Renzi, un intrigante vestido de izquierda

El líder de Italia Viva, Matteo Renzi.

El líder de Italia Viva, Matteo Renzi. / ALBERTO LINGRIA

Ramón Lobo

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La política italiana parece una copia del Gran Hermano, pero con cientos de participantes. Son siempre los mismos porque apenas hay expulsiones definitivas. Si dejas de seguirlo seis meses, estás perdido. Los que eran amigos ahora son enemigos. Los que se proclamaban de izquierdas hablan como las derechas. Algunos, como el Movimiento 5 Estrellas (M5S) son ambas cosas a la vez sin que a nadie le extrañe. Brotan nuevas siglas bajo las que se esconden las ambiciones de siempre. Italia es el país ingobernable más gobernado del mundo: acumula 66 gobiernos desde el final de la Segunda Guerra Mundial, uno cada año y dos meses. Siempre al borde del precipicio, nunca cae. Todos saben distinguir el histrionismo de la realidad.

Una maniobra de Matteo Renzi ha liquidado al último ejecutivo de Giuseppe Conte. La excusa son los fondos europeos para la reconstrucción destinados a paliar el impacto de la pandemia. En realidad, es un ataque de celos porque sus socios en el Gobierno le habían dejado fuera de la negociación. Recordarán a este Renzi de temporadas pasadas. Antes de presidir Italia Viva fue líder del Partido Democrático. Tras lograr el mando maniobró para reemplazar en el cargo de primer ministro a su compañero de partido Enrico Letta. Intrigar está en su ADN.

En el Partido Democrático (PD) convivían comunistas en varios grados de poscomunismo, socialistas y socialdemócratas. En aquella época, Renzi perfeccionó su capacidad táctica. Era joven, tenía experiencia de gestión como alcalde de Florencia, manejaba las redes sociales y parecía moderno, alguien acorde a los tiempos. Es célebre su tuit mientras serraba la silla de Letta: "Enrico estáte sereno. Nadie te quiere quitar el puesto". No tardó mucho en echarle.

Un ego desmedido

Renzi es listo. Se dice que hasta logró engañar en alguna votación a Berlusconi. Su problema es un ego desmedido y la ausencia de autocrítica. Logró avances históricos en su etapa de primer ministro, como la aprobación de la ley de parejas de hecho que incluía uniones homosexuales. Intentó una gran reforma del sistema político, que todos admiten que es urgente, pero planteó el referéndum como un asunto personal: yo o el caos, y claro, los italianos eligieron el caos. Perdió el puesto y provocó la escisión que hoy se llama Italia Viva.

Sin Conte en el camino -un hombre de paso, de esos que brotan de los equilibrios entre los partidos, y que ha manejado la pandemia con honestidad y eficacia (hasta donde es posible en un asunto tan complejo-, Renzi aspira a ganar influencia y poder en el futuro Gobierno que estará presidido, salvo quiebros teatrales, por Mario Draghi, expresidente del BCE y con fama de haber salvado al euro en 2012. En la cabeza de Renzi está volver a ser primer ministro.

Draghi es hombre de orden, un banquero respetado, que va a presidir un Gobierno de centro izquierda, pues se supone que la Liga Norte de Matteo Salvini se quedará fuera. Los partidos italianos tienen un líder y varias estrellas, entre las emergentes y las decadentes, que dirigen corrientes con las que aspiran a sustituir a su jefe. Si no lo logran, lanzan una escisión.

Hoy, democristiano; mañana, progresista

El Renzi que se vende como progresista se inició como democristiano. Es un tipo de ideología laxa. A los 19 años ganó algo de dinero en La rueda de la fortuna. Salvini también pasó por un concurso televisivo antes de entrar en política. No consiguió nada, pero dejó una declaración esencial cuando le preguntaron a qué se dedicaba: “Yo no hago nada”.

Esta semana, mientras con una mano hacía caer el gobierno de Conte, con la otra saludaba al príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed Bin Salman, al que se le considera inductor del descuartizamiento del periodista Jamal Khashoggi. En la entrevista, Renzi halagó al príncipe al comparar sus intentos reformistas con la Florencia renacentista. El diario Domani informó de que el viaje estaba relacionado con Future Investiment Iniciative, instituto vinculado a la familia real saudí y del que estaría cobrando 80.000 euros al año por integrar su comité consultivo.

No lucen buenos tiempos para las izquierdas que fueron socialdemócratas en Alemania, Reino Unido, Italia y Francia. Se salvan las de España y Portugal, y Syriza en Grecia, que recogió el voto socialista. En un mundo de gente enfadada que se informa por Internet y compra todos los bulos, es difícil ejercer la honestidad. Si Draghi salvó el euro, tal vez logre sostener Italia. Solo necesitará suerte y sentido del humor. Esto es un problema en un hombre que sonríe menos que Buster Keaton.

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