SEGUNDO 'IMPEACHMENT'
Trump, abandonado por todos
Bancos, empresas e inmobiliarios rompen relaciones con la Organización Trump tras el asalto al Capitolio
La ciudad de Nueva York cancela contratos con sus empresas por valor de 13 millones de dólares
El liderazgo republicano abandona al presidente tras la puesta en marcha del segundo 'impeachment' para juzgarle en el Congreso

Trump, en una imagen de archivo jugando al golf. / EFE


Ricardo Mir de Francia
Ricardo Mir de FranciaPeriodista
Especialista en política internacional y reportero. Fue corresponsal en Washington durante una década, donde cubrió las presidencias de Obama, Trump y los inicios de Biden. Antes estuvo otros seis años en Oriente Medio. Licenciado en Periodismo por la Pompeu Fabra y con estudios de posgrado en Derecho Internacional, se ocupa ahora principalmente de las guerras de Gaza y Ucrania. Interesado también en temas de investigación, geopolítica de la energía, cambio climático y economía.
Es presumible que Donald Trump no haya leído a Maquiavelo, pero como hicieron muchos déspotas antes que él, el republicano ha acabado ciñéndose en estos cuatro años a algunas de las recomendaciones aportadas por el italiano en ‘El Príncipe’. Empezando por esa máxima que dice que “es mucho más seguro ser temido que amado” porque “el miedo al castigo nunca falla”. El neoyorkino ha gobernado con la división como bandera, la intimidación como mecanismo de persuasión y la distorsión de la realidad como arma de confusión masiva. Se creyó tan fuerte que llegó a instigar un ataque contra la misma democracia que preside, pero le ha salido el tiro por la culata. Olvidó que en tiempos de Maquiavelo no había regímenes democráticos, solo monarcas absolutos.
Desde el asalto contra el Capitolio, todo se viene abajo. Trump se está convirtiendo en un apestado, por más que mantenga el apoyo de buena parte de los 74 millones de estadounidenses que le votaron en noviembre. Peligra el futuro de su carrera política, pero también su propia libertad o la viabilidad de su emporio empresarial. El ‘impeachment’ del miércoles para inhabilitarle de por vida, el segundo que enfrenta, es solo la punta del iceberg. Facebook, Twitter o Amazon le han expulsado de internet, dejándole sin canales de comunicación con el mundo. La compañía canadiense Shopify dejará de vender su mercadotecnia. Bancos e inmobiliarias rompen relaciones con sus empresas. Y hasta un aliado como Bill Belichick, entrenador de los New England Patriots, ha rechazado la medalla al mérito civil que el presidente le quería entregar.
Repudio internacional
Las represalias por su conducta no solo llegan de su país. Su secretario de Estado, Mike Pompeo, ha tenido que suspender su viaje a Bruselas y Luxemburgo después de que las autoridades europeas se negaran a recibirle, según Reuters. Y en su ciudad, el alcalde de Nueva York, ha cancelado todos los contratos que tenía con la Organización Trump para construir dos pistas de patinaje, un campo de golf y un carrusel en Central Park. Diecisiete millones de dólares que se esfuman para un emporio sin apenas liquidez y con unos créditos de 400 millones de dólares que vencen este mismo año, según se deriva de las declaraciones de impuestos obtenidas el año pasado por el ‘New York Times’. También la PGA ha roto con sus campos de golf.
“Los contratos son muy claros: si el liderazgo de una compañía se ve involucrado en actividades ilegales, tenemos derecho a romper el contrato”, ha dicho el alcalde Bill de Blasio. “Y está claro que incitar una insurrección contra el Gobierno de EEUU es una actividad ilegal”. Algunos amigos de Trump llevaban tiempo advirtiéndoselo: por el bien de tus negocios, acaba con esto, le dijo en noviembre el financiero Tom Barrack, según el ‘Washington Post’. Pero el presidente quiso retorcer hasta el final la democracia para perpetuarse en el poder y ha acabado quemándose como Ícaro.
El portazo de Deutsche Bank
Especialmente preocupante para sus intereses es el portazo de Deutsche Bank, al que debe 340 millones de dólares, el banco que le salvó el pellejo en otros momentos críticos. “Muchas instituciones financieras e inversores evitaron hacer negocios cuando lanzó su carrera política y la situación ahora no ha hecho más que empeorar”, ha dicho Katheryn Wylde, la presidenta de una patronal neoyorkina que incluye a grandes bancos y empresas. La familia Trump ha respondido enmarcando el vacío que está sufriendo en la supuesta intolerancia hacia las libertades de la élite económica demócrata, la llamada “cultura de la cancelación” invocada diariamente por los conservadores. “Si no estás de acuerdo con ellos, si no les gustas, te cancelan”, ha dicho Eric Trump.
Pero cualquiera que haya visto las imágenes del asalto al Capitolio instigado por el presidente y perpetrado por sus seguidores más radicales, así como la resistencia casi nula que encontraron de la policía, saben que aquello podría haber acabado como la quema del Reichstag en 1933, con una masacre de congresistas o con un motín golpista en el corazón de la democracia estadounidense. La incitación de Trump fue tan palmaria que hasta los ‘cheerleaders’ de su partido le están abandonando. Una decena de republicanos avalaron la puesta en marcha del ‘impeachment’, pero peor fueron las palabras del liderazgo.
Su líder en la Cámara Baja, Kevin McCarthy, dijo el miércoles que “Trump es responsable del ataque contra el Capitolio”, mientras su correligionario en el Senado, Mitch McConell, afirmaba en privado que los crímenes que se le imputan ameritan un juicio en el Congreso. Lo nunca visto.
Ni siquiera parece que vaya a sobrevivir su relación con sus cortesanos más leales. De acuerdo con la prensa estadounidense, su vicepresidente Mike Pence habría dicho basta después de que Trump le pusiese del revés horas antes de que certificase la victoria de Joe Biden hace una semana. “Puedes pasar a la historia como un patriota o como un cobarde”, le habría dicho el presidente. Algo parecido a lo que pasa con Rudolph Giliani, el hombre que más ha contribuido a alimentar sus paranoias más excéntricas. En la Casa Blanca se han dado instrucciones para que no le vuelvan a pasar a Trump las llamadas de Giuliani.
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