ELECCIONES EN EEUU

Los activistas que movilizan el voto latino

Voluntarios de la Arizona Dream Act Coalition, en las oficinas de la organización.

Voluntarios de la Arizona Dream Act Coalition, en las oficinas de la organización. / periodico

Idoya Noain

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Son las tres de la tarde y el sol aprieta con la fuerza del desierto. El termómetro marca 38 grados y no hay una sombra a la vista en West Encanto Boulevard. Karina Ruiz, Michael y Beatriz aparcan sus coches junto al desangelado Parque Sueño y, a pie, arrancan la misión que les ha traído a este barrio de clase trabajadora del oeste de Phoenix. Durante las siguientes horas tocarán decenas de puertas, las que les señala un programa instalado en sus teléfonos móviles con información sobre votantes latinos registrados que ha recibido sus papeletas en el correo.

Cuando les abran la puerta preguntarán si se ha votado ya. Si quien contesta no lo ha hecho aún darán información sobre cómo hacerlo, sin mencionar expresamente a Donald Trump ni a Joe Biden ni a ningún candidato en otras carreras del 3 de noviembre.

Explicarán también cuándo y dónde se puede entregar personalmente el voto. Sí pedirán expresamente el apoyo a la Proposición 208 que aparece en las largas y complejas papeletas, un referéndum para subir los impuestos a quienes ganan más de 250.000 dólares (medio millón en el caso de parejas) para destinar ese dinero a las arcas de la educación pública que se han ido vaciando en Arizona. Se interesarán también sobre si hay alguien más en la casa que necesite registrarse. Y si nadie abre, dejarán en la puerta, nunca en el buzón para no saltarse las leyes que se lo impiden como organización no gubernamental, un par de cartelones grapados con información.

Un ejército de activistas comunitario

Ruiz es la directora ejecutiva de la Arizona Dream Act Coalition, Michael y Beatriz dos de las decenas de voluntarios de la organización, que este mismo día ha despachado a otros barrios a otras seis personas a hacer la campaña puerta a puerta. Ninguno de ellos, por su estatus en Estados Unidos, puede votar en estos comicios. Pero, como cientos de otros activistas que trabajan bajo el paraguas de Arizona One o en decenas de otras organizaciones comunitarias, juegan su papel en la democracia estadounidense.

Forman parte de un ejército que está haciendo sobre el terreno el trabajo fundamental para movilizar, uno a uno, el trascendental voto latino en un estado donde los hispanos, el segmento de la población que más crece, son uno de cada tres habitantes y representan el 24% del potencial electorado. No son un monolito y según las encuestas se dividen 2 a 1 respecto al apoyo de Biden o Trump.

Voluntarios puerta a puerta para animar al voto en Phoenix (Arizona)

Voluntarios puerta a puerta para animar al voto en Phoenix (Arizona). / periodico

Si como pronostican las encuestas el demócrata gana en Arizona les deberá a gente como Karina, Beatriz y Michael parte de su victoria. Porque las precauciones que ha impuesto la pandemia ha sacudido por igual a los voluntarios y a la campaña oficial demócrata, pero los primeros han sido desde hace tiempo mucho más activos mientras que el Partido Demócrata, repitiendo un patrón, ha llegado tarde y con menos fuerza al necesario trabajo sobre el terreno.

Activistas curtidos

Biden, así, depende para su triunfo del inmenso esfuerzo que realizan desde hace al menos 15 años los activistas de una comunidad con experiencia en combatir algunas de las leyes más draconianas y los personajes más xenófobos contra los inmigrantes que ha habido recientemente en EEUU, antes de que llegaran Trump, su muro, las separaciones de niños de sus familias en las fronteras o los asaltos a leyes como DACA con la que Barack Obama quitó al menos temporalmente la presión de la deportación a cientos de miles de inmigrantes que llegaron sin papeles como niños.

Son los grupos que se empezaron a organizar en Arizona en el 2006, cuando se aprobó una ley que quitando las becas estatales a muchos inmigrantes les hizo inaccesible la educación superior. Son las organizaciones que lucharon con uñas y dientes contra la polémica SB1070, otra ley que en el 2010 dio permiso a las autoridades para detener a cualquiera que pensaran que estaba ilegalmente en el país. Y son quienes, tras casi dos décadas soportando las acciones del infame sheriff Joe Arpaio, consiguieron con su movilización que perdiera su cargo en las urnas en el 2016 mientras el estado daba la victoria a Trump (que ya como presidente perdonó al sheriff, condenado precisamente por sus violaciones de la Constitución). Y son también quienes en los últimos años han conseguido que algunos de sus activistas sean elegidos para cargos locales.

La gente, la prioridad

"Los partidos no pueden cantar victoria. La victoria es de la comunidad y de los arizonenses que llevan mucho tiempo en la lucha", explica Luis Ávila, fundador del grupo Instituto, que fomenta la formación de líderes hispanos en Arizona, y que en agosto lanzó ¡Aquí se vota!

"La prioridad ahora es derrotar a Trump, pero la verdadera prioridad debe ser la gente", dice también Ruiz, que recuerda que "no porque Biden gane acabará el trabajo". Menos cuando una pandemia que ha castigado más duro a minorías ha sumado preocupaciones sobre asistencia médica o trabajo a una comunidad ya golpeada. Los latinos es menos probable que sean propietarios que los blancos (52% frente a 70%), es más probable que estén encarcelados (representan el 30% población general pero el 41% de la carcelaria) o solo ven al 17% de sus mayores de 25 años completar los estudios universitarios (frente al 36% de los adultos en general).

Ruiz también asegura que pase lo que pase, celebrará los resultados. "Hemos aprendido que en una campaña, aunque no ganemos, ganamos, porque creamos liderazgo. Hay gente más informada. Hemos aprendido como comunidad a celebrar nuestra resiliencia y que nos tenemos unos a otros", dice. Además, ella no puede votar pero siente "enorme satisfacción" saber que ha ayudado a otros a hacerlo. " Dan voz a mi voz", dice.

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