Visita incómoda

Borrell defiende su viaje a Moscú ante la avalancha de críticas de la Eurocámara

"Si puede ir todo el mundo menos el alto representante, entonces ¿para qué lo tienen?", responde a los eurodiputados que han calificado de "error" y "trampa mediática" la visita

El jefe de la diplomacia europea abre la puerta a la imposición de nuevas sanciones contra Rusia, aunque serán los Veintisiete los que tendrán la última palabra

El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, advierte de que la Unión Europea no será intimidada y cierra filas con el alto representante de política exterior

Josep Borrell, este martes, durante el debate en el Parlamento Europeo.

Josep Borrell, este martes, durante el debate en el Parlamento Europeo. / OLIVIER HOSLET

Silvia Martinez

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El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, ha defendido su polémico viaje a Moscú de la semana pasada durante un tormentoso debate celebrado este martes ante el pleno del Parlamento Europeo en el que ha recibido un aluvión de críticas y reproches por mantener la visita en un momento en que para muchos eurodiputados no era el adecuado, con el opositor Alekséi Navalni recién condenado y encarcelado y cientos de manifestantes detenidos. Sin embargo, el alto representante para la política exterior de la UE se ha justificado alegando que "hay momentos en los que hay que plantar cara" y transmitir en persona lo que la UE dice a través de sus comunicados para "que le quede claro a quien los recibe".

"¿Saben cuantas visitas de delegaciones oficiales de nivel ministerial o superior ha habido en los últimos dos años por parte de miembros de la UE? Diecinueve. ¿Hay que ir o no hay que ir? ¿O puede ir todo el mundo menos el alto representante? Entonces ¿para qué lo tienen?", ha respondido con tono airado y en español durante el turno de réplica tras dos horas escuchando que no estuvo a la altura, que el viaje fue un "error" y un "fiasco" e incluso una "trampa mediática" tendida por su homólogo Serguéi Lavrov para humillar a la Unión Europea.

"Su visita fue un error. Si no disponía de margen para liberarlo (a Alekséi Navalni) había que haberla pospuesto. Obviamente mantener los canales diplomáticos abiertos es importante pero esta visita mandó la señal diplomática equivocada. Cayó en una trampa mediática del régimen de Putin", ha lamentado el jefe de filas del grupo liberal Renew, Dacian Ciolos, crítico con la decisión de Borrell al igual que los ultraconservadores, algunos populares o verdes, especialmente de los países del este y de los bálticos.

"Lo que ha hecho es dar al traste con la política que teníamos. A pesar de las atrocidades parece que estamos dispuestos a normalizar nuestras relaciones con Rusia", le ha reprochado el polaco Kosma Zlotowski. "¿Dónde están los cojones de la UE", le ha espetado por su parte la nacionalista flamenca de la N-VA, Assita Kanko. "Con su desatinada visita ha dejado en mal lugar a los ciudadanos y ha ayudado a Vladímir Putin a dañar al pueblo ruso", ha añadido la ecologista Marketa Gregorova, una de las pocas voces en pedir la dimisión de Borrell durante el debate. Algo que también ha hecho el ex presidente catalán, Carles Puigdemont, durante una intervención en la que ha denunciado el doble rasero de la UE al pedir la liberación de Navalni. "Haga un Borrellexit", le ha pedido.

Presencia sobre el terreno

Borrell no solo ha eludido entrar en este juego sino que ha arremetido en varias ocasiones contra quienes consideran que no debería haber ido y ha recordado que el viaje se produjo con el apoyo mayoritario del Consejo. "Francamente, yo no creo que no había que ir a decirles en la cara lo que les decimos por correspondencia", ha vuelto a insistir subrayando que "la política de asuntos exteriores no puede reducirse a publicar declaraciones de prensa desde" su despacho en el Berlaymont. "Hay que estar allí sobre el terreno. En el momento y en el lugar justo", ha recordado.

Por eso, decidió asumir riesgos y mantener el viaje a Moscú y la reunión con Lavrov. En primer lugar, para transmitir "cara a cara" la posición de la UE en asuntos que preocupan a los Veintisiete -derechos humanos, libertades políticas, o la situación de Navalni- y, en segundo, para preparar el debate de los jefes de Estado y de Gobierno de la UE en el que se abordarán las relaciones con Rusia. "Quería contrastar si las autoridades rusas están interesadas en hacer un intento serio de recomponer las relaciones", ha explicado Borrell.

"La respuesta ha sido clara: no están dispuestos", ha zanjado convencido de que "el Gobierno ruso está degenerando por una ruta autoritaria", con un margen cada vez más pequeño para la libertad de expresión y sin contemplaciones en cuanto a oprimir a la oposición. "La agresiva postura de Rusia durante la visita del alto representante muestra que Rusia no está interesada en el diálogo ni siquiera en áreas en las que la cooperación podría ser de interés mutuo", ha admitido el portavoz del presidente de la UE, Charles Michel, que ha cerrado filas con Borrell y ha avisado de que la UE no se dejará intimidar. Ante esta situación, y pese a la división que genera, los Veintisiete no cierran la puerta abierta a nuevas sanciones contra el Kremlin. "Hay que recurrir a la única arma que estos gánsteres entienden: sanciones ya. Son mucho más efectivas. El tiempo de la diplomacia blanda ha pasado", ha reivindicado el popular español Antonio López-Isturiz.