Campaña contra el covid

La vacunación en Nueva York, sobre ruedas

La ciudad ha superado muchos los escollos iniciales de vacunación y el proceso, que se acerca a cinco millones de inoculaciones, es ahora un éxito notable

Un centro de vacunación de Nueva York, en plena marcha

Un centro de vacunación de Nueva York, en plena marcha / Michael M. Santiago (AFP)

Idoya Noain

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Como en todo Estados Unidos, las primeras semanas y meses de la campaña de vacunación contra Covid-19 estuvieron plagados en Nueva York de problemas y escollos: dosis escasas para limitados grupos de población, dificultades para conseguir citas en webs y teléfonos saturados... Aunque persisten algunos retos, especialmente para personas vulnerables y con menos recursos tecnológicos, el proceso empieza a ir sobre ruedas, literal y figuradamente.

La campaña de vacunación, abierta desde esta semana en Nueva York como en otros 30 estados a todos los mayores de 16 años, es un ejemplo notable de los éxitos estadounidenses en la lucha contra la pandemia, un triunfo necesario especialmente ahora que el estado, junto con otros cuatro, acumula la mitad de nuevos contagios en EEUU.

Las poblaciones más necesitadas

Las ruedas literales las tiene el bus y las furgonetas que el ayuntamiento ha echado a rodar esta semana por la ciudad para ofrecer cada día entre 150 y 200 dosis de la vacuna monodosis de Janssen, que debutaban centrándose en trabajadores de restaurantes y repartidores pero también acercándose a los barrios de población más marginal. También desde hace unos días a 26 centros de vacunación de la ciudad (de los 500 puntos donde se puede recibir la inoculación) puede ir cualquiera mayor de 75 años, sin cita previa, asegurándose la vacuna personalmente y para su acompañante, sea cual sea su edad.

Son pequeñas bendiciones para quienes no tienen el recurso o la maña tecnológicos para pasar unas horas en el teléfono o en el ordenador, actualizando las páginas de un sistema que no está centralizado y que obliga a ir a distintas webs del estado, la ciudad o cadenas de farmacias o centros médicos o comunitarios que van liberando citas. O para quienes no pueden ir de ruta apuntándose en listas de espera para dosis sobrantes al final del día, otra de las fuentes de vacunaciones que han aprovechado muchos neoyorquinos estos primeros meses. O para quienes no se han beneficiado de los numerosos grupos de voluntarios que están ayudando a sus conciudadanos a gestionar el proceso, misión en la que también han sido de inestimable ayuda webs y cuentas en redes sociales puestas en marcha por neoyorquinos que alertan cuando hay citas disponibles.

Precisión militar

El rodaje de una máquina cada vez mejor engrasada, que ha inoculado ya más de 4,6 millones de dosis solo en la ciudad de Nueva York, cerca de 11 millones en todo el estado, se ejemplifica en el Jacob Javits, el imponente centro de convenciones de cristal asomado a la orilla del río Hudson en el Midtown. En ese espacio que durante lo peor de la pandemia fue hospital de campaña opera desde enero el mayor sitio de vacunación de EEUU, del que se encarga el estado, con una combinación de personal civil y efectivos de la Guardia Nacional. Y si al principio hubo reportes de largas esperas de horas, ahora todo funciona con precisión y velocidad.

Fluyen las tres colas: una primera para ser admitido después de que se tome la temperatura, otra para despachar con alguien que confirma toda la información y una última para sentarse a recibir la dosis y la pequeña tarjeta que confirma la inoculación. Luego llegan los 15 minutos en “observación”, en los que se informa a quienes han recibido la vacuna de Pfizer de que la siguiente cita será justo en tres semanas, a la misma hora, en el mismo lugar.

En esa zona de espera se ha instalado también un pequeño escenario. El pasado lunes un músico tocaba el piano cerca del cartel con el nombre del programa: “Sing for hope”, canta por la esperanza. Y las notas se derraman mucho más allá de las imponentes paredes de cristal.

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