Crisis sanitaria global

Brasil supera los 4.000 muertos por covid en un solo día

• El gigante sudamericano se acerca a los 400.000 decesos desde que comenzó la pandemia

• Bolsonaro vuelve a ironizar sobre las consecuencias de la crisis sanitaria: "Ahora soy genocida"

Brasileños entierran a un fallecido por coronavirus.

Brasileños entierran a un fallecido por coronavirus. / EP

Abel Gilbert

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“El cementerio del mundo”, dijo el diario paulista Folha después de que Brasil registrara en un solo día 4.211 muertes por covid. Tres semanas atrás, el promedio de fallecimientos diarios había sido superior a los 2.000. Hace 12 días se cruzó la barrera de los 3.000. Pero la pandemia no ha dejado de hacer estragos. La cantidad de óbitos es de 337.400 y, a este ritmo, se espera que pronto se perfore la barrera de las 400.000 víctimas fatales. Solo Estados Unidos tiene números peores. Los infectados hasta ahora son 13,1 millones. Hasta el momento, 20 millones de ciudadanos recibieron la primera dosis de una vacuna.

El parte médico del martes ha profundizado en la sensación de que el Gobierno de ultraderecha está lejos de controlar la situación sanitaria. Las 4.000 muertes diarias, han hecho hincapié los medios, equivalen casi a las pérdidas de Paraguay. El avance del coronavirus en ese vecino país ha puesto contra las cuerdas al presidente Mario Abdo Benítez. En varias manifestaciones callejeras se ha pedido su dimisión. Desde el ministerio de Salud brasileño llamaron, no obstante, a la calma, señalando que los fallecimientos de este martes pueden estar asociados al comportamiento social en Semana Santa y a retrasos en las notificaciones de distintas ciudades.

"El presidente tiene una única prioridad: impedir la lucha contra la covid-19", considero Ricardo Rangel, columnista del semanario Veja. Su actitud, añadió, no debería asustar a nadie. "Al fin y al cabo, Bolsonaro, quien ha intentado poner bombas en los cuarteles, quiere dar permiso para matar a la policía, defiende la tortura y honra a los asesinos, pasó su vida adorando la muerte. Lo sorprendente es que hay tantas personas que, por lo demás, son sensatas e inteligentes y están dispuestas a ayudarlo".

La reacción de Bolsonaro

El presidente Jair Bolsonaro trató otra vez de restarle dramatismo a la ola de decesos. El capitán retirado volvió a criticar a los estados que restringen la circulación y provocan perjuicios en la economía. A su vez, consideró que las consecuencias de "quedarse en casa" son también graves: los brasileños se deprimen, aumentan de peso y crece la hipertensión entre los habitantes. "Incluso a mí me creció un poco la panza", dijo.

Como suele suceder, Bolsonaro recibió a sus seguidores en las puertas del palacio presidencial, en Brasilia. Pero esta vez ocurrió un imprevisto. Una mujer quiso saber qué opinaba sobre la cifra récord de muertos. El capitán retirado no le hizo caso. "La gente está perdiendo sus trabajos, ningún sindicato dice nada al respecto". Pero la mujer volvió a la carga con la misma pregunta que Bolsonaro no quiso contestar. Como si hubiera leído la columna de Veja, recordó que ha sido tachado de homófobo, racista y fascista. "¿Ahora que soy? ¿Cómo se llama? Genocidio. Ahora soy genocida", dijo irónicamente. Bolsonaro aseguró no obstante ser capaz de "resolver el problema del virus en unos minutos". Sus palabras no hacen más que agrietar su relación con las fuerzas de centro que hasta ahora frenan los llamamientos de juicio político en el Congreso por mal desempeño de sus funciones frente a la crisis sanitaria

La doble epidemia

Por lo pronto, remarcó Vinicius Torres Freire, columnista de Folha, "la pila de cadáveres aún no tiene límite". ¿En qué ha quedado el "comité nacional" contra el virus al que ha convocado semanas atrás Bolsonaro bajo la bandera de la unidad? Torres Freire no tiene dudas: se trató de una "farsa fúnebre" encargada por el capitán retirado "para desviar la atención de sus crímenes".

De acuerdo con Bernardo Franco, del diario O Globo, Brasil atraviesa una epidemia doble: la del covid-19 y la del hambre. "Los brasileños se despertaron con la noticia de que más de la mitad de la población no tiene garantía de tener comida en la mesa. La miseria se disparó. Hay 116 millones de personas en situación de inseguridad alimentaria y 19 millones con hambre. Esta última cifra equivale a toda la población de Chile. La calamidad es el resultado de la pandemia, pero fue agravada por la omisión del gobierno federal".

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