Gobernadores en apuros en EEUU

Andrew Cuomo, el ídolo con pies de barro

La ocultación de datos sobre muertes en residencias por la pandemia ha puesto en la cuerda floja al gobernador de Nueva York

Una acusación de acoso sexual se suma al escándalo, que ha vuelto a poner en evidencia el estilo agresivo e intimidatorio del político

La gestión de la pandemia también ha dado alas a un intento de destituir al gobernador de California, el demócrata Gavin Newsom

Andrew Cuomo, en una foto de archivo.

Andrew Cuomo, en una foto de archivo. / periodico

Idoya Noain

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Cuando Nueva York era el epicentro de la pandemia en Estados Unidos, mientras desde la Casa Blanca Donald Trump minimizaba la gravedad de la crisis, Andrew Cuomo, el gobernador demócrata de Nueva York, fue para muchos un bálsamo de confianza y empatía, icono de una gestión ejemplar. Ahora, casi un año después, el relato cobra otra forma y el ídolo muestra sus pies de barro.

Las acusaciones de que el Gobierno de Cuomo ocultó la dimensión de la tragedia en las residencias de ancianos y el número de mayores fallecidos, así como la renovada indignación por la inmunidad ante demandas en los tribunales contra residencias y hospitales que Cuomo integró en el presupuesto estatal, han puesto al gobernador en el punto más complicado de sus más de diez años al frente de Albany.

Se ha abierto una investigación federal sobre lo que ocurrió en las residencias y legisladores estatales, incluyendo demócratas, han puesto en marcha esfuerzos para retirarle los poderes de emergencia que le han permitido hasta ahora un control casi total de toda la gestión de la pandemia. Hay incluso llamadas, de republicanos y de compañeros de filas, a someterle a un impeachment.

Estilo agresivo

El escándalo y la reacción de Cuomo, que ha admitido un "error" pero ha quedado lejos de una disculpa y ha atacado duramente a sus críticos, han hecho además que se exponga su estilo agresivo e intimidatorio.

La semana pasada un legislador demócrata, Ron Kim, denunció que el gobernador le llamó instándole a retractarse de unos comentarios críticos que había hecho por el caso de las residencias y amenazó con "destruirle políticamente" si no lo hacía. Cuomo lo ha negado (y en su desmentido ha atacado a Kim, calificado como un "mentiroso" desde su oficina) pero el episodio para muchos cuadra con su forma de hacer política.

Hace dos días The New York Times publicó un artículo donde, con más de tres docenas de entrevistas, emergía el retrato de un político "talentoso y diestro" pero con "tendencia a la agresión". Una consultora que trabajó con él aseguraba en ese artículo que "su principal herramienta para gobernar es crear miedo" y un antiguo portavoz de Bill de Blasio, alcalde de Nueva York, lo definió como "un maestro del teatro político brutalista". El propio De Blasio, que tiene una relación difícil y tensa con el gobernador, hablando sobre la llamada a Kim dijo que era "un clásico Cuomo". "Mucha gente en el estado ha recibido esas llamadas", añadió.

Acusación de acoso

Este miércoles se ha sumado al intenso escrutinio de Cuomo una acusación de acoso sexual. La ha hecho una antigua ayudante, Lindsey Boylan, que en diciembre ya denunció que el gobernador creaba un "ambiente tóxico de equipo" y le acusó de haberla acosado durante años, algo que entonces Cuomo también negó.

Boylan ha dado ahora los detalles que no dio en diciembre, hablando de varios episodios, de un beso no deseado a otras conductas inapropiadas de Cuomo. "Ha creado una cultura en su Administración donde el acoso sexual y el 'bullying' son tan generalizados que no solo se condonan sino que se esperan", ha escrito Boylan en Medium para añadir: "Su comportamiento inapropiado hacia las mujeres era una afirmación de que le gustabas, de que debías estar haciendo algo bien. Usaba la intimidación para silenciar a los críticos. Y si te atrevías a decir algo enfrentarías las consecuencias”.

Varios legisladores demócratas han emitido comunicados de condena, en unos casos más directa que en otros, del supuesto comportamiento de Cuomo con Boylan. Desde las filas republicanas se ha aprovechado para pedir de nuevo su dimisión.

Presión en California

Aunque el caso de Cuomo es particular, no es el único gobernador de EEUU en apuros por la gestión de la pandemia, imprescindible dado que Trump delegó la mayoría de responsabilidades en los estados. Las críticas arrecian por diferentes motivos contra gobernadores republicanos como Mike De Wine en Ohio, Greg Abbott en Texas y Charlie Baker en Massachusetts, pero para nadie el reto es mayor que para el líder ejecutivo de California, el demócrata Gavin Newsom.

Distintos políticos y grupos conservadores han puesto en marcha un esfuerzo para destituir al gobernador en un 'recall', un proceso por el que, si se consigue suficiente apoyo ciudadano, se sometería a votación su continuidad en el cargo y, si es destituido en ese referendo, se decidiría un sustituto. Aunque la iniciativa se inició por temas como impuestos, inmigración o la crisis de los sin techo, se ha ido adaptando a la pandemia, que ha dejado más de 50.000 muertos en el estado, más que en ningún otro del país.

Se cuestionan decisiones del gobernador como el cierre de negocios y escuelas,  los problemas en la vacunación o el pago fraudulento de miles de millones de dólares en los programas de desempleo. Aunque Newsom mantiene el respaldo demócrata su popularidad ha caído en cuatro meses del 64 al 46%. Y no ayudaron errores durante la crisis, como cuando Newsom fue pillado cenando en un lujoso restaurante en grupo y sin mascarilla a la vez que recomendaba a los californianos quedarse en casa.

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