“Lo que vimos en el Capitolio es un reflejo de lo que puede pasar en Occidente en cualquier momento”

Los expertos advierten de que los valores democráticos no están asegurados por ley y conviene defenderlos explícitamente

Trabajadores levantan una valla metálica alrededor del Capitolio.

Trabajadores levantan una valla metálica alrededor del Capitolio. / EPA / AFP / MICHAEL REYNOLDS

Eva Cantón

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El fallido y vergonzoso asalto al Capitolio protagonizado por los seguidores de Donald Trump deja en el aire una pregunta: ¿existe el riesgo de que semejantes imágenes puedan verse en Europa? En un mundo globalizado que cambia a una velocidad vertiginosa, el viejo continente comparte algunos rasgos preocupantes con la política norteamericana de los últimos años, alertan algunos expertos consultados por este diario. 

“Los valores democráticos no están asegurados por ley. Es algo que hay que defender cada día y todos tenemos responsabilidad en ello”, señala Enrique Ayala, analista de la Fundación Alternativas quien cree, no obstante, que el ataque al Congreso de Estados Unidos podría servir de “vacuna” para que la gente reaccione. “Ahora que la gente le ha visto las orejas al lobo podría producirse lo que ocurrió aquí el 23-F”, abunda.

La politóloga Cristina Monge cree que lo que vimos este miércoles fue la escenificación de algo larvado desde hace años y que la pregunta que hay que hacerse es si en Europa hay ciudadanos que se sienten tan desprotegidos como quienes votaron a Trump buscando en su ‘America First’ un refugio de carácter autoritario. 

Monge sostiene que hay varios aspectos compartidos a uno y otro lado del Atlántico. “Hay una parte de la población que ya no valora la democracia como un bien a defender, que se sienten más protegidos por opciones autoritarias –el nuevo populismo de extrema derecha- y a quien los partidos democráticos no le ofrecen soluciones”.

 

La desafección ciudadana

El caldo de cultivo, prosigue, es la desafección ciudadana y la desconfianza en las instituciones. “¿Podemos ver las mismas imágenes en Europa? Quiero pensar que no, pero es una señal de alerta. Lo que vimos en el Capitolio es un reflejo de lo que puede pasar en Occidente en cualquier momento”, avisa.

Y en España, ¿deberíamos estar en alerta? Sin duda, responde Ayala. “Basta con entrar en las redes sociales para comprobar que una franja de la población está fuera de las mínimas normas de convivencia social y democrática. Son susceptibles de caer en teorías racistas, negacionistas, supremacistas y antiinmigración que rechazan lo que va en contra de lo que ellos piensan. Aquí tienen a un partido como Vox que les alimenta con su doctrina”. 

Lo que sucede en las redes que actúan como cajas de resonancia no sería posible sin un relato de líderes, medios e' influencers' dedicados a difundir discursos de odio, apostilla Miquel Ramos, periodista especializado en extrema derecha. 

“Ocurre en todos los países. Hay una verdad paralela compartida por toda la extrema derecha a nivel global que trata de deslegitimar los consensos logrados en torno a los derechos humanos y presentar al colectivo de hombres blancos heterosexuales como víctimas de una suerte de conspiración de una agenda progresista”. 

Ramos va más allá al afirmar que en España la deriva no es solo deslegitimar los derechos las mujeres o el colectivo LGTBI, sino la propia democracia. “Cuando no gobiernan ellos el Gobierno es ilegítimo o social-comunista. Si buceas por las redes sociales de la derecha y la extrema derecha, es un mantra. Es tan preocupante que incluso hoy mismo hay militares pidiendo un giro de timón. No es ninguna broma”, prosigue.

¿Y qué hacer para evitar derivas autoritarias? Articular relatos y políticas públicas que generen protección, especialmente para los más vulnerables, recomienda Monge. “Hay que cambiar los paradigmas de la política, hacer mucha pedagogía, actualizar la práctica de la democracia y emprender una batalla sin cuartel contra la post-verdad”, señala.

Enrique Ayala plantea incluso un gran pacto. “Sería importante que el Consejo Europeo hiciera una declaración institucional reafirmando los principios de la democracia, una especie de renovación del Pacto Democrático Europeo. Que aquellos que creen en la democracia se sientan confortados”, indica. 

En cualquier caso, la labor es colectiva. “No es momento de chivos expiatorios. Debemos preguntarnos cuál es nuestra cuota de responsabilidad para que las cosas hayan llegado hasta aquí. Hay comportamientos que no se deben admitir”, advierte la politóloga.