Crisis sanitaria global

Japón decreta la alerta máxima ante las cifras récords de la tercera ola

El país nipón, sin embargo, sigue arrojando cifras excepcionalmente buenas con medio millar de contagios al día

Distancia social en un espacio para comer en Tokyo.

Distancia social en un espacio para comer en Tokyo. / periodico

ADRIÁN FONCILLAS

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Japón ha decretado el jueves la "máxima alerta" tras una escalada de contagios que empezó a finales de octubre y ha superado umbrales psicológicos en Tokio y el resto del país. La capital ha contabilizado el jueves 534 nuevas infecciones, rompiendo por primera vez la barrera de los 500, después de que la rozara el miércoles con 493. El recuento nacional alcanza los 2.259, superando también por primera vez los dos millares, y aún faltan por agregar los datos de algunas prefecturas. Los expertos ya habían alertado de que la tercera ola sería más agresiva que las precedentes. 

Japón va a contrapelo en la inercia global. Las medidas adoptadas han sido muy tibias, sin confinamientos domiciliarios ni cierres de negocios, apenas con recomendaciones que la población ha cumplido. Tampoco su seguimiento de las líneas de contagios es extraordinario y el testeo, comparado con Corea del Sur o China, es ridículo. En Tokyo, donde se aprietan 14 millones de personas, apenas se realizan 5.000 pruebas diarias. Y, sin embargo, el país muestra unos registros envidiables incluso añadiendo el reciente aluvión, con apenas 121.000 infecciones y 1.900 muertes. Una cultura que rehúye el contacto físico podría explicarlos en parte, aunque los expertos siguen debatiendo sobre la excepcionalidad japonesa.  

La tercera ola ha descuadrado los números y disparado las alarmas. "Pido a todo el mundo que extreme las precauciones", ha afirmado la mañana del jueves el primer ministro, Yoshihide Suga, en la televisión. El líder japonés, que estrenó el cargo dos meses atrás, aludía a la mascarilla y a evitar aglomeraciones y espacios cerrados.   

La mayor metrópoli del planeta

Inquieta la deriva en la mayor área metropolitana del planeta. "Los nuevos contagios aumentan a un ritmo preocupante y un número cada vez mayor de ellos son asintomáticos o ancianos", ha revelado la gobernadora tokiota, Yuriko Koike. La ciudad recomendó el cierre de negocios en abril, cuando fue declarado el estado de emergencia en buena parte del país. Un mes después fue levantado por el descenso de casos y los contagios se mantuvieron en unas magnitudes razonables hasta el final de octubre. La prensa da por descontado que Tokyo elevará la alerta en las próximas horas desde el segundo al cuarto y más alto nivel de la escala. La medida, sin embargo, tampoco traerá restricciones traumáticas de movimiento. 

Tanto Tokio como varias prefecturas registran ahora récords diarios que legitiman las dudas sobre algunas medidas para reactivar la economía. La campaña para fomentar el turismo nacional, que incluía atractivos descuentos para mitigar la ausencia de visitantes extranjeros, está en entredicho. Las asociaciones médicas no se atreven a calificarla como la causa principal pero sí que actuara como catalizador. El Gobierno ha admitido que 155 viajeros y 144 empleados de hoteles han sido contagiados.  

"Estamos en una fase en que las infecciones aumentan rápidamente, tenemos que estar vigilantes", ha afirmado el jueves Norio Ohmagari, director del Centro de Control y Prevención de Enfermedades. Ohmagari ha aludido a las fiestas de fin de año que la tradición obliga a regar con sake en ágapes pantagruélicos que cuadran las cuentas anuales de los restaurantes. Una encuesta reciente revela que el 90 % de las compañías planea cancelarlas este año, en la última prueba de que las sociedades responsables y sensatas, que no obedientes, sólo requieren recomendaciones.