Cuartos comicios en dos años

Los sondeos otorgan la victoria de Netanyahu en las elecciones de Israel

El partido del primer ministro obtendría 33 escaños según los sondeos, pero necesitaría una nueva alianza con la derecha ultraconservadora para garantizar una mayoría

Pese a las diferencias ideológicas, el bloque anti-Netanyahu suma 59 diputados aunque podría obtener la mayoría si el ultranacionalista Yamina no da apoyo a su antiguo aliado

Israeli Prime Minister Benjamin Netanyahu and his wife Sara cast their ballots in Israel s general election  at a polling station in Jerusalem March 23  2021  REUTERS Ronen Zvulun Pool

Israeli Prime Minister Benjamin Netanyahu and his wife Sara cast their ballots in Israel s general election at a polling station in Jerusalem March 23 2021 REUTERS Ronen Zvulun Pool / REUTERS / RONEN ZVULUN

Andrea López-Tomàs

Andrea López-Tomàs

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cambiar para seguir igual. Los primeros sondeos a pie de urna en Israel auguran una victoria del Likud del primer ministro Binyamín Netanyahu. Con 31 escaños, su partido sería el más votado con diferencia, según las encuestas del Canal 11. Junto al apoyo de los partidos ultraortodoxos y nacionalistas, Netanyahu tendría 54 escaños pero necesita una mayoría de 61 para formar gobierno. Si se gana al ultranacionalista Yamina liderado por Naftali Bennett, el primer jefe de Gobierno imputado en el cargo alcanzaría el número adecuado para mantenerse en el poder. Parece que el bloque anti-Bibi se quedaría en 59 escaños.

Pese a la pésima gestión de la pandemia por parte del Gobierno y su consecuente crisis económica, la sociedad israelí no ha castigado a Netanyahu. En las cuartas elecciones en dos años, los resultados de los sondeos de los Canales 12 y 13 dan 31 escaños al Likud, y los del Canal 11 le dan 33. De nuevo será Netanyahu, con tres lustros de experiencia como mandatario, el encargado de formar un nuevo gabinete. Su principal rival, el partido Hay Futuro de Yair Lapid, ha obtenido 18 asientos en la Knesset, el parlamento israelí.

Pacto con la ultraderecha

En su empeño por mantenerse en el poder, Netanyahu no ha escondido su intención de pactar con partidos de la ultraderecha que incluyen candidatos abiertamente racistas y homófobos. Sus fieles alianzas con los partidos religiosos y nacionalistas de línea dura podrían llevar a Israel a tener el gobierno más derechista de su historia. Algunos de sus líderes han declarado sus deseos de limpieza étnica palestina de la Cisjordania que se anexionarían.

La tercera fuerza según los sondeos sería el ultraortodoxo Shas, con nueve asientos. Junto a los ocho escaños del Judaísmo Unido de la Torá y los siete de Sionismo Religioso, Netanyahu suma 54 apoyos asegurados a su gobierno. De nuevo, otro gobierno del Likud está en manos de su antiguo aliado Bennett que durante la campaña no se ha inclinado por ningún bloque en concreto. Pese al viraje a la derecha de Israel desde la década de los 1990, ningún partido ha ganado nunca una mayoría parlamentaria por sí solo en unas elecciones.

Aunque los resultados finales no se conocerán probablemente hasta el viernes –deben contarse los votos de los israelís hospitalizados y en cuarentena–, la formación de gobierno puede alargarse meses. El bloque anti-Netanyahu se queda a dos escaños de la mayoría, aunque las enormes diferencias ideológicas entre las formaciones sólo se salvan con la oposición férrea al primer ministro. Si Yamina se inclina contra Bibi, podría haber un Gobierno sin Netanyahu por primera vez en 12 años. Los sondeos a pie de urna no siempre coinciden con el resultado final en una contienda donde el último voto cuenta.

