aumento de la temperatura global ronda ya los 1.2 grados centígrados respecto a sus niveles preindustriales, según Naciones Unidas, una cifra cercana al precipicio de los 1.5 grados que aspira a prevenir el Acuerdo de París del 2015. 

“Necesitamos un planeta verde, pero el mundo está en alerta roja”, advirtió el secretario general de la ONU, Antonio Guterres tras celebrar la vuelta al ruedo de EE UU. “Estamos al borde del abismo. Debemos asegurarnos de que el próximo paso se da en la dirección correcta”. Con los compromisos vigentes hasta la semana pasada, el mundo se encaminaba hacia un estrepitoso siniestro, en forma de extinción masiva de especies, acidificación de los océanos, inundación de las zonas litorales y toda clase de eventos meteorológicos extremos porque, según los cálculos del Climate Action Tracker, con esos compromisos la temperatura global crecerá en 2.7 grados. 

Japón, Corea, Canadá y Argentina anuncian también metas más ambiciosas en la lucha contra el cambio climático

De ahí que los nuevos objetivos anunciados este jueves por EE UU, Canadá o Japón, así como los del continente europeo, inviten a albergar un poco de optimismo. Ninguno de ellos es un gesto de generoso altruismo, sino que forman parte de las obligaciones adquiridas en París por todos los firmantes del pacto, obligados a incrementar sus metas en la reducción de emisiones antes de la COP26 que la ONU celebrará en noviembre en Glasgow. “Estar a la altura del momento implica algo más que preservar nuestro planeta”, dijo Biden al inaugurar una cumbre virtual que estuvo plagada de errores técnicos en su transmisión. “Implica construir un futuro mejor para todos nosotros”. Esos errores hicieron que se dejara al chino Xi Jingping sin traducción durante parte de su discurso o que se cortara a las bravas al francés Emmanuel Macron para dejar paso a Putin.

Reducción de emisiones de Biden

Biden concibió su discurso con la vista más puesta en la audiencia estadounidense que mundial, por lo que quiso enfatizar los beneficios para el empleo que acarrearía su plan para reducir hasta en un 52% las emisiones contaminantes durante la próxima década respecto a los niveles del 2005. Esa meta es la más ambiciosa fijada nunca por un líder estadounidense, más del doble de lo que prometió Obama en 2015, pero no llega a lo comprometido por europeos y británicos. También está por debajo del 60% aproximado que se hubiera necesitado, según el Climate Action Tracker, para mantener la temperatura global por debajo de los 1.5 grados y permitir a EE UU descarbonizar completamente su economía en 2050. 

Hay otro problema: la distancia que existe entre el dicho y el hecho. Algo que conocen bien líderes mundiales como Johnson o el brasileño Jair Bolsonaro, que prometen una cosa con una mano y hacen lo contrario con la otra, según denuncian organizaciones como Greenpeace. En este caso, las ambiciones de Biden están en gran medida supeditadas a que el Congreso apruebe su masivo plan de infraestructuras, o lo que es lo mismo, a merced de unos republicanos que 'creen' que los unicornios existen y que los polos se están derritiendo porque casualmente hace mucho calor. Su líder en el Congreso respondió afirmando que “el pueblo estadounidense no aceptará compromisos arbitrarios” que “podrían tullir nuestra economía”. 

Los países ricos también están lejos de cumplir su promesa de aportar 100.000 millones de dólares para ayudar a los más pobres a hacer frente a los impactos más adversos del clima. Líderes como el indonesio afirmaron que, sin ellos, no pueden si quiera plantearse alcanzar las emisiones neutras en 2050. 

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