Crisis sanitaria

Amor en tiempos de covid

Parejas binacionales denuncian las trabas del Gobierno español para poder reunirse por la pandemia

La pareja formada por el español Julián Manzano y la rusa Alina Gribova.

La pareja formada por el español Julián Manzano y la rusa Alina Gribova. / periodico

Montse Martínez

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Si las relaciones sentimentales a distancia ya no son fáciles de por sí, todo es susceptible de empeorar: relaciones sentimentales a distancia en tiempos de coronavirus. Miles de personas se encuentran varadas en una situación que consideran tan desesperante como injusta. Su amor vive en otro país y, debido al cierre de fronteras a causa de la pandemia, no pueden verse desde hace meses, en los peores casos, desde casi hace un año. Concretamente, en España hay 2.990 solicitudes presentadas, según fuentes del Gobierno, de personas extranjeras que desean venir a ver a su pareja.

A día de hoy, España, inmersa en fuertes restricciones por el covid-19, está dando permiso para acceder al país a personas que acrediten estar casadas, ser pareja de hecho o una convivencia de un año bajo el mismo techo con un ciudadano español. Pero hay muchas parejas que, no representadas por ninguno de estos tres supuestos, dicen estar chocando contra una pared cada vez que acuden a embajadas y consulados españoles por el mundo para obtener la autorización para viajar. Se han hecho fuertes en las redes sociales y bajo el 'hashtag' #LoveisnotTourism (El amor no es turismo) piden al Gobierno flexibilidad, comprensión y equiparación al resto de parejas binacionales.

Cómo pueden acreditar Laura, española de 28 años, y Dany, israelí de 30, que llevan un año viviendo bajo el mismo techo si se conocieron jugando 'online' un año antes de empezar la pandemia. "Es un requisito ridículo porque es prácticamente imposible de cumplir en casos como el nuestro", explica Laura, en una llamada telefónica, desde Granada. Esta diseñadora gráfica española y el ingeniero eléctrico israelí se vieron en persona por primera vez en Berlín y, posteriormente y de forma alterna, se han visto por periodos de un mes en Israel y España. El próximo enero se cumplirá un año desde que se vieron la última vez. "En las videollamadas acabamos llorando los dos aunque he de decir que nuestra relación se ha fortalecido" explica Laura para, a renglón seguido, explicar que se le cae el pelo y pierde peso.

"Equiparables emocionalmente"

"Son parejas equiparables emocionalmente a un matrimonio o a una pareja de hecho". Son palabras del secretario de Estado de la España Global, Manuel Muniz, al referirse a las parejas afectadas por estas restricciones en una entrevista en el Club de Encuentro Manuel Broseta, en Valencia. Muniz aseguró que se está dando instrucciones a los consulados para que no soliciten el certificado de convivencia de un año para otorgar la autorización a estas "parejas profundas de larga duración". Los datos oficiales aportados por el secretario de Estado son los siguientes: de las 2.990 solicitudes presentadas, 1.514 han sido aprobadas, 597 denegadas (20%) y 621 están en trámite. Para los afectados, una solución razonable pasaría por presentar una declaración jurada, una prueba de PCR negativo y un billete de ida y vuelta.

Pero estas directrices del secretario de Estado no se traducen en el día a día de los consulados. Andrés Lucas, español de 33 años, y su pareja, la rusa Karina Antonova, abogada de 31, tienen la esperanza de poder verse en Navidad para celebrar su segundo año de noviazgo. Se conocieron en Barcelona en los festejos de entrada del año 2019 y, desde entonces, se han visto por periodos de 10 días hasta en seis países. "Hay mucha descoordinación y los criterios que se están aplicando son muy subjetivos", denuncia Andrés.

Peor lo tienen, si cabe, Indira Durán, de Sevilla, y su pareja, una mujer peruana de la que no da la identidad para preservar el anonimato dado que las relaciones homosexuales no están reconocidas en Perú. 

Indira tiene 27 años y, al igual que su pareja peruana, de 24, es estudiante de Derecho. La diferencia horaria no ayuda, sino todo lo contrario, para hacer videoconferencias. "Duermo muy poco porque es la única manera de hablar con ella", explica para añadir: "La situación me está afectando mucho tanto emocional como psicológicamente".

Julián Manzano, sevillano de 24 años, y Alina Gribova, moscovita de 23, se conocieron en España en un programa de voluntariado en una restauración arqueológica. Julián explica que, al principio de la pandemia, era fácil ser comprensivo pero a medida que pasan los meses "resulta más difícil soportar la situación". "Ha habido momentos tensos, de enfado, que uno de los dos no quiere hablar... pero nuestra relación sigue fuerte", se enorgullece Julián, sabedor de que otros noviazgos no han soportado el envite.

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