Una sola mujer candidata

Partidos pequeños como Meretz o Sionismo Religioso dudaban de sí pasarían el umbral electoral del 3,25%. Con seis y siete escaños respectivamente, los izquierdistas por su parte y los kahanistas –considerados terroristas por los EEUU– por la otra, se han unido a la coalición Azul y Blanco, con otros siete diputados. El partido de Benny Gantz, actual ministro de Defensa y socio de Gobierno de Netanyahu, se veía al borde de desaparecer de la política israelí. En cambio, el islamista Ra’am, escindido de la Lista Conjunta Árabe, no ha logrado superar el umbral.

Por su parte, la coalición de los partidos árabes se sitúa como cuarta fuerza según los sondeos. Con ocho escaños, queda lejos de los históricos 15 diputados de las últimas elecciones. Parece que la feminista Merav Michaeli, la única mujer candidata, ha sido capaz de devolver a la vida al Partido Laborista con siete escaños. Esta formación dominó la política israelí durante sus primeras décadas de existencia.  La sorpresa ha llegado con la debacle del partido del tránsfuga del Likud, Gideon Saar. Con apenas seis escaños, la formación Nueva Esperanza se queda muy lejos de las proyecciones de líder de la oposición tras su creación.

Sin los palestinos

Finalmente, solo una docena de partidos de los 38 que concurrían integrarán la Knesset de 120 diputados. Las restricciones por la pandemia y el cansancio ciudadano podrían ser los responsables de que la participación se situase en el 60,9% dos horas antes del cierre de los colegios electorales, casi cinco puntos menos que en las anteriores elecciones. “Cuatro elecciones en dos años erosionan la confianza del público en el proceso democrático”, ha constatado el presidente Reuven Rivlin tras votar. El jefe del Estado judío acaba su mandato en julio y algunos analistas especulan que tal vez aliados y rivales de Netanyahu puedan ofrecerles este cargo que conlleva el beneficio de la inmunidad legal.

Más de cinco millones de palestinos que viven bajo la ocupación y el bloqueo de Israel en los territorios de Gaza y Cisjordania no han podido votar ni decidir sobre el futuro de un país que les repercute en su vida diaria. Además, el 40% de la población de Jerusalén no ha tenido la oportunidad de ejercer su voto por ser la parte palestina de la ciudadanía. “Todas sus campañas electorales fueron a expensas de nuestra tierra y nuestro pueblo, y los partidos compiten por más tierras, más asentamientos”, criticó el primer ministro palestino, Mohamed Shtayeh, un día antes de la cita electoral.

A la búsqueda del último voto en plena pandemia

Colmado de elogios por su reciente retorno a la normalidad, Israel mantiene su reputación de país resolutivo también durante la jornada electoral. El Estado hebreo se ha lanzado a la búsqueda del último voto, hasta de los israelís aislados, infectados por coronavirus u hospitalizados. Con un tercio más de urnas de lo habitual, el Comité Central de Elecciones ha buscado evitar las aglomeraciones en los colegios electorales. Pero no se ha olvidado del electorado más afectado por el virus.

Unos 400 colegios electorales especiales para personas en cuarentena y otros 340 para pacientes infectados se han instalado al aire libre para garantizar su derecho a voto. Además, una aplicación de taxis ofrecía transporte para este grupo de población aislado. Las urnas también han llegado hasta los hospitales y los centros de ancianos del país. Incluso, se han habilitado hoteles. En el aeropuerto, unos 200 israelís recién aterrizados han votado antes de empezar su cuarentena.

A unos días de los comicios, el Comité Central de Elecciones anunció que esperaba que unos 12.000 votantes infectados y unas 39.000 personas en cuarentena intentaran acudir a las urnas. Pero la caída de los casos de Covid-19 ha hecho que solo fueran unos 6.700 pacientes con coronavirus y unos 22.000 votantes aislados. Pese a las facilidades ofrecidas, el declive de la participación se ha visto reflejado en este grupo. El objetivo, según el comité, era “dar a todos los ciudadanos el derecho a votar mientras se toman todas las medidas posibles para proteger la salud pública”.