Sin colas y con cautela en el primer día de vacunación en Rusia

Los primeros en recibir la dosis de Sputnik V son trabajadores en riesgo como profesores o personal sanitario

Unos periodistas presentes cuando una mujer recibe un pinchazo mientras le inyectan la vacuna Sputnik V.

Unos periodistas presentes cuando una mujer recibe un pinchazo mientras le inyectan la vacuna Sputnik V. / MAXIM SHEMETOV / REUTERS

Marc Marginedas

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Había este sábado más periodistas que pacientes en la Policlínica número 68, en el mismo centro de Moscú, durante la primera jornada de la campaña general de vacunación contra el covid-19 en Rusia, ordenada por el presidente Vladímir Putin y anunciada a bombo y platillo por el alcalde de la capital, Serguéi Sobyanin hace dos días. A primera hora de la tarde, los primeros pacientes estaban acudiendo al centro hospitalario a modo de cuentagotas, sin que en ningún momento se formasen colas o aglomeraciones en los pasillos. Los responsables del lugar, por su parte, evitaban proporcionar cifras de personas vacunadas hasta el momento.

"El proceso se completa en una hora; en primer lugar el paciente es visitado por un médico de familia, que le hace preguntas acerca de su historial, si padece enfermedades crónicas o contraindicaciones", explica una portavoz que acompaña a una pequeña nube de reporteros locales y extranjeros. Después "siguiendo los procedimientos habituales en todas las vacunas, incluyendo la de la gripe, el paciente descansa durante unos 30 minutos y tras ello, es interrogado de nuevo por el doctor para certificar que no ha sufrido ninguna reacción adversa". continúa.

Maria, una mujer de 48 años que prefiere no revelar su apellido, admite sus temores ante un producto que incluso ella, como profesional de la medicina, considera insuficientemente probado. Sin embargo, asegura tener una razón de peso para ser una de las primeras personas del país en acudir a vacunarse. "Trabajo en un hospital y mis padres son mayores; hace tiempo que no los veo por temor a contagiarlos", reconoce. Respecto a Spútnik V, considera que "es la único que tenemos" para frenar los contagios.

En el interior de la sala de vacunación, dos enfermeras, Maria Tashkina y Susanna Raspovna, atienden a Anna, administrativa de un hospital, poco antes de tumbarse en la camilla para recibir la inyección, al tiempo que muestran con orgullo no disimulado el medicamento, cuyas dosis guardan en una nevera. Ninguna de ellas se atreve a dar una cifra orientativa de los pacientes visitados durante la mañana, una circunstancia que permite entrever que ambas han recibido instrucciones desde las alturas de no proporcionar este tipo de información. "No podemos contabilizarlo", dice una de ellas.

En estos primeros días, la campaña de vacunación se concentrará en exclusividad en las personas expuestas al virus y con trabajos de relevancia social, en concreto el personal sanitario, incluyendo a los administrativos de las clínicas, y a los profesores de los centros educativos. Para ello, los integrantes de ambos colectivos han recibido un mensaje en sus teléfonos instándoles a inscribirse en una página web especial habilitada por la alcaldía de Moscú. "Usted trabaja en una institución (educativa) y tiene derecho a vacunarse de forma gratuita en primer lugar", reza el texto recibido en las últimas horas por decenas de miles de moscovitas. Según ha escrito el alcalde Sobyanin en su blog, en las primeras cinco horas del día, un total de 5.000 personas han seguido dichas instrucciones.

Eficacia y efectos secundarios

Anna Makárova, profesora en el Instituto de Aprendizaje a Distancia, dependiente de la Universidad Ortodoxa san Tijon, vio el viernes por la mañana el recado en su móvil, pero ha optado por ignorarlo. "Esa vacuna no ha sido probada lo suficiente; se necesita más tiempo para garantizar su eficacia y sus posibles efectos secundarios", explica a EL PERIÓDICO a través del teléfono. Además, se escuda en que realiza su trabajo desde la distancia, razón por la cual no considera imperativo la vacunación. "No estoy es situación de riesgo, como los profesores que dan clases presenciales", recuerda.

Pese a que en algunos medios de comunicación se han denunciado presiones a los ciudadanos para vacunarse, en particular entre los trabajadores del sector público, Anna asegura sentirse cómoda y libre a la hora de negarse a seguir la instrucción, sobre todo porque no viene acompañada de una 'recomendación' de sus jefes inmediatos, como sí parece haber sucedido en otros casos. Es "un mensaje aleatorio", y el destinatario ha sido elegido "a partir de una base de datos", explica.