Cuartos comicios en dos años

El milagro israelí contra el coronavirus llega a tiempo para las elecciones

El Estado hebreo presume de normalidad en sus calles con la apertura de restaurantes, hoteles y escuelas, y de los números más bajos de casos en meses

Un escándalo en el aeropuerto limita la entrada de israelís varados en el extranjero mientras ingresan centenares de ultraortodoxos antes de los comicios

Israelís caminan por el mercado de Mahane Yehuda de Jerusalén, el pasado 18 de marzo.

Israelís caminan por el mercado de Mahane Yehuda de Jerusalén, el pasado 18 de marzo. / MENAHEM KAHANA

Andrea López-Tomàs

Andrea López-Tomàs

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El milagro israelí llega a tiempo para las elecciones. Israel, que durante el inicio de la pandemia fue uno de los países más gravemente afectados por el coronavirus, ahora presume de normalidad en sus calles. Con los casos de pacientes críticos y la tasa de reproducción del virus más bajos en meses, sus ciudadanos estrenan la primavera en restaurantes, bares y escuelas.

"Israel es el claro ejemplo de cómo hacer las cosas terriblemente mal y excepcionalmente bien", reconoce Dan Ben-David, profesor de la Universidad de Tel-Aviv y presidente y fundador del Instituto Shoresh para la Investigación Socioeconómica. "La gestión inicial del virus fue un completo desastre", admite a EL PERIÓDICO, "pero la excelente campaña de vacunación nos ha permitido estar donde estamos hoy". Unos 5,1 millones de israelís han recibido la primera dosis de la vacuna de un total de algo más de nueve millones de habitantes. Y más de cuatro millones están completamente inmunizados.

A modo de conejillo de indias, el Estado hebreo es la prueba de que la vacuna funciona. Los nuevos casos diarios de covid-19 han disminuido, junto a los casos activos y a la proporción de pruebas diarias positivas. A una semana de las elecciones, el número de casos graves en Israel cayó por debajo de 600 por primera vez en más de dos meses. También la cifra de casos activos se situó por debajo de 30.000, unos números jamás vistos desde el pasado septiembre.

Primavera en las calles

La inmunidad se palpa también en las calles. El pasado 7 de marzo se abrieron restaurantes, bares y cafeterías. Muchos de estos establecimientos tienen una lista de espera de 10 días para reservar. Duramente castigada, parte de la economía israelí empieza a tirar para adelante con la apertura de hoteles, atracciones y lugares para eventos. Aunque la jovialidad de una cerveza al sol está reservada a aquella ciudadanía con Pasaporte Verde, que se obtiene ocho días después de recibir ambas dosis y tiene validez durante seis meses.

Mientras, sigue una lenta apertura del sistema educativo para los grados escolares superiores. En las áreas del país de infección baja o media, han abierto escuelas y universidades pero en las demás, siguen a la espera de que mejoren las cifras, que alcanzan los 6.000 muertos desde el inicio de la pandemia. A su vez, muchos israelís han celebrado el inminente levantamiento del uso obligatorio de mascarillas al aire libre. Según el Ministerio de Salud, esta medida podría llegar en abril si se mantiene la caída continua de las tasas de morbilidad.

Abierto para los ultraortodoxos

A pesar de todas estas aperturas, los cielos israelís siguen clausurados. "La gestión del aeropuerto muestra cuán politizado está el coronavirus", declara Ben-David. Para evitar la llegada de las nuevas variantes del virus, el pasado 25 de enero el país se cerró herméticamente. Aunque los extranjeros llevan desde marzo sin poder acceder al país, la decisión afectaba a los israelís que, en aquel momento, se encontraban fuera de su país. "Estamos viendo vestigios de comportamiento de países no democráticos", critica el profesor de la Universidad de Tel-Aviv.

Finalmente, se empezó a aceptar la entrada de 3.000 pasajeros diarios con permiso. "Las únicas personas que desembarcaron de los aviones eran ultraortodoxas que alegaban que había sido muy fácil obtener la aprobación", explica Ben-David. Netanyahu siempre cuenta con el apoyo de los partidos religiosos para formar gobierno, pero "él debe darles algo a cambio". Mientras, unos 25.000 israelís, la mayoría laicos, veían sus permisos denegados. "En los últimos meses, hemos presenciado infracciones de algunos principios democráticos básicos que no habíamos visto jamás", concluye. 

Como en Israel no existe el voto por correo, muchos ciudadanos residentes en el extranjero viajan hasta su país para ejercer su derecho. A seis días de las elecciones, el Tribunal Superior de Justicia declaró inconstitucional el límite diario de 3.000 personas autorizadas a ingresar en el único puerto de entrada en el país. Pero retrasó la implementación de su fallo a dos días antes de los comicios, hecho que condicionará la participación.

"Lo mejor para Netanyahu"

Los retornados del extranjero serán obligados a llevar un brazalete electrónico que controle su cuarentena en casa o en un hotel. Además, la reanudación de los vuelos solo será a Chipre, Georgia y Grecia, países que aceptan la entrada de turistas israelís vacunados o recuperados. Israel encara sus cuartas elecciones en dos años con optimismo respecto al coronavirus. Las urnas mostrarán si los israelís recuerdan la ineficiente gestión inicial de la pandemia. 

"Netanyahu gestionó la pandemia desde una perspectiva muy simple: qué es lo mejor para sí mismo, no para Israel", añade Ben-David, "y lo mejor es no ingresar en la cárcel". "Para ello debe mantenerse en el poder como primer ministro y seguir controlando el sistema judicial", recuerda. La pandemia ha forzado a aplazar su juicio por corrupción a después de los comicios, así que Netanyahu los encara convencido de sus éxitos.

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