VIRAJE EN LATINOAMÉRICA
Bolivia y Chile dibujan cambios el mapa político latinoamericano
El triunfo de la izquierda boliviana y el plebiscito que enterrará la Constitución de Pinochet son observados como puntos de inflexión tras años de predomino conservador
Abel Gilbert
Corresponsal en Buenos Aires
Especialista en América Latina y doctor en comunicación. Ha cubierto los principales acontecimientos políticos regionales durante las últimas dos décadas para El Periódico. Es autor de ocho libros, tres de ellos en colaboración, y se apresta a publicar otros dos.
Abel Gilbert
Édgar Fernández Lazcano no quiere hacer más vaticinios. Ramsés, como se le conoce en la televisión boliviana, ganó fama en el 2019 al predecir la caída de Evo Morales. El vidente auguró días atrás una derrota de<strong> Luis Arce </strong>en las elecciones del domingo pasado. Pero resulta que el candidato del Movimiento al Socialismo (MAS) ganó a Carlos Mesa (centroderecha) por casi 25 puntos de diferencia. Avergonzado, Ramsés dijo tener ganas de abandonar el arte del presagio. Los comicios bolivianos no solo han descolocado al supuesto adivino.
Una victoria tan aplastante ni siquiera formaba parte de la expresión de deseos del heterogéneo espacio progresista latinoamericano. La llegada de Arce a la presidencia, a casi un año del golpe de Estado, es observada ahora como un posible <strong>punto de inflexión </strong>en <strong>América Latina </strong>después de años de predominio de las derechas. La consulta popular en Chile sobre la reforma de la Constitución, prevista para el próximo domingo, aparece como otro de los indicios de que algo estaría cambiando en el subcontinente.
Nadie espera un ciclo de gobiernos de centroizquierda como el que predominó durante la primera década de este siglo y permitió a América Latina, con Brasil a la cabeza, tener una autonomía relativa respecto a Estados Unidos. Quince años atrás, la región se beneficiaba del aumento de los precios internacionales de los productos primarios. La llegada de la pandemia ha ahondado las crisis preexistentes de la mayoría de los países. Se estima que a finales de año habrá 45,4 millones más de latinoamericanos pobres, lo que supondrá 230,9 millones de personas bajo esa condición.
El final del péndulo
A pesar de las serias limitaciones, el mapa político regional se empieza a reconfigurar. Al menos así lo ha entendido el presidente argentino, el peronista Alberto Fernández. La vuelta del MAS al poder en Bolivia, ha dicho, crea además mejores condiciones para reconstruir la Unión Sudamericana de Naciones. "Lo que más nos conviene a América Latina es unirnos para enfrentar los problemas que tenemos", ha asegurado el madatario argentino. El Grupo de Puebla, un foro político y académico integrado por representantes de la izquierda política iberoamericana, entre ellos varios exmandatarios, también ha saludado los cambios en Bolivia. Lo sucedido allí "marca el comienzo del final del péndulo que llevó, con evidentes costos sociales y democráticos, a la restauración conservadora".
Con esa expectativa se espera el plebiscito chileno que, si se confirman las encuestas previas, terminará por enterrar la base institucional forjada por la dictadura del general <strong>Augusto Pinochet</strong>. "Fue en Chile en donde esa dictadura ensayó a rajatabla todo el manual neoliberal de nuestra época", recordó el expresidente uruguayo José Mujica días atrás.
La consulta se ganó en las calles con el estallido social de octubre del 2019. Su efecto se hizo sentir en su momento en Colombia y puede tener un nuevo efecto de irradiación regional. "Vamos a por Ecuador", ha afirmado entusiasmado el expresidente colombiano y exsecretario de la Unasur, Ernesto Samper. "El triunfo del pueblo boliviano ratifica que, si caminamos por la senda de la democracia, la organización popular y el progresismo, recuperaremos el Estado de derecho y garantizaremos condiciones de vida dignas para nuestros países", ha argumentado el exjefe de Estado ecuatoriano Rafael Correa. La justicia no le ha permitido participar de las elecciones del 7 de febrero. La Unión por la Esperanza (UNES) competirá en su nombre, con opciones inciertas.
Con la mirada puesta en EE.UU
Pero antes, en noviembre, tendrán lugar las elecciones municipales en Brasil. El presidente Jair Bolsonaro pondrá a prueba su repunte en las encuestas. La suerte del Gobierno de ultraderecha está en parte asociada a lo que suceda en Estados Unidos a principios del mes venidero. Un eventual traspié de Donald Trump dejaría a Bolsonaro debilitado en la región y modificaría aun más el horizonte de expectativas políticas. Por el contrario, la continuidad del "trumperialismo", como lo ha definido el Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG), representaría, a ojos de distintos analistas, un freno del despertar político que se está insinuando. A su vez dificultaría una postergada solución pacífica del conflicto venezolano.
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