ENTREVISTA
Agustín Squella: "La próxima Carta Magna chilena no será la de la venganza"
El filósofo y abogado considera que Chile tiene, por primera vez, la oportunidad de tener un texto fundamental moderno y democrático
Abel Gilbert
Corresponsal en Buenos Aires
Especialista en América Latina y doctor en comunicación. Ha cubierto los principales acontecimientos políticos regionales durante las últimas dos décadas para El Periódico. Es autor de ocho libros, tres de ellos en colaboración, y se apresta a publicar otros dos.
Abel Gilbert
"Chile ha tenido varias constituciones -1828, 1833,1925, 1980- pero esta será la primera vez en que una Carta Magna tendrá legitimidad democrática de origen y de contenido", le dice a EL PERIÓDICO, Agustín Squella (Santiago de Chile, 1944). Profesor de Filosofía del Derecho de la Universidad de Valparaíso y doctor en Derecho de la Complutense de Madrid, Squella cree que, a partir de las protestas sociales, se han creado las condiciones para que el país pueda modernizar cabalmente su Constitución.
Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales, se define como "grafómano", alguien con una manía irresistible de escribir. Esa pulsión le ha permitido intervenir con fuerza en el debate público del último lustro con cinco libros, cada uno de ellos titulado con palabras claves que explican en parte los anhelos que se ponen en juego en el plebiscito: 'Igualdad', 'Libertad', 'Fraternidad', 'Democracia' y 'Derechos Humanos'. Para anticiparse a la constituyente publicará en breve un ensayo sobre el tránsito de la desobediencia civil a la dignidad social.
¿Encuentra alguna semejanza entre el plebiscito de 1988, que se llevó a cabo para decidir si Augusto Pinochet seguía en el poder hasta 1997, y la consulta por una reforma constitucional del próximo 25 de octubre?
Son dos situaciones muy distintas. Aquella tenía incluso un rasgo épico, porque se trataba de sacar a un dictador y de iniciar una transición a la democracia que entonces se creyó más rápida y que en los hechos resultó exasperantemente lenta. Ahora se trata de otra cosa, importante, sin duda, aunque en medio de una pandemia larga y abrumadora.
¿Se materializarán en el actual referéndum las expectativas abiertas a partir del estallido social?
En principio prefiero hablar de protestas sociales masivas, persistentes y territorialmente muy extendidas. Eso fue lo que ocurrió hace un año. Dicho esto, espero un triunfo de la opción 'apruebo' y con una alta participación, a pesar de las circunstancias sanitarias.
"Del desprestigio de la política podríamos estar pasando a algo más grave: el desprestigio de la democracia como forma de hacer política"
¿Cuál es la nueva Constitución deseable y la posible?
Ante todo, la nueva Constitución deberá hacerse cargo de la declaración, protección y promoción de los derechos sociales para que no queden como letra muerta en el nuevo texto. Sin desconocer los acuerdos, habrá que evitar que estos conduzcan a la polarización. Los rivales políticos se pelean, es cierto, pero también conversan, y cuando no pueden llegar a acuerdos se aplica la regla de la mayoría. Somos muchos los que estamos abriendo la boca y ya es hora de que aprendamos también a abrir los oídos para escucharnos mejor. La próxima Constitución chilena no será la de la revancha ni tampoco de la venganza respecto de la actual, aprobada en dictadura, y eso debería apaciguar un poco los ánimos, de un lado y el otro, y evitar caer en desmesuras.
¿En qué medida incidirá en Chile la pérdida de representación de los partidos políticos tradicionales y la ausencia de liderazgos más fuertes?
Ese es un problema tan local como mundial, aunque ya sabemos que mal de muchos es consuelo de necios. Mi libro 'Democracia', del 2018, tiene un subtítulo inquietante: '¿Crisis, decadencia o colapso?'. Hay, además, una cuarta alternativa: transformación. Del desprestigio de los políticos hemos pasado al desprestigio de la política y de esta podríamos estar pasando a algo más grave: el desprestigio de la democracia como forma de hacer política. Esa es la pendiente resbaladiza en que nos encontramos. Y es muy peligrosa. ¿Falta de liderazgos en Chile? ¿Dónde los hay y que sean duraderos y no efímeros? Creo que en la próxima elección presidencial el candidato del centroizquierda chileno debería provenir más del mundo social que del político.
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