OFENSIVA AÉREA

Azerbaiyán reanuda los bombardeos sobre el Alto Karabaj

Una catedral histórica ha quedado severamente dañada, y un periodista ruso ha resultado herido de gravedad

Vecinos de Stepanakert comparten comida tras los bombardeos.

Vecinos de Stepanakert comparten comida tras los bombardeos. / periodico

Adrià Rocha Cutiller

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La carretera serpenteante que va al Alto Karabaj desde Ereván está casi vacía, excepto de militares. De vez en cuando se ve a algún camión cisterna de gasolina iraní que se dirige a su país —cuya frontera está en la dirección de Karabaj—, autobuses sin viajeros, ambulanciastractores de agricultores y ganaderos. Las columnas de vehículos del Ejértico armenio, que van en ambas direcciones,  transportan a  soldados que se retirán de la batalla o que se dirigen a primera la linea de fuego. Los intensos bombardeos en la zona han afectado a parte de la carreteta, que está cortada en la frontera que divide Armenia de los territorios que controla del Alto Karabaj.

Durante este jueves, los bombardeos azerbaiyanos sobre la zona se han incrementado. Dos proyectiles han caido en distintas horas del día sobre la catedral de Ghazanchetsots, situada en la ciudad de Shusha. En el segundo bombardeo sobre la iglesia, tres periodistas que grababan el resultado del primer ataque han resultado heridos. Uno de ellos, ruso, está en estado grave.

Hace unas décadas,  Shusha, capital cultural del Alto Karabaj, representaba a la perfección lo que era esta región tanto para armenios como para azerbaiyanos: un lugar mágico y casi mitológico para ambos; donde el vecino de arriba era azerbaiyano, el de abajo era armenio y el otro, el de enfrente, formaba parte de las dos comunidades, porque se había casado con su amiga armenia hacía poco. Shusha, a diferencia de las demás localidades del Karabaj, era de mayoría azerbaiyana, pero era donde todos se encontraban.

Pero en 1988 estalló la guerra: armenios y azerbaiyanos, en poco tiempo, decidieron que ya no podían compartir jamás ni escalera ni pueblo ni región. La guerra del Alto Karabaj, que duró hasta 1994, fue un conflicto fratricida, dejó cerca de 30.000 muertos y corroboró lo que ya se sabía: que armenios y azerbaiyanos, en el Cáucaso, ya nunca más podrían vivir juntos —si viven lejos, en Moscú, por ejemplo, la convivencia es más fácil—. Pero entre Armenia y Azerbaiyán, ahora, hay una línea doble de trincheras en la que, estos días, desde el domingo 27 de setiembre, los combates están siendo de gran intensidad.

Recuerdos del pasado

Recuerdos del pasadoAhora los armenios están a la defensiva, siendo superados y reculando, pero esa guerra, la que terminó con el armisticio de 1994, la ganaron ellos: todos los azerís del Alto Karabaj —que, desde entonces, se convirtió en una república independiente—, y de las siete províncias azerbaiyamas que rodean a esta región montañosa, fueron expulsados. No hubo excepciones: más de 600.000 personas fueron obligadas a abandonarlo todo y marcharse.

Ahora, con los avances claros del Ejército azerbaiyano, los armenios del Karabaj, temen que les hagan lo mismo a ellos. Azerbaiyán asegura que éstos se podrán quedar, y que nunca a atacado objetivos civiles en el Karabaj: los bombardeos casi diarios a edificios residenciales en Stepanakert y Shusha lo desmienten.

Los armenios, por su parte, también han bombardeado ciudades azerbaiyanas al otro lado del frente. Según los respectivos gobiernos, hay cerca de  60 civiles muertos, entre ambos bandos.

En esto, armenios y azerbaiyanos tienen algo en común: los dos dicen que no son ellos sino el otro el que ataca a civiles: “Los bombardeos de las fuerzas armadas armenias a nuestras ciudades y pueblos son un crimen de guerra. El Gobierno de Armenia tiene que pagar por ello”, ha dicho este jueves el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev. “Los armenios del Alto Karabaj están frente a una amenaza existencial. Si las fuerzas armadas de Azerbaiyán ganan, esto significará un genocidio para los armenios del Karabaj”, dijo hace dos días el primer ministro armenio, Nikol Pashinyán.

Casi dos semanas después del inicio de los combates, los más duros desde la guerra de los noventa, las soflamas, los bombardeos, las escaramuzas y las muertes siguen. Y no parece que vayan a acabar pronto.