elecciones en el gigante sudamericano

Los brasileños van a las urnas este domingo en una contienda que apunta a las presidenciales de 2022

El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, durante una rueda de prensa este martes.

El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, durante una rueda de prensa este martes. / periodico

Abel Gilbert

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Unos 148 millones de brasileños están en condiciones de participar hoy de las elecciones municipales de este domingo que, si las encuestas no se equivocan, favorecerán el avance de la centroderecha y la profundización del giro político que se inició en 2018. El favoritismo de las candidaturas conservadoras, entre ellas las de pastores evangelistas y ex policías o ex militares que predican la "mano dura" contra la delincuencia, no parece sin embargo beneficiar directamente al presidente Jair Bolsonaro. El rechazo a la figura del capitán retirado ha crecido en 15 de las 26 capitales estaduales. En la megalópolis de Sao Paulo, un 50% de sus habitantes desaprueban al presidente mientras que en Río de Janeiro la opinión negativa es del 42%.

Las autoridades ejecutivas y los concejales de 5500 municipios se ponen en juego en la primera vuelta electoral. Se espera que en varias ciudades tenga lugar un segundo turno el último domingo de este mes. Se acudirá a las urnas en medio de una suma de excepcionalidades: de un lado, la pandemia, que provocó casi 165.000 muertos y 5,8 millones de casos positivos de covid-19. Por el otro, la crisis económica. Se espera además que el PIB del gigante sudamericano se desplome cerca del 6%. 

Bolsonaro ya sueña con su reelección en 2022. Pero muchos de de sus candidatos no corren con ventaja en los grandes centros urbanos. El alcalde paulista Bruno Covas (PSDB, centro) va camino a su reelección. Guilherme Boulos, del izquierdista PSOL aparece segundo en los sondeos. Aunque Celso Russomanno ha realizado su campaña con el presidente como estandarte, está cada vez más lejos de pasar a un segundo turno. Otra de las peculiaridades de esta contienda es que el capitán retirado carece de un partido propio. Al llegar al poder, abandonó el Partido Social Liberal (PSL), su noveno agrupación en tres décadas de actividad parlamentaria. De inmediato creó la Alianza por Brasil, que en rigor nunca se oficializó.

Los temores de la sociedad

De acuerdo con una encuesta reciente del Instituto de la Democracia, el 53% de las personas en condiciones de participar de la elección tenía poco interés de hacerlo. Un 27% de los consultados aseguraba tener miedo de ir a votar. El temor a volver a sus casas con el virus ha sido la explicación más recurrente. No es el único peligro que atraviesa el aire de ese país. Solo en el primer semestre de este año fueron asesinadas 25.712 personas, un 7,1% más que en 2018, de acuerdo con el Foro Brasileño de Seguridad Pública (FBSP). De ese total acumulado, 3.181 ciudadanos cayeron por balas policiales. Además, a lo largo del presenta año ha crecido la violencia por motivos políticos. En el último mes han perdido la vida dos candidatos y tres militantes. Un concejal recibió un balazo. Pero si se hace un recuento de los casi 11 meses de 2020, la cifra asciende a 82 asesinatos, ha consignado el Centro de Estudios sobre Seguridad y Ciudadanía (CESeC). Río de Janeiro es el estado más afectado por la violencia. Su crecimiento está relacionado con la actividad de las milicias paramilitares, que en estas elecciones presentan varios candidatos.

Las dificultades de la izquierda

La pandemia supuso para millones de ciudadanos que fueron asistidos por los hospitales, una mayor comprensión del papel del Estado en medio de las calamidades. Pero ese reconocimiento no beneficia a las posiciones de izquierda, por lo general más inclinadas a la defensa de lo público. El Partido de los Trabajadores (PT) está lejos todavía de recuperar la primacía de ese espacio. Ni siquiera con Luiz Inacio Lula da Silva en libertad ha sido capaz de ponerse al frente de las insatisfacciones sociales. El ex mandatario tiene dos obsesiones políticas. Lula quiere demostrar su completa inocencia en la causa de corrupción por las cual fue llevado a la cárcel. A la vez, tiene la mira puesta en 2022 y quiere centrar sus esfuerzos en la unión de los partidos progresistas para impedir la reelección del actual presidente. "Puede que Brasil no necesite a Lula, pero tampoco necesita una figura grotesca como Bolsonaro".

Los anhelos del capitán retirado de mantenerse en el Palacio Planalto chocan por estos días con una situación que no estaba en sus planes: la victoria electoral en Estados Unidos de Joe Biden. Para la revista Piauí, la derrota de Donald Trump "frustra una de las principales ambiciones del Gobierno de ultraderecha y, en particular, de la familia Bolsonaro, por su proyección dentro y fuera del país".