La ultraderecha en Brasil
En medio de la crisis del covid-19, Bolsonaro alcanza su mayor popularidad
Brasil roza los 140.000 muertos por covid-19. Su PIB caerá un 5% este año, marcado otra vez por un desastre ecológico, esta vez en el Pantanal, uno de los biomas más importantes de ese país, convertido en una "sucursal del infierno", según la revista Istoé, después de que los incendios se devoraran más del 22% de esas regiones húmedas. Pero la figura del presidente Jair Bolsonaro parece blindada frente a las adversidades y sus controvertidas intervenciones. Un 40% de los brasileños aprueba su gestión al frente del Gobierno de ultraderecha. En diciembre pasado, la popularidad era de 29% y hace tres meses, el horizonte del juicio político era considerado inexorable. Un 51% de los encuestados por Ibope a pedido de la Confederación Nacional de la Industria (CNI) dice a su vez "confiar" en el capitán retirado. De acuerdo con la consultora, solo un 29% califica de "muy malo" el papel que desempeña y otro 29% lo valora como regular.
Un sondeo de agosto, realizado por Datafolha, también había verificado un crecimiento de la popularidad del presidente. Los analistas políticos atribuyeron entonces ese cambio en la percepción de su mandato a la ayuda económica de 120 dólares mensuales que el Gobierno decidió entregar por casi medio año a 65 millones de personas en medio del derrumbe de la economía. A partir de esa inversión social, que concluye en diciembre, el jefe de Estado ha comenzado a ganar adhesiones en el nordeste, un bastión histórico de Luiz Inacio Lula da Silva.
Desconcierto
"Bolsonaro ha recibido un regalo de la CNI", dijo el diario carioca O Globo al conocerse la encuesta. A estas alturas, el apoyo a los sectores más desfavorecidos no termina de explicar lo que está sucediendo con la figura presidencial. Los escándalos de corrupción que involucran a sus hijos, Flavio, Eduardo y Carlos, no tienen incidencia en los índices de aprobación. Bolsonaro ha subestimado la pandemia, al punto de calificarla de "gripecita". Pero tampoco paga altos costos de sus decisiones en materia sanitaria. De hecho, el alcalde paulista Bruno Covas, ve peligrar su reelección en los comicios municipales de mediados de noviembre porque apenas un 37% de los habitantes de la principal ciudad brasileña aprueban su desempeño en la lucha contra el covid-19.
Hace poco más de un mes, parte de la sociedad se estremecía por los casos de violaciones de menores y el cerrado rechazo del Gobierno a facilitar la interrupción de los embarazos, en cumplimiento de lo que dicta la ley. El pasado miércoles, el Ministro de Educación, el pastor evangelista Milton Ribeiro, dijo que la homosexualidad es consecuencia de "familias inadaptadas". Los discursos ministeriales contra el aborto o declaradamente homofóbicos que Bolsonaro comparte a rajatabla son solo rechazados abiertamente por un tercio de los brasileños.
Ministerio Ficticio de la Verdad
El reciente discurso de Bolsonaro ante la Asamblea General de Naciones Unidas, en el que responsabilizó a los pueblos originarios de los incendios en la Amazonía y el Pantanal y, además, defendió su política ambiental, ha provocado fuertes reacciones adversas fuera de Brasil. "Somos víctimas brutales de las campañas de desinformación", se quejó el presidente. Los efectos negativos de sus palabras son menores en el frente interno.
Bolsonaro insistió este jueves en vincular los siniestros con el modo de vida de la población indígena del país. "Hay una cultura regional. Es el indio el que prende fuego", dijo a través de sus redes sociales. La Articulación de los pueblos indígenas de Brasil (Apib) aseguró que el mandatario ha consolidado "la mentira como política de Gobierno". Marcio Astrini, secretario ejecutivo del Observatorio del Clima, expresó que "al destruir la imagen internacional de Brasil como destruye nuestros biomas, Bolsonaro demuestra que su patriotismo siempre ha sido una fachada". Gabriela Yamaguchi, directora en Brasil del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) el pronunciamiento del presidente estuvo plagado de "acusaciones infundadas y lecciones sin base científica". Greenpeace recordó al respecto que "los incendios en la selva amazónica no son resultado de un fenómeno natural, mas sí fruto de la acción humana, siendo una de las principales herramientas utilizadas para la deforestación, especialmente por los acaparadores de tierras y agricultores". La verdad no importa, sugiere la revista Piauí. Para la publicación, el capitán retirado obra como en ¿1984`, la clásica novela del inglés George Orwell que describe un mundo totalitario con un Ministerio Ficticio de la Verdad. "Esa estrategia tiene limitaciones que la ficción no plantea, y los hechos son mucho más difíciles de manejar en la vida real".
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