Avance ultra

La extrema derecha en Europa

Frenar a la extrema derecha: cuando el 'cordón sanitario' no basta

Alianza contra Vox para evitar que la extrema derecha irradie en el Parlament

Varios lideres de la extrema derecha de Europa

Varios lideres de la extrema derecha de Europa

EL PERIÓDICO

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Los partidos ultras avanzan con paso firme en algunos países europeos y cada vez son más los que logran los votos suficientes para colarse en los Parlamentos y adquirir el suficiente peso como para condicionar políticas. Una manera de combatir y contrarrestar su influencia por parte del resto de fuerzas políticas es aislarlos, crear el denominado "cordón sanitario", una estrategia que no siempre funciona. El país donde la extrema derecha asoma con mayor fuerza es Francia, donde los últimos sondeos indican que de celebrarse hoy las elecciones presidenciales, previstas para el año que viene, Emmanuel Macron Y Marine Le Pen quedarían empatados en una segunda vuelta.

ALEMANIA: Principal fuerza de oposición

Desde la entrada de Alternativa para Alemania (AfD) en el Bundestag en las últimas elecciones federales de 2017 con un 12,6% de los votos, el resto de partidos con representación parlamentaria han aplicado el cordón sanitario hacia el partido de ultraderecha. Han evitado tanto apoyar sus iniciativas como cualquier tipo de foto con sus representantes.

Angela Merkel ha sido una de las voces destacadas en esa puesta en práctica del cordón sanitario. Además, la cancillera no ha evitado la confrontación al discurso antimigratorio y ultranacionalista de AfD, que lidera la oposición parlamentaria a la Gran Coalición de conservadores y socialdemócratas por ser la tercera fuerza más votada de la cámara. Merkel abandonó así una estrategia que no le sirvió para evitar la entrada de la ultraderecha al Bundestag: ignorar al partido.

El cordón sanitario a la ultraderecha ha tenido una sola pero importante excepción en Turingia: en febrero del año pasado, la CDU – partido de Merkel – y AfD votaron conjuntamente a un candidato del minoritario FDP como primer ministro de ese estado federado, cuyas elecciones habían ganado los poscomunistas de Die Linke. La federación democristiana de la CDU lo hizo en contra de las órdenes de la presidencia federal del partido, lo que supuso la caída de Anegret Kramp-Karrenbauer, elegida por Merkel como sucesora.

La crisis de Turingia deja en evidencia una verdad incómoda: que ciertos sectores más derechistas de la CDU no tendrían inconveniente en pactar con la ultraderecha de AfD. La pregunta que queda en el aire es qué ocurrirá con el conservadurismo alemán cuando la figura centrista de Merkel sea historia tras su retirada este mismo año.

BÉLGICA: 30 años de cordón sanitario

Bélgica mantiene desde hace treinta años un estricto cordón sanitario en torno al partido de extrema derecha flamenco Vlaams Belang con el que han conseguido mantenerle alejado del poder, gracias a un acuerdo tácito de todas las fuerzas políticas a no gobernar junto con los partidos de extrema derecha. Este aislamiento político no le ha pasado factura como confirman sus buenos resultados en las elecciones de 2019 en las que se convirtieron en la segunda fuerza política de Flandes gracias al uso de redes sociales como Facebook y una nueva generación de políticos jóvenes.

 Este auge ha hecho que aumente la presión sobre los medios de comunicación públicos, particularmente los flamencos, a quienes reclaman más tiempo y espacio en antena. “Como el partido más grande de la oposición reciben relativamente poca atención”, reconoce un informe de la Universidad de Amberes publicado esta semana sobre el tratamiento que le da la cadena pública flamenca VRT. Y es que, no solo han estado sometidos a un cordón sanitario político también ha funcionado una especie de cordón mediático para evitar la propagación sin freno de sus consignas antiinmigración, racistas o discriminatorias, que ha sido especialmente efectivo en la prensa francófona donde tienen muy poca visibilidad.

La policía carga contra manifestantes de extrema derecha en una protesta en Bruselas en diciembre de 2018.

La policía carga contra manifestantes de extrema derecha en una protesta en Bruselas en diciembre de 2018. / Julien Warnand / Efe

 “En este momento, tenemos una regla en la RTBF que dice que para evitar ser corresponsable de la propagación de propuestas racistas no entrevistamos en directo, no invitamos al plató ni a los debates a miembros de la extrema derecha”, explicaba hace unos meses su director de información, Pierre Jacqmin, sobre una regla contestada pero validada por distintas instancias judiciales que también aplican otras cadenas y televisiones locales.

