El impacto de la pandemia

La suspensión del carnaval provoca pérdidas millonarias a Brasil

Los festejos de 2020 movieron 1.227 millones de euros y se esperaba para este un crecimiento del 20%

Las autoridades de Río de Janeiro avisan contra la organización de celebraciones clandestinas

Centro de vacunación instalado en el Sambódromo de Río de Janeiro.

Centro de vacunación instalado en el Sambódromo de Río de Janeiro. / ANTONIO LACERDA

Abel Gilbert

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La pandemia, con sus casi 10 millones de infectados y más de 232.000 muertos por covid-19, ha dejado a Brasil sin los carnavales de febrero por primera vez en su historia. Según la Confederación Nacional del Comercio de Bienes, Servicios y Turismo (CNC), las fiestas de 2020 generaron un movimiento económico de 1.227 millones de euros. Durante esos días febriles se crearon 25.000 puestos de trabajo temporales. Cuando el virus parecía una amenaza lejana, se esperaba un crecimiento del 20% para 2021. Nada de eso sucederá.

Hace 108 años, la juerga carioca pasó de febrero a julio por un episodio excepcional: la muerte del Barón de Rio Branco, una figura importante del Brasil imperial del siglo XXI. Ni siquiera la gripe española en 1919 interrumpió el flujo de comparsas. La dictadura militar (1964-85) que tanta melancolía le provoca al presidente Jair Bolsonaro intentó limitar el jolgorio al punto de penalizar el uso de las máscaras. Pero nunca pudo prohibir uno de los acontecimientos que definen a la cultura brasileña.

El carnaval interrumpe el tiempo cronológico e invierte por unos días los valores y jerarquías. Cuando termina renace casi de inmediato. Se palpita su nueva edición con deleite. En octubre pasado, las autoridades paulistas y de Río de Janeiro se dieron cuenta de que sería imposible llevarlo a cabo y propusieron que los desfiles se realizaran en el invierno. Pero ese proyecto es inviable debido a que el carnaval es una máquina social que tarda casi una año en ponerse en marcha. Hay que preparar disfraces, diseñar lentejuelas, elaborar maquillajes, componer canciones, ensayar los bailes, reparar la hotelería y, además, planificar cuánta comida y bebida ingerirán las multitudes. Hubo costureras que se quedaron sin trabajo. Bailarines y músicos en la ruina. La industria cervecera ha dejado de vender más de 100 millones de litros. El dueño de las marcas Brahma y Skol decidió compensar a los casi 20.000 vendedores con 35 euros por la falta de trabajo.

En vez de cerveza, vacunas

La crisis sanitaria ha generado una insólita relación entre la bebida más preciada por los brasileños en carnaval y el combate del virus. Parte de las vacunas que Brasil le ha comprado a China serán transportadas en las mismas neveras de poliuretano que iban a utilizar los vendedores ambulantes en las calles destinadas a la jarana sin fin. Una adaptación de estas cajas con aislamiento térmico permitirá el transporte de al menos tres millones de dosis en los 27 estados del país. Parte de la infraestructura utilizada para los fastuosos desfiles será a su vez reciclada como espacio de inmunización. Nada menos que el Sambódromo carioca, escenario de las competencias de las comparsas, el lujo desbocado, la coreografía y el erotismo, se ha convertido en un lugar donde los ancianos reciben sus vacunas sin descender de los automóviles.

Miles de personas desfilan en el Sambódromo de Río, en el carnaval del año pasado.

Miles de personas desfilan en el Sambódromo de Río, en el carnaval del año pasado. / CARL DE SOUZA

El carnaval tolera -y hasta exalta- el quiebre de la disciplina. Las medidas de bioseguridad obligan a los brasileños a olvidarse de esas trasgresiones anuales que suelen tener en Río de Janeiro su mayor visibilidad. De hecho, buena parte de los casi 10 millones de visitantes extranjeros que recibió la "ciudad maravillosa" en 2020 llegaron para ser testigos de esos momentos irrepetibles de desparpajo. El intendente de Río de Janeiro, el conservador Eduardo Paes, emitió un decreto que contempla sanciones para los que intenten organizar carnavales clandestinos. La alcaldía ha prohibido las "concentraciones, desfiles de gremios y 'blocos' (comparsas callejeras)", así como cualquier otra "actividad recreativa" entre los días 12 y 22 de febrero.

Cantar, a pesar de todo

El turismo se hundió con la llegada de la pandemia. El sector perdió casi 400.000 puestos de trabajo mucho antes de que se decidiera que no habría carnavales. Las grandes escuelas de samba decidieron mantener su espíritu de manera virtual. Amazon ha diseñado una 'playlist' con las canciones que se habían preparado para este febrero. Una de ellas se titula "Pasará", y de alguna manera, dejaba entrever que los tiempos anómalos no iban a terminarse tan pronto. "Hoy el mensaje es de esperanza/ Cuando termine la pandemia/ Y llega otro carnaval". Todo pasa, inclusive las penurias, y por eso, la canción se cierra con una certeza: "vacuna, vacuna/ Si el obispo se fue/ ¡El virus también saldrá!".

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