300.000 nuevos casos en 24h

Los contagios descontrolados devastan India y dejan sus hospitales sin camas ni oxígeno

Modi prometió 100.000 cilindros repartidos en todo el país en las próximas horas, nuevas plantas destinadas a su producción y más hospitales para los pacientes de coronavirus

Una enfermera pone una dosis de la vacuna en Mumbai.

Una enfermera pone una dosis de la vacuna en Mumbai. / Efe

Adrián Foncillas

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Las muertes y contagios desbocados, los hospitales sin camas ni oxígeno y las autoridades desesperadas. India recupera estos días las escenas que parecían superadas en un mundo que atisba la salida pandémica. El segundo embate del coronavirus, más tsunami que ola, ha empujado al país asiático al drama con la inquietante sospecha de que lo peor está por llegar.  

Dos semanas atrás, cuando India apuntó 168.000 casos y 839 muertes, se intuía que se había tocado fondo. Este martes rozó los 300.000 casos y superó las 2.000 muertes, según el Ministerio de Salud. El cuadro empujó al Gobierno a suplicar ayuda en las redes sociales: faltan camas en las Unidades de Cuidado Intensivo y faltan tanques de oxígeno. Nueva Delhi aclaró que las reservas en los hospitales estatales se agotarán en un lapso que oscila entre las ocho y las 24 horas y en apenas cuatro horas en los privados. El diario local 'India Today' relata el dramatismo de un hospital que recibió los tanques cuando el tiempo expiraba. “Ya casi habíamos perdido la esperanza, todos lloramos cuando los vimos llegar”, ha afirmado un médico en condiciones de anonimato. Delhi se lleva el grueso de la factura con casi 30.000 contagios y 277 muertes. 

Gravedad extrema de la situación

El primer ministro, Narendra Modi, subrayó anoche la gravedad. “La segunda ola ha llegado como una tormenta. El Gobierno central, los estados y las compañías privadas… todos estamos trabajando juntos a la máxima velocidad para asegurar el oxígeno a todos los que lo necesitan”, afirmó en la televisión. Modi prometió 100.000 cilindros repartidos en todo el país en las próximas horas, nuevas plantas destinadas a su producción y más hospitales para los pacientes de coronavirus.  

Arvind Kejriwal, un alto funcionario de Delhi, ya había anticipado el día anterior que la situación de la megaurbe de 20 millones lindaba con “la tragedia”. “Nuestro sistema de salud ha alcanzado su límite (…) No queremos que los pacientes se amontonen en los pasillos de los hospitales o mueran en las carreteras”, previno. La megaciudad de 20 millones contó casi 30.000 contagios y 277 muertes el martes. 

La complacencia y el triunfalismo explican el drama. El Gobierno afirmó que India estaba ya “en el final del partido” tras superar la primera ola de invierno y levantó las medidas más elementales durante la pandemia. Regresaron los mítines políticos y los eventos deportivos, reabrieron los cines y se sucedieron las ceremonias religiosas. Las multitudes llegaron de todo el país hasta la ciudad de Haridwar para sus inmersiones sagradas en el río Ganges en el célebre festival hinduista de Kumbh Mela.  Los riesgos que habían advertido los expertos han cristalizado en las últimas semanas y el país se aboca a un segundo encierro. El primero, meses atrás, se reveló tan fatal para la economía como inútil para combatir el coronavirus, así que el Gobierno ha aclarado que sólo lo recuperará si no hay más remedio.  

El optimismo del gobierno indio descansaba en dos factores: una población mayoritariamente joven, que ha mantenido muy baja la mortalidad, y la masiva vacunación. El país, con su acreditado músculo en campañas de inmunización, alcanzó los cien millones de vacunados en apenas 85 días, pero la falta de reservas frenó el ritmo en lo más crudo de la segunda ola.