Congreso del Partido Comunista

Raúl Castro llama a evitar la "restauración capitalista" con la que "sueñan" parte de los cubanos

El saliente líder cubano ve imprescindible que el Estado preserve el control del comercio exterior e insta al Partido a no emular los modelos chino o vietnamita

Raúl Castro

Raúl Castro / Reuters

Abel Gilbert

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Raúl Castro ha dado su largo y tedioso adiós al abrir el VIII Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC). El 3 de junio cumplirá 90 años y ha decidido festejarlos fuera de los palacios, como un "militante revolucionario más". Castro ha agradecido de antemano la "comprensión de los compatriotas" frente a su deseo de abandonar el liderazgo. Pero antes de irse ha vuelto a fijar los límites de los cambios en la isla: debe preservarse el control estratégico de la propiedad estatal y el partido único.

Como era de suponer, la economía ha sido el eje de su larguísimo informe ante los delegados del PCC. Castro ha pedido "borrar de nuestras mentes prejuicios del pasado asociados a la inversión extranjera", ha criticado la "falta de capacidad innovadora", ha lamentado la persistencia de "efectos negativos asociados al exceso de burocracia"; así como el "dañino fenómeno de la corrupción y otras ilegalidades". El saliente líder cubano ha reconocido que existen "problemas estructurales del modelo económico que no proporciona suficientes incentivos para el trabajo y la innovación".

La economía cubana cayó 11 puntos en el 2020 como consecuencia de la pandemia y las sanciones de la administración Trump. Castro ha hecho inventario del impacto de las hostilidades, a la vez que ha pedido a sus herederos que le impriman "mayor dinamismo" a las reformas, aunque sin darle espacio a "la improvisación". Palabras como "eficiencia" o "productividad" han sido constantes a lo largo de los ocho congresos partidarios. Nada parece haber cambiado desde el 1965, salvo la aparición, otra vez en el 2000, de actividades por cuenta propia. Castro, no obstante, ha advertido de que los límites de dicha apertura siguen presentes para "quienes sueñan con la restauración capitalista en el país y la privatización masiva de la propiedad del pueblo sobre los principales medios de producción".

Una despedida con alertas

 “Parecería que el egoísmo, la codicia y el afán de mayores ingresos provocan en algunos el aliento para desear que se inicie un proceso de privatización que barrería los cimientos y las esencias de la sociedad socialista", ha dejado dicho en la conclusión de su discurso. Pues por ese camino "en poco tiempo se desmontarían también los sistemas nacionales de educación y de salud pública, ambos gratuitos y de acceso universal", según ha añadido. Castro ve imprescindible que el Estado preserve el control del comercio exterior. Sin decirlo abiertamente, ha llamado al PCC a olvidarse de intentar una copia de los modelos chino o vietnamita. "Son estas, cuestiones que no pueden prestarse a la confusión y mucho menos a la ingenuidad por parte de los cuadros de dirección y los militantes". Las consecuencias de ello, ha alertado, "serían irreversibles".

Sin embargo, esa discusión no parece estar por completo cerrada. La profundización de la crisis puede ser, en ese sentido, un acelerador de los debates. Al emprender la unificación monetaria a principios del 2021, el Gobierno ha fijado el precio del dólar en 24 CUP (moneda local). La creciente escasez, con sus colas de horas y horas bajo el sol o la lluvia, le ha vuelto a dar al mercado negro un protagonismo del cual el informe de Raúl Castro ni siquiera ha dado cuenta: en las calles y recovecos de La Habana, la divisa norteamericana ya se cotiza a 48 CUP.  Y seguirá subiendo.

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