Crisis sanitaria global

El escándalo del 'vacunagate' en Argentina acecha al presidente Fernández

La oposición arremete contra el mandatario por la vacunación de 70 políticos y familiares

El exmandatario de derechas Mauricio Macri convoca para este sábado una manifestación de protesta

Argentina presidente Alberto  Fernández

Argentina presidente Alberto Fernández

Abel Gilbert

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El presidente de Argentina, Alberto Fernández, atraviesa quizá el peor momento de su mandato por la pandemia y el mayor hundimiento de la economía. Como si fuera una lluvia radioactiva, la vacunación preferencial de al menos 70 personas, buena parte de ella funcionarios y familiares, ha tenido un efecto corrosivo sobre su Gobierno y le ha obligado a destituir a Ginés González García, el hombre que hizo resurgir de las cenizas el Ministerio de Salud que había sido degradado a secretaría bajo la Administración anterior de Mauricio Macri. Argentina araña los 52.000 muertos por covid-19. Los contagiados son más de dos millones. En este contexto ha explotado el "vacunatorio vip" o "vacunagate", que ha esparcido una ola de indignación social.

En enero pasado, el Gobierno aseguró que ya tenía garantizada la provisión de 51 millones de dosis de vacunas. La inmunización de los ciudadanos es el principal capital que tiene el peronismo cara a las elecciones parlamentarias de octubre. Hasta el momento, unas 520.000 personas han recibido la primera dosis de la vacuna Sputnik V, de la cual queda la mitad del primer cargamento por usar. Se espera que Rusia envíe otros 30 millones de unidades.  

En un laboratorio bonaerense se produce la vacuna de AstraZeneca/Oxford. Se prevé fabricar 150 millones de dosis que deben envasarse en México y, una parte de esa cantidad, retornar al país. A la vez, Argentina espera recibir dos millones de vacunas como beneficiaria del mecanismo Covax de la Organización Mundial de la Salud (OMS) e inocular en breve a medio millón de personas con la china Sinopharm.

Daño político

El 'vacunagate' ha salpicado una hoja de ruta que se presentaba como virtuosa. La nueva ministra de Salud, Carla Vizzotti, ha prometido una estricta transparencia en los mecanismos de inmunización. Si bien una reciente encuesta da cuenta de que un 68% de los entrevistados ha apoyado el modo en que Fernández enfrenta el escándalo, el daño político está lejos de sanarse. El expresidente de derechas Mauricio Macri ha hecho un llamamiento a sus seguidores para que se manifiesten este sábado "por la indignación que provoca que la oligarquía K (kirchnerista) se apropie de la vacuna".

Un fiscal se ha lanzado a investigar el caso. Fernández ha mostrado indignado. "Detesto los privilegios; no los ejerzo ni me valgo de ellos. Pero les pido a los fiscales y a los jueces que terminen con las payasadas. No hay ningún tipo (de acepción) penal en la Argentina que diga 'será castigado el que vacune a otro que se adelantó en la fila', no existe ese delito y no se pueden construir delitos graciosamente".

El presidente ha recordado a los fiscales que "tienen muchos delitos para investigar", y ha enumerado "el negocio de los peajes (en las carreteras) de Macri, y el terrible y lamentable endeudamiento que Argentina vivió que fue un negocio para los amigos del poder". A su vez ha pedido a la oposición tratar "con seriedad" el tema de las vacunas. No ha pasado por alto en ese sentido que, meses atrás, sus adversarios decían hasta hace poco que la Sputnik V era "veneno".

El tema de la justicia no es menor en esta Argentina partida en dos. La justicia acaba de condenar a 12 años de prisión a Lázaro Báez, un empresario ligado al extinto Néstor Kirchner, por blanquear activos millonarios cuando era contratista del Estado. La sentencia es vista por sectores del Gobierno como un caso claro de politización de los tribunales, entre otras cosas porque no se aportaron pruebas de ilícitos que, con un objetivo de mayor alcance, buscan involucrar a la actual vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner.