Asalto a la democracia

Los militares birmanos cierran medios de comunicación independientes

"Ejercer nuestro trabajo nos pone en riesgo de ser encarcelados o asesinados", dice el director de Myanmar Now

Manifestantes en Birmania.

Manifestantes en Birmania. / EFE

Adrián Foncillas

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Continúan los militares birmanos apegados al libreto golpista más ortodoxo. Disolvieron el Parlamento y detuvieron a los líderes políticos, han reprimido con fuego las manifestaciones y este martes han cerrado los medios de comunicación incómodos. No era previsible que el Ejército fuera más escrupuloso con la libertad de prensa que con el resto que han devastado desde que asumió el poder por las armas más de un mes atrás.

La junta militar ha revocado las licencias de cinco medios (Mizzima, Democratic Voice of Burma, Khit Thit Media, Myanmar Now y Seven Days News) que han dado fe de todas las tropelías militares y que, a falta de prensa internacional por el cierre de fronteras, han ejercido de altavoces al mundo. Ha aclarado el renovado Ministerio de Información a través de sus canales oficiales que esos cinco medios "ya no están autorizados a emitir ni escribir ninguna información a través de las redes ni en ninguna otra plataforma".

Decenas de soldados entraron la noche del martes en la sede de Myanmar Now y confiscaron ordenadores y otros materiales. Las oficinas habían permanecido vacías desde que el medio, poco después de la asonada, ordenó una evacuación preventiva. A su director, Swe Win, le ha sorprendido la demora. "En este momento, ejercer nuestro trabajo nos pone en riesgo de ser encarcelados o asesinados, pero no dejaremos de informar de los enormes crímenes que han estado cometiendo en todo el país", ha adelantado. Su colega de Democratic Voice of Burma, Aye Chan, también ha subrayado el temor por la integridad de sus trabajadores. "Pero en la situación actual, todo el país se ha convertido en periodistas ciudadanos y los militares no pueden cortar el flujo de información", ha afirmado a la agencia AP.

Detención de periodistas

Entre los 1.800 detenidos figuran docenas de periodistas. Uno de ellos, Kaung Myat Hlaing, filmó desde su balcón la angustiante llegada de soldados a su edificio y sus llamadas de auxilio a los vecinos. Seis periodistas han sido acusados ya de violar el orden público y se enfrentan a penas de hasta tres años de cárcel.

Internet es una saludable novedad de esta asonada. No existía en la represión violenta de 1988 y era muy precario en la Revuelta de Azafrán. Los manifestantes han volcado en las redes sociales sus fotos y vídeos documentando la represión asesina de los militares en protestas pacíficas que han dado la vuelta al mundo en minutos. La junta ha alternado los bloqueos quirúrgicos de plataformas como Facebook, que los internautas vadean utilizando programas ad hoc, con apagones integrales que coinciden con sus patrullas nocturnas. 

La jornada del martes ha dejado las enésimas protestas que ignoran el toque de queda. Unas 200 personas que se habían juntado en Sanchaung, un vibrante distrito de ocio de Rangún, quedaron atrapadas dentro del cordón policial. La operación siguió con un registro casa por casa en busca de manifestantes escondidos por vecinos. Las noticias sacaron a la calle a miles de personas para apoyar a los sitiados e intentar distraer la atención de los militares. Una cincuentena de manifestantes, según la prensa local, fueron arrestados durante la noche. 

Los tres muertos registrados el lunes por disparos elevan la factura por encima de la cincuentena. Los expertos alertan de que, tras el tacto utilizado durante las primeras semanas de protestas, las fuerzas de seguridad ya han adoptado la política de disparar a matar. Sigue el pulso en Birmania, con las ventanas al diálogo ya cerradas y sin más horizonte que las tragedias diarias. Los sindicatos han pedido a los funcionarios públicos que se sumen a la huelga e ignoren las amenazas de despidos fulminantes. Las oficinas de ministerios están vacías, la reapertura de varios hospitales se explica sólo por el juramento hipocrático y muchos bancos han dejado de operar.