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Así se mofaba Trump del coronavirus

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Natalia Vaquero/ Europa Press

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Tanto minusvaloró al coronavirus que al final acabó infectado. Así está, desde la madrugada de ese viernes, cumpliendo cuarentena tras dar positivo, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. La primera dama, Melania, también ha sucumbido a la infecciosidad del patógeno del que tanto se ha mofado su marido.

La primera vez que se vio al presidente estadounidense con mascarilla fue el 12 de julio, a pesar de que las autoridades sanitarias las recomendaban desde el 3 de abril para frenar los contagios en la nación más afectada por la pandemia.

Lo hizo en una visita al Centro Nacional Militar Médico Walter Reed, donde realizaba una visita cerrada a la prensa a soldados heridos y a personal médico que ha estado cuidando a pacientes de covid-19.

Consideró a partir de entonces que llevar mascarilla era un acto "patriótico", unas declaraciones que contrastaban con su escepticismo inicial y que apuntaban a un cambio de estrategia por parte del mandatario.

Sin embargo, la mascarilla azul marino, con el sello presidencial bordado en dorado en un lateral de la tela, desapareció el pasado lunes en el bochornoso espectáculo que dio durante el debate para las elecciones de noviembre que le enfrentó al demócrata Joe Biden, quien sí que se puso la mascarilla.

Esta fue la primera ocasión en la que Trump y Biden se vieron las caras desde que comenzó la campaña, lo que, sumado a la escasez de actos electorales presenciales debido a la pandemia, disparó la expectación sobre el debate.

En un mitin repleto de personas, muchas de ellas sin mascarilla y sin ninguna distancia entre ellas, Trump se burló de su rival demócrata. "Va siempre con la mascarilla puesta. Todo ese dinero en cirugía plástica para cubrirla con una mascarilla", agregó Trump.

Trump quiso insultar a su contrincante durante el debate llamándole "socialista" y Biden se defendió acusándole de "mentir". Y razones no le faltaban.

El presidente de Estados Unidos sabía en febrero del letal peligro que representaba el coronavirus mientras en público minimizaba la gravedad de la pandemia e incluso, cuando más de un mes después aceptó públicamente esa seriedad, reconoció haber hecho la minusvaloración de forma consciente, y querer seguir haciéndolo, según él “para no crear pánico” entre la población.

A pesar de este inquietante reconocimiento, Trump no ha dudado en autoproclamarse el héroe de la pandemia por "evitar" millones de muertes y ha culpado en reiteradas ocasiones a China por "dejar escapar la plaga".

"No lo llaméis el coronavirus; es el Chinavirus. Corona, corona suena a villa italiana o algo así. Es Chinavirus", se mofó Trump en un acto de campaña cerca de Pittsburgh (Pensilvania).

Estados Unidos es el país más afectado por la pandemia de covid-19, con más de 7,2 millones de casos y 207.000 fallecidos. 

Trump se ha referido siempre al "virus chino", en alusión a su origen en la ciudad de Wuhan. Lo ha utilizado también como arma política contra Pekín y contra la Organización Mundial de la Salud (OMS), a la que le suspendió la financiación como represalia, informa Europa Press.

El presidente no ha dudado en criticar a los alcaldes y gobernadores que en los primeros compases de la pandemia se apresuraron en adoptar restricciones. Trump daba por hecho que el virus en algún momento "desaparecería" y advertía de los efectos económicos que acarrearían los cierres, en un momento precisamente en el que pretendía vender la economía como su gran bandera para la reelección en noviembre.

Tampoco ha guardado las distancias con otras personas --según la Casa Blanca todo su entorno se hacía pruebas frecuentes de coronavirus-- y apenas ha variado sus actos públicos en campaña. Al contrario que Biden, el presidente ha seguido organizando grandes mítines donde era frecuente ver a personas juntas y sin mascarillas.

Especialmente polémico fue el mitin organizado el 13 de septiembre en Las Vegas, por ser bajo techo e incumplir las normas estatales que prohibían la reunión de más de 50 personas en lugares cerrados. "Estoy en el escenario y está muy lejos", justificó entonces en una entrevista y, de hecho, al día siguiente repitió el formato en Arizona.

Trump también habría incumplido las recomendaciones de los Centros para el Control y la Prevencíón de Enfermedades (CDC) este mismo jueves, ya que su asesora Hope Hicks, con la que había mantenido contacto durante días, dio positivo por la mañana y el presidente aún asistió a un evento de recaudación de fondos, según NBC News.

Sin rigor científico

El escaso rigor científico de Trump a la hora de hablar de efectos de la pandemia o de tratamientos para hacerle frente le ha valido no pocos reproches de la comunidad médica. El epidemiólogo de la Casa Blanca, Anthony Fauci, ha ido perdiendo protagonismo público a medida que se han hecho evidentes sus diferencias con las tesis presidenciales.

En mayo, Trump aseguró que estaba tomando hidroxicloroquina, un fármaco contra la malaria, como medida de prevención frente a un posible contagios. Solo un mes después, la agencia del medicamento norteamericana (FDA) retiró la aprobación de emergencia que había dado para este medicamento como tratamiento frente al covid-19, al considerar no solo que era ineficaz sino que podía tener efectos secundarios.

También llegó a plantear, en abril, la posibilidad de tratar el coronavirus con luz solar o aplicando una inyección de "desinfectante", para estupor también de asociaciones médicas que se vieron obligadas a recordar a la ciudadanía los riesgos de consumir lejía.

Tampoco se ha cortado Donald Trump al aludir a la situación de España.  "Lo está pasando mal", espetó para contraponer el impacto de la pandemia en toda la Unión Europea a la de su país, "al que le ha ido mucho mejor", celebró ufano sin saber que el virus le acechaba hasta que esta madrugada se ha instalado en la zona más noble de la Casa Blanca.