deastre ambiental
Argentina sufre una ola de incendios en más de la mitad de las provincias
Abel Gilbert
Corresponsal en Buenos Aires
Especialista en América Latina y doctor en comunicación. Ha cubierto los principales acontecimientos políticos regionales durante las últimas dos décadas para El Periódico. Es autor de ocho libros, tres de ellos en colaboración, y se apresta a publicar otros dos.
Abel Gilbert
Argentina no solo divisa un horizonte negro por el derrumbe económico y la pandemia, con sus casi 22.000 muertes y más de 800.000 contagios. La humareda ha pintado el cielo de 14 provincias como consecuencia de los incendios de bosques y pastizales que se han originado a lo largo de las últimas semanas. El Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible ha asegurado que buena parte de los fuegos ya han sido sofocados, aunque continuan en las provincias de Córdoba, donde se se han quemado más de 180.000 hectáreas, San Luis, Salta, Tucumán y La Rioja. Greempeace custiona la versión oficial y sostiene que los incendios persisten aún en 13 de los territorios federales.
Los ambientalistas no dudan de que algo se ha modificado en este país a partir del cambio climático. De hecho, Global Forest Watch ubica a Argentina en el séptimo lugar entre los países que mayores alertas por incendios ha emitido en lo que va de año. El primer lugar lo ocupa Estados Unidos. Según el Servicio Nacional de Manejo del Fuego (SNMF), el 95% de los incendios forestales no han sido fortuitos, sino su origen ha sido humano, especialmente con el propósito de extender la frontera agropecuaria. La falta de precipitaciones, las altas temperaturas, la baja humedad y los fuertes vientos fuertes han contribudio a su rápidad propagación.
Ecocidio
El presidente del país, Alberto Fernández, ha atribuido los incendios a factores climáticos, al que, segú ha dicho, se han sumado "los pícaros que de ese modo consiguen mejores condiciones agrícolas de producción". El ministro de Medio Ambiente, Juan Cabandié, a su vez, ha calificado de "ecocidio" lo que ocurre en varias regiones, especialmente en Córdoba, la segunda provincia más rica de Argentina. "Los incendios son intencionados y tienen responsables: productores que usan métodos del siglo pasado, inescrupulosos que queman para aumentar ganancias y los que atentan contra los ecosistemas por especulación inmobiliaria".
Córdoba es uno de los motores económicos y turísticos de este país. Este año padece una de las peores sequías de las últimas cuatro décadas. Además de las pérdidas económicas, los incendios, con sus emisiones masivas de gases de efecto invernadero, dejan un inventario de calamidades: crecidas de los ríos e inundaciones, escasez y contaminación del agua para consumo, pérdida de economías campesinas, una mayor vulnerabilidad de la salud de sus poblaciones y destrucción de flora y fauna. "Para la actividad apícola de monte se ha perdido todo", ha señalado a la revista 'La Vaca' el apicultor Rodolfo Zabaleta. Se calcula que hasta el 30% de sus bosques se han visto afectados por siniestros que ya tienen un historial de devastación. Los especialistas estiman que apenas queda en pie el 3% de la fronda existente a principios del siglo XX.
El delta del Paraná
Las imágenes del fuego expandiéndose por las sierras cordobesas tienen un precedente tan cercano en el imponente delta del río Paraná, que atraviesa las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Entre Ríos. Las llamas fueron allí también voraces meses atrás, dejando a su paso las marcas del interés por el negocio ganadero y el desarrollo urbano. La agencia de noticias 'A24.com' relacionó con esas actividades a terratenientes, empresarios, políticos, sindicalistas, jueces y hasta dirigentes de fútbol. "Necesitamos que los incendios intencionados y desmontes sean catalogados como delito penal", ha afirmado Greenpeace Argentina.
Al igual que en Brasil, los humedales, como se llaman a las áreas que permanecen en condiciones de inundación o con su suelo cubierto por agua durante periodos de tiempo considerables, quedaron expuestas al desastre. En el caso argentino, esos humedales representan el 21% del territorio nacional y se reparten en deltas, esteros, llanuras, lagunas y costas marinas. Las organizaciones ecologistas reclaman una ley que los proteja. Los tiempos de la política y los del avance del fuego no son sincrónicos.
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