Nueva infraestructura

El nuevo aeropuerto de Berlín despega ahogado por las deudas y mermado por la pandemia

La inauguración del Willy Brandt llega 9 años más tarde de lo previsto y con un sobrecoste de casi 4.000 millones de euros

Imagen del nuevo aeropuerto Willy Brandt de Berlín.

Imagen del nuevo aeropuerto Willy Brandt de Berlín. / periodico

Andreu Jerez

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Un total de 14 años después del inicio de las obras, 9 más tarde de la primera fecha prevista para la inauguración, tras seis retrasos para su puesta en marcha y con un precio final  – oficialmente, cercano a los 6.000 millones de euros – casi dos tercios más caro de lo presupuestado en un primer momento, el nuevo aeropuerto de Berlín, el Willy Brandt Flughafen (BER), está listo para despegar. 

Si no hay sorpresas de última hora, el sábado 31 de octubre aterrizarán en sus pistas un avión de Lufthansa y otro de Easyjet. Casi todo está listo en puntos de facturación, las puertas de embarque y en comercios como cafeterías y tiendas para que los primeros pasajeros comiencen a circular por las enormes instalaciones.

De momento entrará en marcha sólo su terminal 1. La T2, que también está lista, comenzará a funcionar cuando así lo exija el tráfico aéreo. Las terminales 3 y 4 sólo son un proyecto para el futuro, cuando aumenten las cifras de viajeros y se reduzcan las deudas. Las flamantes nuevas instalaciones estarán apoyadas por la llamada T5, que no es otra cosa que el viejo aeropuerto de Schönefeld – originario de la parte oriental de la capital alemana – que seguirá en marcha parcial y previsiblemente una década más.

Gestión desastrosa

Cuesta creer que el desastroso proyecto arquitectónico se haya llevado a cabo en la capital de la primera potencia económica de la Unión Europea: si de una cosa suele hacer gala la élite de Alemania es de la capacidad planificadora y organizadora del país. Además de convertirse en motivo de chistes por parte de los berlineses, el Willy Brandt – tercer aeropuerto alemán más grande de después de los de Fráncfort y Múnich – parece destinado a convivir con la desgracia: su esperada inauguración llega en plena pandemia global que tiene paralizada buena parte del tráfico aéreo nacional e internacional. 

Las modernas instalaciones del BER, diseñadas para recibir hasta 40 millones de viajeros anualmente, recibirán previsiblemente sólo unos 5.000 de usuarios el próximo primero de noviembre. Con el cierre una semana después del pequeño aeropuerto de Tegel, situado en el norte de Berlín, la cifra de pasajeros aumentará hasta los 16.000. El Willy Brandt funcionará, por tanto, apenas al 20% de su capacidad total. A pesar de que el aeropuerto ni siquiera podrá celebrar los festejos previstos para su inauguración, algunos de sus técnicos prefieren ver la parte positiva de la pandemia: la capacidad de reacción, en caso de algún fallo en los sistemas de seguridad o de cualquier otro elemento de las instalaciones, será más fácil gracias a los pocos aviones que aterrizarán a lo largo los próximos meses.

Ayudas millonarias

El nuevo aeropuerto de Berlín nace además en serias dificultades económicas: la mitad de los casi 6.000 de euros del coste final de construcción son créditos que el aeropuerto debería ir amortizando durante los próximos años, como reconoce Engelbert Lütke Daldrup, presidente de la empresa gestora de la instalación. Ese objetivo se antoja difícil de momento, puesto que la pandemia seguirá limitando seriamente el uso del avión y que los ingresos proyectados antes de la crisis sanitaria serán de momento inalcanzables.

La fracción opositora de Los Verdes en el Bundestag ya ha propuesto un plan para reducir una deuda que, con las actuales condiciones, será imposible de pagar con medios propios. Los propietarios del aeropuerto Willy Brandt  –es decir, la ciudad-estado de Berlín, el vecino estado federado de Brandeburgo y el Gobierno federal– ya le han inyectado 300 millones de euros en lo que va de 2020 y tienen previsto concederle otro préstamo de 500 millones para el próximo año. El aeropuerto amenaza con convertirse en un pozo sin fondo de dinero público.

Responsables políticos

"En primer lugar, hay que planificar bien; después, hay que intentar cambiar lo menos posible en el transcurso de las obras, calcular suficientes períodos de tiempo para la construcción y proyectar costes realistas”, responde el presidente del aeropuerto Willy Brandt cuando se le pregunta sobre qué debería hacer de otra forma la política alemana para evitar futuros fiascos como el del nuevo aeropuerto berlinés. La respuesta de Daldrup, que asumió la dirección del Willy Brandt tras varios cambios en la dirección gestora, es una crítica abierta a los gestores políticos de la enorme infraestructura que la capital alemana -con tres aeropuertos históricos debido a la división que sufrió durante la guerra fría- llevaba años necesitando.

"Estamos a las puertas de la inauguración". Esta frase pronunciada en 2011 por el exalcalde de Berlín, el socialdemócrata Klaus Wowereit, resume la caótica gestión de un aeropuerto que se ha visto ensombrecido por los constantes fallos en el sistema antiincendios, la cesión de contratas a empresas incapaces de cumplir con los objetivos y por unas acusaciones de corrupción que siguen sin despejarse.

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