elecciones generales
La fuerte polarización marca el cierre de campaña para la presidenciales en Bolivia
Abel Gilbert
Corresponsal en Buenos Aires
Especialista en América Latina y doctor en comunicación. Ha cubierto los principales acontecimientos políticos regionales durante las últimas dos décadas para El Periódico. Es autor de ocho libros, tres de ellos en colaboración, y se apresta a publicar otros dos.
Abel Gilbert
Los bolivianos acudirán este domingo a las urnas en medio de una polarización política que corre el peligro de desbocarse. A pocos días de las elecciones generales nadie descarta la posibilidad de que el Movimiento al Socialismo (MAS), el partido de Evo Morales, expulsado del poder tras el golpe de Estado de noviembre del 2019, se imponga en la primera vuelta y recupere el Gobierno de la mano de su candidato Luis Arce. Ese hipotético desenlace electoral viene acompañado de amanezas, 'fake news' y cantos de sirena a los militares, que fueron decisivos en la destitución de Morales.
Para vencer en la primera vuelta, el partido ganador debe obtener al menos el 40% de los sufragios y una distancia de 10 puntos respecto a su inmediato rival. La última encuesta de los canales privados de televisión Unitel y Bolivisión indican que Arce alcanzaría el 42,2% de los votos válidos. El expresidente interino Carlos Mesa (2003-05), el abanderado de la alianza Comunidad Ciudadana (CC), obtendría el 33,1% de las papeletas.
De darse estos resultados sería necesaria una segunda vuelta -a celebrar el 9 de noviembre- lo que complicaría los planes de Arce y su partido. Sin embargo, este sondeo no ha tomado en cuenta tres factores que pueden favorecer a Arce: el voto rural y de la inmigración boliviana en Argentina, históricamente simpatizante de Morales, así como el desprestigio del Gobierno de facto que encabeza Jeanine Áñez.
A eso hay que añadir un 12% de indecisos que, según algunos analistas, ocultan su preferencia por Arce. Tienen miedo a represalias que están a la orden del día. "Si quieren aprobar esta asignatura, todos tienen que enviarme una fotografía de su papeleta de votación. Los que voten por el MAS serán suspendidos", amenazó a los estudiantes un profesor de la Universidad Aquino Bolivia (Udabol). El caso ha creado gran indignación en el país y se ha convertido en un escándolo público.
Cierre de campaña
Tanto Arce, a quien acompaña en su candidatura como número dos, David Choquehuanca, exministro de Exteriores de Morales, como Mesa, y su candidato a vicepresidente Gustavo Pedraza, cerraron sus campañas en Santa Cruz de la Sierra, la región más rica del país y por lo general inclinada hacia la derecha. "Nos vamos a ir después de los cinco años, pero vamos a dejar un MAS renovado para que continúe el proceso hasta la eternidad", ha prometido Arce. El deseo de perpetuación de Morales costó muy caro políticamente al expresidente y su albacea no quiere tropezar en la misma piedra.
Mesa, por su parte, ha agitado el fantasma del retorno del expresidente, asilado en Argentina. "Hay que decir no a Morales. Que el autócrata no se confunda, si vuelve a Bolivia volverá para rendir cuentas, y eso depende de tu voto". Mesa se presenta como el único que puede frenar la vuelta del MAS.
La actual presidenta, Jeanine Áñez, y el conservador Jorge Quiroga, se aperaron de la carrera electoral para evitar la dispersión del voto anti-Morales. Pero, de momento, Mesa no ha logrado el apaoyo de todas estas fuerzaz políticas. El ultraderechista Luis Fernando Camacho, el dirigente cruceño que se convirtió en el 2019 en uno de los artífices del derrocamiento de Morales, ocupa el tercer lugar e las encuestas, con un 16,7%, de adhesiones. Pero "el macho" Camacho por el momento no ha renunciado a competir. El ministro del Interior, Arturo Murillo, le ha reprochado que "no se da cuenta de la magnitud" de lo que está en juego.
Lenguaje de guerra
En este contexto de alta tensión y enfrentamiento, el ministro de Justicia, Álvaro Coimbra, ha advertido que si el MAS gana este domingo saldrá "a matar gente". Áñez, por su parte, aprovechó un aniversario del Ejército de Aire para destacar que las Fuerzas Armadas contribuyeron a la caída de Morales. "Le dijeron no a la dictadura, y ese fue el final de un largo y terrible período de autoritarismo populista".
Áñez también encabezó un "acto de desagravio" a los militares que ejecutaron el 9 de octubre de 1967 al guerrillero argentino-cubano Ernesto Che Guevara. "Felicidades por la derrota del invasor comunista", les dijo a esos soldados, hoy septuagenarios, pero con la mirada puesta en el presente electoral. No en vano ella resaltó que, al propiciar la dimisión de Morales, los hombres de armas "entraron a esa categoría honrosa de militares de América Latina que se convirtieron en impulsores de la democracia".
Algunos analistas se preguntan qué papel jugará Áñez en los comicios del domingo y si tanto ella como el frente anti-MAS respetarán un eventual triunfo de Arce. En todo caso y por si acaso, el MAS ya ha anunciado que tendrá su propio de recuento de votos. La noche del domingo no será tranquila.
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