FRANCIA: En proceso de “desdiabolización” 

 En 2002, Jean-Marie Le Pen fue derrotado por Jacques Chirac con una diferencia de 64,4 puntos en la segunda vuelta de la carrera hacia el Palacio del Elíseo. En 2017, Marine Le Pen sucumbió frente a Emmanuel Macron con una diferencia de 32 puntos porcentuales. A pesar de la derrota, la extrema derecha francesa puede regocijarse de haber recortado a la mitad la ventaja de sus contrincantes en los últimos quince años. 

“¡Hemos roto el cordón sanitario, tenemos tres diputados, cada uno va a representar a un millón de votantes!”, se felicitaba con euforia Marine Le Pen en junio de 2012. La extrema derecha regresaba así a la Asamblea Nacional tras 25 años de ausencia

Desde entonces, la líder del partido ultraconservador Reagrupamiento Nacional (RN) (ex Frente Nacional) no ha dejado de congratularse frente al avance de su familia política: “Hemos roto el cordón sanitario en ocho ocasiones con [la victoria] de ocho diputados en un escrutinio mayoritario […] ¡Llamo a la modestia a quienes anuncian ‘la muerte del FN’!”, lanzó Le Pen en febrero de 2018 en su cuenta de Twitter. 

La visita de la parca no es inminente, ni mucho menos. El ascenso de la extrema derecha podría traducirse incluso, según un sondeo publicado a finales de enero, en un empate entre Emmanuel Macron y Marine Le Pen en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2022.  

Marine Le Pen en un acto electoral en septiembre del 2019.

Marine Le Pen en un acto electoral en septiembre del 2019. / Jean-Paul Pelissier / Reuters

Lejos de repudiar a la formación ultraconservadora, la estrategia macronista consiste en enfrentarla: el ministro del Interior, Gerard Darmanin, y la presidenta del RN se dieron cita en un plató de televisión hace tan solo unas semanas. Una arriesgada maniobra que podría resultar perjudicial para sus precursores. En pleno 'prime time', la líder lepenista desplegó, con mayor o menor éxito, su estrategia para “desdemonizar” su discurso político cuya influencia planea sobre diferentes iniciativas gubernamentales como la ley de seguridad global o el proyecto contra el “separatismo islamista”.  

Marine Le Pen y sus acólitos frecuentan a sus anchas la escena política y mediática francesa como parte integrante de su paisaje. Y, por ende, el cordón sanitario es cada vez más fino. 

HOLANDA: atención sin límites

En Holanda ocurre todo lo contrario que en Bélgica. No solo no existe ningún tipo de cordón sanitario –ni político ni mediático- sino que incluso no se entendería desde el punto de vista de la libertad de prensa y de expresión limitar la aparición en los medios de comunicación de los representantes del Partido por la Libertad (PVV) de Geert Wilders, y del Foro por la Democracia (FvD), que lidera Thierry Baudet, las dos formaciones populistas, antiinmigración y de extrema derecha que se sientan en el Parlamento holandés. Los primeros como segunda fuerza con 30 de los 150 que tiene la cámara, los segundos con solo dos escaños.

El dirigente del partido de extrema derecha holandés PVV, Geert Wilders.

El dirigente del partido de extrema derecha holandés PVV, Geert Wilders. / John Thys (Afp)

 En el país de los tulipanes son los medios de comunicación a título individual quienes deciden cuánta atención prestan a sus representantes. Por ejemplo, Baudet, el prodigio populista que despuntó hace dos años y reelegido en diciembre como jefe de filas del antieuropeo FvD tras una lucha de poder interna, ha sabido rentabilizar y recibir una atención mediática muy superior al peso político real de su formación, fracturada este último año pero que intenta reconstruir de cara a las elecciones generales de marzo.

 “Hay una relación de amor/odio con los medios” pero “son invitados a debates” y “han sabido explotar mediáticamente hasta sus problemas internos”, coinciden varias fuentes consultadas. Menos dado a ponerse a tiro de los medios tradicionales es Geert Wilders, que prefiere utilizar las redes sociales para difundir sus mensajes y raramente concede entrevistas o acude a debates. Más que nada por pura estrategia, porque considera que con su exposición tiene mucho más que perder.

ITALIA: coto a los partidos fascistas

Una norma transitoria de la Carta Magna (1948) prohíbe “la reorganización, bajo cualquier forma, del Partido Fascista” (de Benito Mussolini). Una ley de 1952 introdujo el concepto de “apología del fascismo” y otra de 1993 “la superioridad (de la raza) y el odio racial”. En 2017 el Supremo dictaminó que el llamado “saludo romano”, idéntico al franquista, no es delito, porque en sí mismo no constituye una tentativa de retorno al fascismo.

