Diferencias en el Gobierno

La fatiga pandémica pasa factura al Gobierno alemán

El apoyo a la estrategia de Merkel y su gobierno frente a la pandemia muestra serias grietas a las puertas de los primeros comicios de este superaño electoral

Angela Merkel con una mascarilla.

Angela Merkel con una mascarilla. / AFP

Andreu Jerez

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Los días en los que el apoyo de población alemana a la estrategia de sus autoridades frente a la pandemia era mayoritario son historia. Al menos así los apuntan las encuestas, en las que se aprecia un claro cambio de tendencia. El último sondeo encargado por la televisión pública alemana no deja lugar a dudas: “La satisfacción con el Gobierno alemán, en mínimos”, titula el canal ARD.

Si hace meses la aprobación de las restricciones y la gestión de la crisis – cuando la incertidumbre sobre el virus era mayor – superaba cotas del 70%, la encuesta del canal público dada a conocer el pasado jueves confirma lo ya apuntado por encuestas anteriores: una mayoría de la ciudadanía alemana (53%) está ya a favor de una reapertura parcial de la vida pública y económica del país. Hace tres semanas, más de la mitad de los alemanes (54%) consideraba que las medidas eran razonables, según esa misma encuesta.

Otra proyección de YouGov publicada el pasado 1 de marzo va incluso un poco más allá: sólo un tercio de los alemanes apoya las medidas de su Gobierno para frenar el coronavirus. A principios del pasado enero, eran dos tercios. Alemania comienza a impacientarse con las restricciones a las puertas de las elecciones regionales de Baden-Württemberg y Renania Palatinado del próximo domingo 14 de marzo – las dos primeras del superaño electoral que afronta Alemania en 2021 y que tendrá como colofón unos comicios federales en septiembre  –.

Rectificación de Merkel

La canciller Merkel habló de “esperanza” en la rueda de prensa del pasado miércoles tras la periódica reunión entre el Gobierno federal y los ejecutivos de los 16 estados federados para abordar las medidas ante la pandemia. Los responsables políticos decidieron prolongar prácticamente todas las restricciones vigentes desde hace tres meses hasta el próximo 28 de marzo, pero también accedieron a presentar un plan de reapertura que dé algo de perspectiva a una población cada vez más cansada y especialmente descontenta con el cierre parcial de escuelas y guarderías, y el lento avance de la vacunación y de las ayudas para autónomos y pequeños empresarios. Muchos de ellos denuncian un apoyo estatal insuficiente o que no llega. 

Merkel, que hasta hace pocas semanas se agarraba una incidencia sólida por debajo de los 35 nuevos casos cada 100 mil habitantes en una semana como condición para dar luz verde a la reapertura de tiendas no consideradas esenciales, clubes deportivos, museos o cines, cedía esta semana ante la presión de sus propias filas y aceptaba aumentar ese límite a una incidencia por debajo del umbral de las 50 nuevas infecciones. La actual incidencia media en Alemania ronda actualmente los 66 nuevos casos cada 100 mil habitantes, con pequeños repuntes los últimos días.

Damnificados políticos

El cambio de tendencia demoscópica en Alemania deja, al menos, dos grandes damnificados políticos: el ministro federal de Sanidad, Jens Spahn, y el de Economía, Peter Altmeier. El primero ha perdido doce puntos de popularidad en las últimas semanas; el segundo, diez. Los dos pertenecen a la conservadora CDU de Angela Merkel, que también se ha dejado cinco puntos de aprobación, aunque con el 64% de apoyo ciudadano sigue siendo con mucho la política mejor valorada del país. 

Sin embargo, y como se sabe desde hace meses, Merkel no presentará a las próximas elecciones federales, que supondrán así su definitivo adiós a la primera línea política. Armin Laschet - el nuevo presidente de la CDU elegido el pasado enero en un congreso digital y posible candidato de su partido a la cancillería - también ha perdido dos puntos de aprobación y languidece en la mitad de la tabla de valoración política. 

El nerviosismo de la unión conservadora de la CDU-CSU crece a la par que lo hace el descontento con la gestión de la pandemia. De momento, los conservadores aguantan en las encuestas con algo más del 30% de intención de voto, pero con tendencia descendente. En el aire cunde el temor de que la ultraderecha de Alternativa para Alemania (AfD) pueda capitalizar una nueva oleada de descontento como la que la llevó a ser la tercera fuerza más votada en las últimas elecciones federales de 2017. Las regionales en Baden-Württemberg y Renania Palatinado del próximo domingo serán la primera prueba del algodón.

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