Libertad de expresión

Redadas y detenciones masivas de partidarios de Navalni en Rusia

Las fuerzas de seguridad practican cientos de arrestos en las manifestaciones de protesta en todo el país

En su discurso anual sobre el estado de la nación, Putin advierte a Occidente y Kiev que las "provocaciones" contra su país serán respondidas de forma "agresiva" y "asimétrica"

La tensión interna en Rusia coincide con un abrumador despliegue militar de las Fuerzas Armadas del Kremlin junto a la frontera con Ucrania

Agentes rusos detienen a Anastasia Vasilyeva, líder del sindicato médico próximo al Fondo contra la Corrupción, frente al penal IK-2 en el que está encarcelado Alekséi Navalni.

Agentes rusos detienen a Anastasia Vasilyeva, líder del sindicato médico próximo al Fondo contra la Corrupción, frente al penal IK-2 en el que está encarcelado Alekséi Navalni. / SERGEI ILNITSKY

Marc Marginedas

Marc Marginedas

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Varios miles de personas se han manifestado este miércoles en las principales ciudades de Rusia para pedir la liberación del líder opositor Alekséi Navalni, encarcelado en un hospital penitenciario y en huelga de hambre desde finales de marzo. En Moscú han salido a la calle unas 6.000 personas, según las fuerzas de seguridad, y en todo el país han sido detenidos varios centenares de manifestantes, aunque se prevé que la cifra vaya en aumento con el paso de las horas. Las movilizaciones, prohibidas por las autoridades y de menor envergadura que las celebradas en invierno pasado, intentaban eclipsar el discurso anual sobre el estado de la nación, pronunciado durante la mañana por el presidente Vladimir Putin precisamente a escasos metros de donde se concentraron, horas más tarde, los opositores.

Alrededor de las siete de la tarde, en los aledaños de la explanada de Manezh, junto a la plaza Roja, los partidarios del líder opositor han comenzado a dejarse ver, coreando las consignas habituales -"Putin, ladrón", y "Rusia será libre"- con nuevas exigencias, como "Libertad para Navalni", o "¡Permitid la entrada de los doctores!. Subido a una tarima, Iván Torchikov, de 18 años, confesaba su cansancio con "este caos". "Quiero vivir en un país libre; en este país da miedo vivir; aquí, la justicia solo existe en papel", insiste.

Olga, madre de 48 años que participaba por vez primera en manifestaciones y prefería no mencionar su apellido, insistía en que salía a manifestarse para luchar "por la libertad" de sus tres hijos, a los que cría sola. "Aquí no hay futuro", constataba. Las ayudas a las familias anunciadas por Putin durante el discurso de la mañana las calificaba de "miseria". "No nos ha dicho nada de nuevo", criticaba. Hace un decenio, apoyaba al líder del Kremlin; ahora el presidente ruso "se ha convertido en un tirano, como Hitler", concluía. Junto a ella, Natalia Kaínoba, pensionista, admitía que en esta ocasión participaba menos gente que en anteriores convocatorias opositoras, y lo atribuyó al "miedo".

Algunas de las pancartas que pudieron verse en el centro de Moscú desafiaban abiertamente dogmas del putinismo, como la anexión de Crimea. "Crimea no es nuestra", podía leerse en un pasquín. Yúlia Naválnaya, la esposa del bloguero encarcelado, se dejó ver en la manifestación al caer la noche. Los asistentes le gritaban : "¡Yúlia, resiste!", o "Yülia, gracias!"

En los días y horas previas a las manifestaciones, la policía había desatado una represión sin cuartel contra el Fondo contra la Corrupción (FBK), la oenegé fundada por Navalni. Liubov Sóbol y Kira Yarmish, dos de sus principales colaboradoras, fueron arrestadas, mientras se multiplicaban los registros en las sedes del movimiento de Navalni en todo el país y se difundían en la prensa independiente cartas amenazadoras dirigidas a los ciudadanos que pretendían asistir a los actos opositores.

El estado de salud del opositor, con un diagnostico médico de doble hernia discal y aquejado de dolores en la espalda y pérdida de sensibilidad en las extremidades, ha causado indignación, tanto dentro como fuera del país. Trasladado a un hospital penitenciario en la localidad de Vladímir, a unos 180 kilómetros al este de Moscú, y solo ayer, examinado por médicos del sistema penitenciario ruso, Navalni exige ser visitado por doctores de su confianza.

Desafío sin precedentes

Las protestas convocadas por Iván Zhdánov y Leonid Vólkov, los líderes del movimiento en el extranjero, constituían un desafío sin precedentes a la autoridad del líder del Kremlin, al coincidir con el discurso que Putin pronuncia cada año ante ambas cámaras del Parlamento ruso, el personal diplomático y los líderes religiosos y políticos. A diferencia de lo sucedido el pasado año, cuando el mandatario aprovechó la ocasión para dar el pistoletazo de salida a una una reforma constitucional que le permitirá mantenerse el poder hasta el año 2036, en esta ocasión no hubo sorpresas. Con unas elecciones generales a la vuelta de la esquina, previstas para septiembre, el presidente ruso prefirió centrar su discurso en la pandemia de covid-19 y las medidas económicas que prepara su Gobierno para afrontar la crisis sanitaria, detallando una batería de subsidios y ayudas destinadas a las familias con hijos, a las pequeñas y medianas empresas y a los sectores sociales que más han sufrido sus efectos.

Solo hacia el final de su parlamento, Putin ha emitido una dura advertencia, destinada a la OTAN, cuyos barcos de guerra patrullan las aguas del mar Negro en medio de las protestas de Moscú, y al Gobierno de Ucrania, en cuya frontera común el Kremlin ha congregado a al menos 100.000 militares, extendiéndose el temor en las cancillerías europeas de que el dirigente ruso intente desviar la atención sobre los problemas internos del país lanzando una ofensiva militar contra su vecino del oeste.

Tras quejarse de lo que considera como acciones inamistosas de EEUU y Europa, el presidente ruso les ha prevenido que no crucen "líneas rojas", ya que las "provocaciones" extranjeras serán respondidas de forma "expeditiva", "agresiva" y "asimétrica". Y acto seguido, ha pasado a recordar a los asistentes el elenco de armas nucleares de nueva generación que su país ha desarrollado, desveladas al mundo durante el discurso sobre el estado de la nación del 2018, y entre las que se encuentra el denominado misil Avangard, un proyectil hipersónico, equipado con una o varias ojivas atómicas y capaz de alterar su rumbo en pleno vuelo para sortear posibles escudos antimisiles.