Dura crisis económica
El hambre llama a la puerta de la ciudad de Buenos Aires
Organizaciones sociales protestan contra el ayuntamiento por reducir las porciones de comida de los comedores sociales
El precio de los alimentos sube un 43,9% en un año mientras aumenta la brecha entre ricos y pobres
Abel Gilbert
Corresponsal en Buenos Aires
Especialista en América Latina y doctor en comunicación. Ha cubierto los principales acontecimientos políticos regionales durante las últimas dos décadas para El Periódico. Es autor de ocho libros, tres de ellos en colaboración, y se apresta a publicar otros dos.
El hambre también se siente en la ciudad de Buenos Aires a pesar de sus oropeles europeístas. La capital argentina ha sido históricamente sinónimo de una opulencia que se diferenciaba no solo del interior del país sino de sus vecinos. Eso ya es historia en una Argentina con más de 18 millones de pobres. Uno de cada tres de sus habitantes de "la reina del Plata" se encuentra en esa situación. El centro capitalino, donde se encuentra la sede del Gobierno municipal, fue escenario este jueves de nuevas protestas de las organizaciones sociales que denuncian la falta de alimentos en los comedores sociales. Los problemas crónicos de los últimos años se agravaron con la pandemia, hasta el punto de que se han reducido los gramajes de cada porción de comida que reciben los beneficiarios.
"Antes recibíamos un pollo que pesaba 2,4 kilos, ahora están pesando 1,5 kilos", señaló un dirigente de las chabolas 21-24 que se asientan a la orilla del pestilente Riachuelo. Los productos vacunos se han convertido en excepcionales para millones de argentinos. De hecho, el consumo de carne está a niveles de 1920. Pero donde más se siente la falta de proteínas es en los barrios marginales. Solo en la capital se han levantado 20 de las llamadas "villas miseria". Allí viven miles de personas y es en esos entornos precarizados donde los problemas alimentarios se agravaron desde llegó el covid-19. "Necesitamos que el Gobierno de la ciudad se haga cargo de la cuestión. Con la buena voluntad de las compañeras que están 24 horas en los comedores no alcanza", dijo uno de los dirigentes que encabezó las columnas que llegaron hasta la alcaldía.
Las autoridades negaron un recorte de los suministros y ratificaron la voluntad de ga
rantizar "la provisión de alimentos frescos y secos a la red de comedores comunitarios, como así también a través de los refuerzos excepcionales".
La capital pone, además, en escena las enormes asimetrías sociales que separan a sus habitantes. El 10% de la población con mayores ingresos per cápita aumentó su participación en la riqueza del 30,2% al 33,1%%. Este crecimiento de 2,9 puntos lo obtuvieron en detrimento del resto, en especial de los sectores medios, cada vez con más temor a caer en la pobreza. Cada día, se expande el universo del desamparo como consecuencia de la inflación. Los precios de los alimentos se incrementaron un 43,9% en la ciudad en el último año. Los que ya no pueden enfrentar los gastos, van a esos comedores populares que no dan abasto.
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