CRISIS SANITARIA GLOBAL

Alarma en Argentina por los contagios ante un negacionismo en aumento

Uso de mascarilla preventiva en un mercado de Buenos Aires.

Uso de mascarilla preventiva en un mercado de Buenos Aires. / periodico

Abel Gilbert

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"No podemos más. Nos están dejando solos", dijo días atrás la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva (SATI) de Argentina y advirtió: "Se está perdiendo la batalla ante el virus". El último parte del ministerio de Salud parece apuntalar esas amargas predicciones: 470 personas murieron el martes.

La cifra no tiene precedentes desde que se decretó el aislamiento obligatorio a fines de marzo. El total de víctimas mortales roza los 14.000. El ritmo con el que aumentan los fallecimientos ha cambiado por completo el panorama sanitario. Con los 12.027 nuevos casos positivos del martes, la cantidad de infectados es de 652.174, de los cuales se han recuperado del virus 517.228. Hasta hace un poco más de un mes, la capital y sus suburbios concentraban el 90% de los enfermos. Ahora son las otras provincias, donde la infraestructura hospitalaria es más débil,  las que empiezan a quedar peligrosamente expuestas al avance del covid-19.

El sostenido incremento de los decesos es el que comienza a cambiar el panorama de la pandemia en este país que se creía a salvo de las tendencias regionales encabezadas por Brasil. Por el momento se han ocupado el 60% de las camas de las unidades de cuidaados intensivos a nivel nacional. Sin embargo, ya comienzan a conocerse casos de hospitales al borde del colapso y otras situaciones de desbordamiento.

Unos 450 profesionales de la salud han contraído el virus. El pasado lunes se festejó el Día de  la Sanidad.  Las enfermeras de la capital salieron a la calle a reclamar mejoras en sus salarios y condiciones de trabajo. "Consideramos que es justo y necesario mantener viva la memoria de cada enfermera fallecida". La policía las recibió con bastonazos cuando se acercaron a la legislatura municipal. 

Cambio de humor

Meses atrás, los trabajadores de la salud eran aclamados como héroes a las 21.00 horas. La sociedad los premiaba con aplausos desde los balcones y ventanas. La euforia dio paso al cansancio y luego a un creciente rechazo a la cuarentena, agravado por los efectos del desastre económico. El PIB ha tenido un retroceso histórico del 19% durante el segundo trimestre el año. En medio del derrumbe, el Gobierno del presidente Alberto Fernández pasó a ser calificado de "infección" por distintos portavoces de la derecha.

La oposición al peronismo ya realizó tres manifestaciones contra el "terror sanitario", entre otros reclamos. La lucha contra la pandemia quedó en segundo plano por la disputa política al punto de que también arrecian las fake news crítica con la participación argentina en la vacuna contra el coronavirus desarrollada por el laboratorio británico AstraZeneca en colaboración con la Universidad  de Oxford.

Sin embargo, el desafío  a las restricciones no solo proviene de las fuerzas que buscan erosionar la figura de Fernández. A diario se conocen casos de fiestas clandestinas con decenas de participantes que son interrumpidas por la llegada de la policía. El director provincial del Registro de Bebidas Alcohólicas (REBA), Marcelo Montero, reconoció que esas celebraciones han crecido de manera exponencial en  la periferia bonaerense, donde viven unas siete millones de personas.

Al igual que ha sucedido en Brasil, el discurso contra el aislamiento social ha calado en un sector de los argentinos. La banalización de la pandemia ya tiene además representación dentro de la Organización de Estados Americanos (OEA). Su nuevo secretario de Acceso a Derechos y Equidad,  Arthur Braganca de Vasconcelos Weintraub, un hombre cercano al presidente Jair Bolsonaro, cree que la pandemia es, en rigor, una "plaga izquierdista" y la máscarilla es "la insignia del Partido Comunista".  En Buenos Aires no faltan los que repiten ese razonamiento al punto de que hace dos semanas se quemaron tapabocas en el centro de la ciudad de Buenos Aires, como si se tratara un conjuro.

Mayor apertura

La transgresión del distanciamiento social se ha profundizado tras la apertura a medias de los bares y restaurantes.  El alcalde capitalino, Horacio Rodríguez Larreta, quien forma parte del espectro opositor, decidió ampliar los servicios gastronómicos  y se propone retomar las clases de las escuelas aunque al aire libre. La Unión de Trabajadores de la Educación (UTE-Ctera) ha sido contundente en su desacuerdo: "esto es una burla, no están las condiciones dadas para enseñar en las aceras. Lo único que quieren hacer las autoridades en propaganda contra la cuarentena y no educar".

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