Crisis sanitaria global

Una asamblea nacional china blindada al coronavirus

La sesión parlamentaria ha exigido la vacunación masiva de los miles de delegados y una mini cuarentena de los escasos periodistas y diplomáticos invitados

Sesión de la Asamblea Nacional china celebrada en Pekín.

Sesión de la Asamblea Nacional china celebrada en Pekín. / ROMAN PILIPEY

Adrián Foncillas

Adrián Foncillas

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La fotografía subraya que la jerarquía en el partido la fijan también las mascarillas. Rostros descubiertos en las filas delanteras que ocupaba el politburó y cubiertas en el resto de la sala noble del Gran Palacio del Pueblo donde el jueves se clausuraba la Asamblea Nacional Popular o Parlamento chino. Y Xi Jinping, presidente, en el centro de la escena, acompañando con serenos aplausos la aprobación de las propuestas del Ejecutivo. ¿Se ha vacunado Xi o confía en la eficacia de su país en la lucha contra el coronavirus tras semanas sin un contagio? 

Líderes mundiales han requerido los focos para su cita con la aguja: el estadounidense Joe Biden, el indonesio Joko Widodo, el australiano Scott Morrison, el indio Narendra Modi… No hay noticias de la élite china, sepultados por el secretismo sus aspectos privados.

La fotografía también subraya la victoria. Los delegados juntados bajo un mismo techo tras llegar de todos los rincones del país suponen una excepción en un mundo sometido a estrictas limitaciones de movimiento y reunión. Unos 5.000 delegados, los de la Asamblea y los de la Conferencia Consultiva (el principal órgano asesor), se han cruzado durante una semana por los pasillos que aúnan la severidad soviética con las ínfulas versallescas del Gran Palacio del Pueblo. Ni siquiera su inmensidad preserva el distanciamiento social de esa muchedumbre.

Duración de una semana

La sesión marca el regreso a una normalidad aún incompleta. No ha sido necesario retrasarla como el pasado año, cuando la población habría entendido con dificultad que se liberase de las estrictas restricciones de movimiento a unos delegados sin más función que la de sellar lo que llega del Ejecutivo. Pero ha mantenido la semana de duración frente a las dos preceptivas en tiempos pre-pandemia a pesar de que se ventilaban asuntos tan capitales como el plan quinquenal o la reforma de la ley electoral hongkonesa. A Xi, vacunado o no, le sobran razones para el relajo.

El test de coronavirus a todos los delegados se daba por descontado. También recibieron la recomendación, que no obligación, de vacunarse. Los entrevistados estos días en la prensa local sugieren un entusiasmo desbordante. La campaña por la vacunación en el gremio empezó un mes atrás y la mayoría recibió el segundo pinchazo de la vacuna de Sinopharm en las vísperas del cónclave. Las estrictas prohibiciones de salir del hotel hacia cualquier destino ajeno al Gran Palacio del Pueblo ha laminado su vida social. Aquellos ágapes pantagruélicos y bien regados de Baiju, el terrible aguardiente nacional, fueron reducidos primero por las campañas de moderación impuestas por Xi y eliminados ahora por el coronavirus.  

El riesgo de contagio es escaso entre delegados y nulo con el personal aledaño. Todos los chóferes han sido ya vacunados, confirmó la compañía que presta el servicio. También los trabajadores de los hoteles del distrito de Xichang donde se hospedan. Se han retirado este año las invitaciones a diplomáticos y periodistas que viven en el extranjero. Las relaciones con la prensa también han quedado afectadas. Las entrevistas con delegados fueron telemáticas y se exigió una mini cuarentena para los escasísimos agraciados este año con un pase al Gran Palacio del Pueblo: llegada a un hotel cercano a Tiananmén a las 6.00 horas, test y siete horas de encierro en la habitación hasta ser conducidos a la sede parlamentaria. Las gradas mostraban esta mañana calvas generalizadas y unas decenas de periodistas aislados en la tercera gradería.

La asamblea coincide con un par de medidas cruciales en la lucha contra la pandemia. Zhong Nanshan, epidemiólogo jefe, avanzó que el 40% de los chinos estarán inmunizados a finales de junio. El ritmo de vacunación en China ha sido extrañamente lento, apenas 50 millones sobre una población de 1.400 millones. Ese 40% se traduce en más de 500 millones de personas que se arremangarán en menos de tres meses. Y China prepara ya el pasaporte vírico que permitirá los intercambios con los vacunados de otros países sin necesidad de las dos semanas de cuarentena.    

...