Las consecuencias de la pandemia

Lisboa, de meca turística a ciudad fantasma

Los barrios que se transformaron con la llegada del turismo masificado son ahora zonas desiertas

Representantes de la ciudad piden ahora abrir un debate sobre el cambio de modelo económico

Lisboa, sin turistas

Lisboa sin turistas / Lucas Font

Lucas Font

Lucas Font

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En la Rua Augusta, en el corazón de Lisboa, apenas quedan un par de negocios abiertos. Uno de ellos es el pequeño quiosco de prensa y souvenirs que comanda Carlos Baz, quien ante la escasa afluencia de clientes, se dedica a charlar animadamente en la calle con los pocos vecinos que quedan en el barrio. “No sé por qué seguimos abiertos. Nuestra facturación ha caído entre un 80% y un 90%”, asegura Baz tras despachar a una clienta. “De vez en cuando pasan algunos estudiantes de Erasmus, pero ni un solo turista”, lamenta. A su lado, Zito Sousa asiente enérgicamente. “Antes de la pandemia era imposible pasar por esta calle, y ahora, ya lo ves”, explica señalando la calle vacía.

 La Baixa de Lisboa es uno de los barrios que, junto a Alfama o Mouraria, sufrieron una mayor transformación en la última década por el auge incesante del turismo en la ciudad. El número de turistas extranjeros en Portugal se duplicó en tan solo seis años, según datos de Turismo de Portugal, hasta los 16 millones registrados en 2019. El aumento de la llegada de visitantes internacionales impulsó la aparición de nuevos alojamientos turísticos y de negocios asociados a esta actividad en el centro de la ciudad, empujando a los residentes locales a instalarse en otras zonas. Ahora son muy pocos los que pasean por estas calles.

“El turismo ha desaparecido y muchos alojamientos han quedado vacíos, dejando barrios desertificados”, asegura Rita Silva, miembro del colectivo Habita, una de las plataformas más activas contra los pisos turísticos en Lisboa. “Muchas personas que viven en estos barrios han contraído el virus en los últimos meses y no han tenido una comunidad que les pueda socorrer”, lamenta. Además de los muchos alojamientos vacíos, Silva denuncia que la pandemia también ha dejado un número considerable de desempleados en el sector turístico que, en muchos casos, ya tenían contratos precarios o directamente trabajaban en negro. El portavoz del movimiento Pelo Morar en Lisboa, Luis Mendes, también señala el vaciamiento de los barrios más céntricos de la capital. “Hay una voluntad de la clase media-baja de querer habitar en el centro, pero desde que empezó la pandemia tan solo 200 pisos turísticos [cerca de un 1%] han optado por pasar al alquiler convencional”.

Una calle del centro de Lisboa, en febrero.

Una calle del centro de Lisboa, en febrero. / PEDRO FIUZA /ZUMA PRESS

Cierre de hoteles y hostales

La falta de turistas ha llevado al cierre temporal de muchos hoteles y hostales, que se ven incapaces de hacer frente a los elevados gastos mensuales, mientras que otros tratan de resistir a base de endeudarse. “Nosotros decidimos cerrar 15 días al principio de la pandemia, pero desde entonces nos hemos mantenido abiertos”, explica Rebecca Jeffery, propietaria del céntrico Chillout Hostel. En los pasillos del alojamiento, que ocupa un edificio entero, apenas pueden verse algunos trabajadores haciendo tareas de limpieza y un par de huéspedes. “Tenemos capacidad para 84 personas, pero en este momento apenas llegamos a las 10”, asegura la dueña.

 Además de la escasez de ayudas del Gobierno para hacer frente a la pandemia, los propietarios de alojamientos turísticos como el de Jeffery denuncian la aprobación de una nueva normativa, en plena crisis, que obliga a muchos de ellos a hacer reformas en sus negocios en el plazo máximo de un año. “Pedimos al Gobierno que nos ofrezca más ayudas o que nos dé más tiempo para poder adaptarnos a la legislación. Ya estamos lo suficientemente endeudados como para ir de nuevo al banco a pedir más créditos”, denuncia la hotelera.

Cambio de modelo

A pesar de que la burbuja turística ha estallado con fuerza en Lisboa, tanto los hoteleros como los representantes de los principales movimientos asociativos creen que la ciudad volverá a atraer un gran volumen de visitantes en el futuro. Algo que también señala Miguel Coelho, presidente del distrito de Santa Maria Maior -que aglutina los barrios más turísticos de la ciudad-, quien sin embargo sostiene que es el momento de diversificar la economía y dejar atrás la enorme dependencia del turismo. “Es un error plantear un modelo que depende solamente de una actividad”, explica Coelho.

 La crisis generada por la pandemia, asegura el presidente, tiene que ser vista como una oportunidad para atraer la investigación científica y el establecimiento de nuevas empresas en el distrito. “Hay otras áreas en las que es importante invertir y ya estamos trabajando en ello a través de un debate con otros actores sociales. Es una realidad que nos repercute a todos y que será consensuada con el Ayuntamiento”. Hasta entonces las calles del centro seguirán vacías, y los vecinos de la Rua Augusta seguirán teniendo espacio delante del quiosco para sus animadas charlas.

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