Los yihadistas sumen a Mozambique en el caos

Miles de civiles huyen de los ataques que se llevan produciendo en la última semana y que dejan "decenas" de víctimas mortales y un número indeterminado de desaparecidos

Imagen de uno de los ferries repletos de civiles que huyen de la ciudad mozambiqueña de Palma.

Imagen de uno de los ferries repletos de civiles que huyen de la ciudad mozambiqueña de Palma. / Twitter

AFP

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Miles de personas trataban de huir de la ciudad de Palma, en el noreste de Mozambique, centro de un ataque yihadista que ha dejado decenas de civiles muertos.

El gobierno mozambiqueño confirmó el domingo por la noche que al menos siete personas perdieron la vida en una emboscada el viernes, cuando trataban de escapar del hotel donde se habían refugiado.

"Decenas" de personas murieron desde el miércoles, cuando se inició el ataque contra esta pequeña ciudad portuaria situada a una decena de kilómetros de un gigantesco proyecto de extracción de gas natural de más de 20.000 millones de dólares pilotado por el grupo francés Total y que podría estar operativo en 2024.

Palma cayó en manos de estos grupos armados el viernes por la noche, tras más de 48 horas de combates.

"Más de cien personas están desaparecidas", aseguró a la AFP el investigador Martin Ewi, del Instituto de Estudios sobre Seguridad en Pretoria, aunque la "situación es todavía muy confusa".

Los yihadistas, que juraron fidelidad al grupo Estado Islámico y que aterrorizan desde hace tres años a la provincia de mayoría musulmana de Cabo Delgado, fronteriza con Tanzania, lanzaron un ataque sorpresa el miércoles por la tarde por tres frentes diferentes de manera simultánea, provocando el pánico de sus 75.000 habitantes.

Según contaron testigos a la ONG Human Rights Watch, los yihadistas dispararon indiscriminadamente "contra personas y edificios", dejando un reguero de cuerpos en las calles.

Barcos cargados de refugiados

"El ataque provocó la muerte cobarde de decenas de personas sin defensa", denunció el coronel Omar Saranga, portavoz del Ministerio de Defensa, a la prensa.

Los habitantes, entre ellos muchos refugiados que habían huido de la violencia yihadista en otras localidades, volvieron a escapar.

Algunos se escondieron en los bosques cercanos, otros huyeron hacia las playas donde abordaron embarcaciones. Otros se fueron caminando o en coche hacia la planta de gas. Ahí, llamaron a la puerta del perímetro altamente protegido en la península de Afungi, para refugiarse.

Un barco con 1.400 personas, "que salió de Afungi" el sábado por la noche, llegó el domingo a Pemba, la capital provincial situada a 200 km, aseguró a la AFP una fuente que participó en las operaciones de evacuación.

Entre ellos, personal no esencial de la planta de gas pero sobre todo habitantes de Palma que se refugiaron en ella.

A las playas de Pemba llegan piraguas y barcos de vela tradicionales cargados de refugiados procedentes de las costas de Palma y de Afungi, según varias fuentes.

En el aeropuerto, los vuelos regulares fueron suspendidos para dar paso a las operaciones militares, según funcionarios del mismo.

Sitiados 48 horas

Caritas, organización humanitaria presente en la región, confirmó el flujo de refugiados a Pemba. "Sobre todo llegan trabajadores de las empresas de Palma", dijo a la AFP Manuel Nota, su responsable.

"Se están realizando operativos de evacuación", confirmó el director regional de la organización Human Rights Watch, Dewa Mavhinga.

Varias de las 180 personas que pasaron desde el miércoles más de 48 horas infernales sitiadas en un hotel de Palma, ubicado entre la ciudad y el aeropuerto, siguen desaparecidas.

Unas 80 fueron evacuadas el viernes en unos 17 camiones militares, de los que solo 7 pudieron salir de la zona del conflicto.

Ninguna fuente pudo confirmar lo que ocurrió con las personas que viajaban en los otros diez camiones. Pero una emboscada contra varios de ellos dejó al menos siete muertos, confirmó el gobierno.

"Un número desconocido de personas sin duda murieron cuando intentaban huir del hotel Amarula en el ataque al convoy", señala Mavhinga.

Adrian Nel, un sudafricano de 40 años que trabajaba para una empresa en Palma con su padre y su hermano, figura entre las víctimas, contó su madre a la AFP.

Cuando intentaban huir del hotel, "cayeron en una emboscada. Dispararon, mi hijo murió", dijo Meryl Nel. "No se puede describir lo que sentimos. Mi hijo murió un día violento e inútil".