política migratoria
Orban insiste en cerrar las fronteras de la UE a los refugiados
El primer ministro húngaro, junto a sus socios del Grupo de Visagrado, rechaza la nueva normativa migratoria de la Comisión Europea
El dirigene conservador del pais centroeuropeo dice que "nadie puede pisar la UE sin que su pedido de asilo haya sido aceptado"

El primer ministro húngaro, Viktor Orban, hoy en Bruselas. /
La primera reacción crítica al Nuevo Pacto para la Migración y el Asilo anunciado ayer por la Comisión Europea no se ha hecho esperar. El primer ministro de Hungría, el conservador Viktor Orban, uno de los líderes europeos más díscolos respecto a las políticas con los refugiados, ha considerado que la normativa propuesta por Buseleas no significa "un gran avance", a pesar de que endurece las condiciones para los solicitantes de asilo. "El gran avance vendrá cuando se acepte la propuesta húngara que dice que nadie puede pisar la Unión Europea sin tener el permiso para hacerlo o sin que su pedido de asilo sea aceptado. Hasta ese momento, tienen que permanecer fuera del territorio de la Unión Europea", ha afirmado Orban. Se trata del revés más duro recibido por la nueva normativa migratoria, presentada apenas 24 horas antes en Bruselas para tratar de hallar una salida de conjunto para una cuestión que generó profundas divisiones en el continente.
El nuevo pacto migratorio se desmarca de la formula de las cuotas -el número proporcional de refugiados que cada Estado debía aumir- que se estableció tras la crisis del 2015, con la llegada al continente europeo de centenares de miles de personas que huían de las guerras en Siria, Afganistán e Irak. En realidad, la política de cuotas y reubicación resultó ser un auténtico fracaso y generó división, ya que países como Hungría, y sus aliados del Grupo de Visegrado, del que forman además la República checa, Polonia y Eslovaquia, siempre han ido partidarios de evitar la entrada de los inmigrantes, fortificando incluso con barreras y muros sus fronteras.
Las nuevas disposiciones permiten a los Estados miembros evitar la acogida de refugiados y facilita y agiliza la expulsión de las personas que se encuentren en territorio europeo en situación irregular, lo que para las organizaciones de derechos humanos supone dar pie a las "devoluciones en caliente". La nueva normativa del ejecutivo de la UE establece, sin embargo, que aquellos Estados miembros que se nieguen a acoger a inmigrantes tendrán la responsabilidad del reenviar a sus países de origen a los que logren entrar o permanezcan de forma irregular, un requerimiento que el Grupo de Visegrado rechaza con firmeza. Una idea que "fundamentalmente carece de sentido porque si no aceptamos migrantes no podemos reenviarlos" a sus países, ha argumentado el ministro de Exteriores checo, Andrej Babis.
Ayudas aéreas
"El enfoque básico no ha cambiado porque quieren administrar la migración pero no contener a los migrantes. Y son dos cosas distintas", ha insistido Orban que, hoy, se ha reunido en Bruselas junto a sus homólogos Igor Matowic, de Eslovaquia, Mateusz Morawiecki, de Polonia, y el checo Babis con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Para el primer ministro húngaro, el nuevo plan no representa "una ruptura. Hay muchos cambios, pero no hay una ruptura".
De su lado, Babis ha afirmado que "inicialmente da la impresión que la Comisión Europea no ha entendido que para detener la migración ilegal es necesario hacer que los migrantes ilegales no lleguen a Europa". Por su parte, el polaco Morawiecki señaló que el Grupo de Visegrado defiende "políticas de más rigor y eficiencia en el control de fronteras, y ayudas a áreas que constituyen una fuente de migrantes a Europa".
Las críticas al nuevo plan de la Comisión Europea han llovido también del otro lado, de parte de las organizaciones de derechos humanos. Marissa Ryan, de la organización humanitaria Oxfam, ha apuntado que con su nuevo pacto la UE "se ha inclinado ante la presión de los países del bloque cuyo único objetivo se disminuir el número de personas que reciben protección en Europa". Para el eurodiputado verde francés Damien Careme, el nuevo pacto "institucionaliza la vergüenza" y "no impedirá nuevos dramas ni la continuidad de los campamentos indignos". Por su parte, el experto en legislación migratoria europea François Gemenne ha dicho que el nuevo pacto era un "balance entre la xenofobia y la cobardía".
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