CARRERA A LA CASA BLANCA

Las elecciones no entran en cuarentena

Estadounidenses emiten su voto anticipado, este jueves en Chicago.

Estadounidenses emiten su voto anticipado, este jueves en Chicago. / periodico

Idoya Noain

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Todo, o casi todo, son interrogantes en Estados Unidos desde que el positivo por covid-19 del presidente Donald Trump cayó como una bomba en una campaña electoral ya explosiva y que se desarrolla marcada hasta lo más hondo por la pandemia de coronavirus. ¿Qué gravedad tendrá la enfermedad? ¿Podrá volver a la campaña? ¿Si lo hace, cuándo y cómo y con qué efecto en la percepción de los votantes? ¿Y si no puede?...

Nada ni nadie tiene respuestas pero hay una certeza: pase lo que pase, la votación para decidir el futuro del país ya está en marcha, y a plena máquina. Según los datos que mantiene Elect Projectmás de 2,7 millones de estadounidenses ya han votado para las elecciones del 3 de noviembre, o bien por anticipado o enviando su voto por correo. El proceso no entra en cuarentena.

Los académicos expertos en ley electoral, analistas y prensa han vuelto hacia escenarios impensables y sin precedentes en la historia, el foco de sus análisis. Son los mismos que hasta ahora estudiaban unos comicios ya tatuados, de forma muy distinta, por Trump y la pandemia. Porque durante meses el presidente ha estado lanzando ataques constantes al proceso, sembrando dudas sobre su integridad, azuzando los fantasmas desacreditados de fraude y dejando en el aire la posibilidad de no aceptar los resultados si eran los de la derrota a la que, por ahora, apuntaban los sondeos.

Nada ha atacado con más fuerza, y con más armas, que el voto por correo, una herramienta perfectamente legal cuyo uso se ha extendido en una sociedad donde, como ahora sabe personalmente el mandatario, medidas de protección como el distanciamiento social se han hecho imperativo sanitario. En este 2020 nueve estados envían directamente las papeletas a todos sus votantes registrados y otros 36, incluyendo estados bisagra clave, permiten solicitarlo sin tener que ofrecer ninguna explicación más allá de la pandemia.

Guerra en los tribunales

El asalto de Trump ha llegado por múltiples flancos que no pueden entenderse independientemente. Una guerra se libra en los tribunales de más de 40 estados, donde demócratas y republicanos tienen abiertas cerca de 300 demandas. Aunque los casos varían, el espíritu general de esa lucha legal tiene a los demócratas intentando ampliar el voto por correo, reducir requisitos que lo dificultan, ampliar los plazos para contabilizarlos y acelerar el calendario en que pueden empezar a ser procesados (algo que contribuiría a no alargar durante días el proceso de contarlos). Los conservadores, por su parte, intentan frenar cualquier ampliación.

Por ahora han sido los demócratas los que han tenido victorias significativas, algunas en estados clave como Pensilvania o Wisconsin, pero eso puede tener su contrapartida positiva para la estrategia de Trump. Y es que, por ejemplo, con jueces dando luz verde a que se amplíe el plazo para recibir votos después del 3 de noviembre, hasta el día 9 en el caso de Wisconsin, se da fuerza a un escenario temido en que Trump incite el descrédito de los resultados conforme más tiempo transcurra de conteo. Ese es un tiempo en el que se teme que, en unos EEUU  extremadamente polarizados y con tensiones  ya desatadas como se ha comprobado en enfrentamientos en las protestas contra la injusticia racial, sería más posible que se desatara la violencia.

Del "espejismo rojo" al "giro azul"

La estrategia de descrédito de Trump se entiende mirando las tendencias del voto por correo. Es asumido que este se inclina demócrata y en estados donde se facilita información sobre afiliación de los que lo han solicitado los progresistas doblan a los republicanos. Y el consenso general es que Trump podría conseguir el mismo 3 de noviembre "el espejismo rojo", el color republicano, con una aparente victoria, ilusión que iría desvaneciéndose en los días siguientes ante el "giro azul" conforme se cuentan las papeletas enviadas a través del Servicio Postal de EEUU, en el ojo del huracán por su politización.

No toda la desconfianza es obra de Trump. Ejemplos recientes de conteos esperpénticos que se prolongan durante semanas, como sucedió en unas primarias demócratas en Nueva York, recuerdan las dificultades. Y eso sumado al bombardeo de Trump al proceso ya había empezado a cambiar algunas tendencias. Si inicialmente se estimaba que hasta el 70% de los estadounidenses podían votar por correo, los cálculos han ido bajando, en algunos casos hasta el 35%. Cada vez más gente está optando por depositar personalmente su papeleta en una urna (aunque en estados como Tejas el gobernador republicano haya limitado esa opción a una por condado).

Todo eso era antes del seísmico golpe a la campaña del contagio de Trump. Ahora nadie puede decir si más republicanos se lo pensarán antes de ir personalmente a un centro de voto y optarán por el correo. Un interrogante más que sumar a los incontables que plantea ese positivo.

Suscríbete para seguir leyendo