 El problema surge en la aplicación práctica de las normas: no queda claro donde termina la libertad de expresión y donde empieza la “reorganización” de un partido similar al fascista. Todo depende de la discrecionalidad del juez. En las campañas electorales se producen “saludos romanos” o enaltecimientos del fascismo y de Mussolini, que los tribunales condenan o absuelven, según se produzcan en un contexto partidario o de asociaciones nostálgicas del fascismo, o sean meras evocaciones.

La dirigente del partido de extrema derecha Hermanos de Italia, Giorgia Meloni, en una manifestación en Milán.

La dirigente del partido de extrema derecha Hermanos de Italia, Giorgia Meloni, en una manifestación en Milán. / Flavio Lo Scalzo / Efe

 El partido de extrema derecha Hermanos de Italia (FdI), liderado por Giorgia Meloni (15%), juega con la ambigüedad, presentando en sus listas a miembros de 'Casa Pound' que reivindican el fascismo. En los próximos meses se celebrará en Bari (Apulia) un proceso contra 28 miembros acusados de “reconstitución del partido fascista”. En 2018 un tribunal milanés excluyó de las listas municipales a un partido llamado “Fasci (fascios) italiani del lavoro”, aunque lo hizo después de celebradas las elecciones.

PORTUGAL: Excluidos de toda coalición

Los principales partidos de derecha en Portugal, el Partido Social Demócrata (PSD) y el Centro Democrático y Social (CDS), han acordado excluir de posibles coaliciones al partido de extrema derecha Chega, liderado por André Ventura, en las próximas elecciones municipales, previstas para finales de este año. “Para tener conversaciones con nosotros, el partido Chega tiene que moderar su discurso”, aseguró a finales de enero el presidente del PSD y jefe de la oposición, Rui Rio. El líder del partido ultra, que opta a ser la tercera fuerza más votada en los próximos comicios tan solo dos años después de su fundación, ha acusado a los dos partidos de derecha de “bullying político” y ha amenazado con romper el acuerdo que permitió un Gobierno de derechas en las Azores a finales de noviembre.

El líder del partido de extrema derecha portugués Chega (basta), Andre Ventura, en un acto electoral el pasado mes de enero para las elecciones presidenciales.

El líder del partido de extrema derecha portugués Chega (basta), Andre Ventura, en un acto electoral el pasado mes de enero para las elecciones presidenciales. / Antonio Cotrim / Efe

 Ventura consiguió popularidad a partir de 2017 gracias a su presencia en los medios de comunicación como comentarista deportivo, antes de la fundación de Chega. La atención mediática le dio el impulso necesario para difundir su discurso xenófobo y populista, primero como candidato del PSD a la alcaldía de Loures -a las afueras de Lisboa- y después como líder de su propio partido. Las redes sociales también han jugado un papel importante en la proyección mediática de Ventura. Según un estudio elaborado por el Instituto Universitario de Lisboa, el líder de extrema derecha fue el que acumuló más interacciones en Facebook durante la campaña para las presidenciales de finales de enero, en las que fue el tercer candidato más votado con un 11,9% de los sufragios.

REINO UNIDO: Grupúsculos marginales y minoritarios

En el Parlamento británico no hay un partido equivalente a Vox o al Frente Nacional en Francia. El líder ultra Nigel Farage intentó más de media docena de veces salir elegido diputado y no lo consiguió. A pesar de no ser más que un eurodiputado (ya ni eso), los medios británicos le dieron cancha ilimitada. En 33 ocasiones fue el invitado de un popular programa de debate político, 'Question Time', en la BBC. Farage jamás logró alcanzar un escaño en Westminster, pero su influencia ha sido enorme en la sociedad británica y en el curso que ha tomado el país. Sin Farage, aglutinando el nacionalismo rencoroso y nostálgico del imperio, el Reino Unido no habría acabado celebrando un referéndum sobre el divorcio con la Unión Europea. Además de la victoria del Brexit, su lenguaje agresivo y populista contra los inmigrantes es hoy el de la ministra del Interior, Priti Patel.

Nigel Farage el día que el Parlamento Europea ratificó del acuerdo del Brexit en enero del año pasado.

Nigel Farage el día que el Parlamento Europea ratificó del acuerdo del Brexit en enero del año pasado. / John Thys / Afp

 La extrema derecha más radical está integrada en grupúsculos marginales y minoritarios, que en los últimos años hicieron de la lucha contra los musulmanes su principal caballo de batalla. Ahora, lo que más les preocupa es la defensa de la raza. Grupos como 'Patriotic Alternative' piden que se expulse del Reino Unido a todos los que no son blancos porque “la gente nativa británica” está en vías de extinción y “se convertirá en una minoría en el 2066”. Otros grupos fascistas, como la 'Football Lads Association',' English Defence Leage (EDL)' y 'Britain First' han protagonizado manifestaciones violentas, saludado al estilo nazi y coreado slogans racistas

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