Proceso irregular

La justicia china pospone la sentencia contra un canadiense acusado de espionaje

Canadá denuncia un juicio de carácter político contra Michael Spavor, detenido dos años y medio a la espera de ser juzgado

Concentración para pedir la libertad de Michael Spavor y Michael Kovrig (en los carteles), los dos canadienses detenidos en China acusados de espionaje.

Concentración para pedir la libertad de Michael Spavor y Michael Kovrig (en los carteles), los dos canadienses detenidos en China acusados de espionaje. / LINDSEY WASSON

Adrián Foncillas

Adrián Foncillas

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Dos años y medio de detención, dos horas de juicio y ninguna sentencia. El esperado proceso contra el canadiense Michael Spavor por espionaje ha concluido el viernes con el tribunal posponiendo su veredicto para otro día indeterminado. Los casos de Spavor y Michael Kovrig, también canadiense y acusado del mismo cargo, han arrastrado las relaciones bilaterales a su punto más bajo desde su arresto en diciembre de 2018. En proximidad en las fechas con la detención en Vancúver de Meng Wanzhou, heredera del imperio tecnológico Huawei, ve el Gobierno canadiense la prueba de que el proceso contra sus ciudadanos en China es político. 

 El juicio se ha llevado a cabo el viernes en la ciudad de Dandong, en la orilla china del río Yalu que sirve de frontera con Corea del Norte. No es raro que los juicios se ventilen en una mañana. Tampoco es raro que sean a puerta cerrada y se prohíba la entrada a observadores internacionales en casos de espionaje. Una decena de diplomáticos de ocho países se quedaron en la calle y Jim Nickel, alto funcionario de la embajada canadiense, lamentó “la falta de transparencia y de acceso".

La familia del detenido había pedido su liberación en un comunicado en las vísperas: “Michael es sólo un empresario que ha hecho una labor extraordinaria para construir lazos entre China, Canadá y Corea del Norte. Ama su vida y trabajo en China y nunca haría nada que hiriera los intereses del país o su gente”. Spavor fundó Paektu Cultural Exchange, una organización que facilitaba las inversiones chino-coreanas. Las fotografías le muestran junto al tirano Kim Jong-un, un rarísimo honor para un occidental, o al baloncestista Dennis Rodman, amigo íntimo del líder norcoreano y visitante en varias ocasiones de Piongyang.  

Juicio a un exdiplomático

Su compatriota Kovrig, que será juzgado el lunes, había pedido la baja en la embajada canadiense en China y trabajaba en el think tank International Crisis Group. El exdiplomático ha publicado artículos sobre el papel de China en la paz y seguridad de Asia y entrevistado regularmente a funcionarios chinos. Ambos fueron acusados en junio pasado de “espionaje y entrega ilegal de secretos de Estado al extranjero”. Su futuro es sombrío. Las esperanzas canadienses descansaban en un acuerdo diplomático antes del inicio de los juicios porque las penas contempladas oscilan entre los diez años y la cadena perpetua y la justicia criminal china presenta un 99 % de condenas.  

Canadá califica el proceso de arbitrario y denuncia la "diplomacia de rehenes". China niega que sus detenciones estén relacionadas con la de Meng, ordenada por Washington, que espera en arresto domiciliario a que concluya su proceso de extradición a Estados Unidos. El caso Huawei, que explotó durante la ofensiva de Trump a las tecnológicas chinas, fue descrito también como político por Pekín y colocó a Canadá bajo el fuego cruzado de las dos superpotencias. Guy Saint-Jacques, un exembajador canadiense en Pekín, ha aclarado que sólo Washington puede resolver el problema porque Ottawa carece de fuerza.

El juicio coincide con el primer encuentro chino-estadounidense de la era Biden pero su tormentoso inicio no aconseja el optimismo. La nueva Administración ha exigido la inmediata liberación de los dos canadienses y prometido que trabajará codo con codo con el primer ministro, Justin Trudeau, para conseguir su regreso.